En la Corte Constitucional, a Pamela M. la recuerdan más por su gusto por los cosméticos que por sus fallos. Ella llegó al máximo tribunal de justicia del país el 25 octubre de 2015, cuando se realizó la renovación de tres jueces de la corte. Su examen perfecto de 100/100 la encaminaba a liderar la Corte. No obstante, prefirió ser la vicepresidenta. Un trabajador de esa entidad asegura que no era cordial en el trato con los funcionarios. Una vez, supuestamente, pidió a su funcionaria que saliera del ascensor porque ocupaba espacio. “Nos quedamos perplejos”, recuerda el hombre. En la Corte solo tenía confianza con su asistente Laura T., quien le acompañaba desde la Presidencia de la República. Ella le llevaba los registros de sus citas médicas y en los centros de belleza, así como también sus reuniones públicas y privadas y los itinerarios de sus viajes. Ahora, ellas son investigadas por la Fiscalía por presuntos delitos de asociación ilícita, cohecho y tráfico de influencias. Ambas dejaron rastros para descubrir un sistema paralelo de receptación de dinero de empresas con contratos estatales para financiar las campañas de Rafael Correa y Alianza PAIS. En este sistema, Pamela M. tenía la función de recibir millones de dólares y distribuirlos para pagar a los proveedores de la campaña. Según la Fiscalía, ella confesó que cumplió con esta tarea por disposición del expresidente Correa, quien confiaba tanto en ella que le dio esa responsabilidad. La verdad es que la vida de Pamela M. cambió con la llegada de la Revolución Ciudadana al poder en 2007. Rafael Correa era su amigo personal. Su mentor en los boy scouts. Por eso, fue escogida como Asesora 1 del entonces Primer Mandatario. Hasta antes de esa fecha, Pamela M. tenía cargos sin brillo en los sectores público y privado. Luego de graduarse como abogada en 1993, trabajó hasta el 2000 en un estudio jurídico del puerto principal y en la Universidad de Guayaquil hasta el 2005. Dos años más tarde ocupó su primer puesto en la administración correísta. En febrero de 2007 fue asesora del ministro de Trabajo y Empleo, Antonio Gagliardo, y, posteriormente, fue subdirectora en el Departamento de Relaciones Laborales en la Procuraduría del Estado. Su llegada a Carondelet fue en septiembre de 2009. Su jefe inmediato era Correa. En el Palacio de Gobierno todos conocían que Pamela M. tenía el respaldo del expresidente. En su primera declaración a la Fiscalía, el 4 de mayo pasado, contó que su labor era ser un nexo con las personas que escribían cartas al entonces Jefe de Estado. Ella les hacía una cita para conversar y luego presentaba un reporte a los coordinadores Cassia Delgado, Jorge Troya o Luisa González. No obstante, con la confianza de su jefe se fue al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social para organizar el concurso para la primera Corte Constitucional. Ella supervisó el proceso. La misión la cumplió con los resultados previstos desde el Gobierno. Retornó a Presidencia y posteriormente, en la renovación de la Corte Constitucional, fue la primera en ocupar ese cargo. En esos años de correísmo aumentó su patrimonio. Según un informe de la Unidad de Análisis Económico y Financiero (UAFE), entre 2014 y 2015 gastó $ 83.850. En ese último año $ 18 mil fueron destinados para gastos odontológicos. En seguros privados invirtió $ 5.650 millones. A pesar de su cercanía con Alianza PAIS y con el Ejecutivo, Pamela M. se “cuidó” de no involucrarse oficialmente con ese movimiento político. Incluso, en su hoja de vida siempre adjuntaba documentos del organismo electoral que justificaban que no pertenecía a ningún partido o movimiento político. También justificaba que no estaba registrada ni habilitada en el Sistema Oficial de Contratación Pública del Ecuador. Una hoja de vida intachable para los concursos. Ahora su delación es clave en el caso que involucra por el momento a tres de las personas de la cúpula correísta. Ellos son Alexis M.; María de las Ángeles D. y Vinicio A. Los dos primeros aseguraron a la Fiscalía que sí conocieron a Pamela M. y la recuerdan como la asesora de Rafael Correa. Una mujer que paseaba con tranquilidad por los corredores del Palacio de Carondelet. (I)