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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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ENTREVISTA

“El discurso populista sintoniza con las demandas de la población, sobre todo, cuando hay pobreza y pobreza extrema”

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César Ulloa, politólogo, docente investigador de la Universidad de las Américas (UDLA). PhD en Ciencias Sociales, magíster en Ciencias Internacionales y en Gerencia Cultural, editorialista de El Universo, La Hora y El Telégrafo.

Es también coordinador nacional de la Mesa de Convergencia que integra a la sociedad civil, gremios y actores que trabajan en la promoción y el mejoramiento de la calidad de la democracia.

Ulloa lanzó su nuevo libro la semana pasada, “Chávez, Correa y Morales: discurso y poder”.

Este Diario conversó con él sobre el populismo, que engatusó a la gente y enriqueció a pocos. Un populismo que es una amenaza para la democracia y la institucionalidad de estos países. También  

¿Por qué analizar el discurso y el poder de Chávez, Correa y Morales?

En una cultura moral donde la persuasión se establece alrededor de la conversación cotidiana, del discurso, de la plaza, de los recorridos cara a cara, era inevitable mirar los elementos que estos tres líderes del siglo XX e inicios del siglo XXI pensaron. Es decir, somos todavía una cultura, a diferencia del europeo occidental de países de desarrollo, que privilegiamos mucho el relato, la conversación, la consiga, la arenga, el eslogan.  La palabra domina y más aún en el poder y se vota por el que habla mejor, bonito y por el pueblo. Esto es inevitable en países como Ecuador, un líder puede tener facilidad de palabra aun cuando hable tonterías, pero que impacten.

¿Es populismo?

Indudablemente porque el discurso populista sintoniza con las demandas de la población, sobre todo, cuando hay pobreza y pobreza extrema, vacía de sentido la cultura popular para convertirla en populista. La gente tiene sus formas de decir y hablar y de conectarse que no son las formas de la política, sin embargo, la política roba esas formas, las amolda a sus intereses y las vuelve populistas. Es decir, los criterios terminan vulgarizados y hasta cierto punto exotizados por los populistas para convencer a la gente. No es una estrategia nueva pero Correa, Chávez y Morales la perfeccionaron.

Usted dice que el populismo no será nunca revolucionario y que no existe un populismo de izquierda ni de derecha. El populismo de los expresidentes solo ha servido para engatusar a la gente y enriquecer a unos pocos. ¿Es así?

Ellos llegaron con un discurso que reivindica al pueblo, como la condición empobrecida de la gente, pero no les gusta vivir como los pobres. A ellos les encanta convertirse en aquellos que nunca fueron, por eso el manejo arbitrario y grotesco, abusivo y abarcador del poder por Chávez, Correa y Morales. Hay un artículo de Javier Corrales, estudioso del populismo en Venezuela, que es “Hubo Boss” (como la marca alemana Hugo Boss). Según él, Chávez termina siendo un teniente coronel, de estrato bajo, pero se vistió con ropa de traje, corte costosa para insultar al imperio.  La gente empieza estudiar cuanto le costó el traje que usó Chávez para su discurso en Naciones Unidas cuando decía que esto ¡huele a azufre! porque allí estuvo George W. Bush. 

Él utilizaba este tipo de cosas, pero venía del pueblo, no le costaba ser un impostor. A Correa sí, porque no era de clase pudiente, tampoco de una clase baja. Él se travestía, estos líderes tienen la capacidad camaleónica de tratar de meterse muy bien en el papel de los votantes.

Una característica de los tres líderes es ha sido sintonizar mejor que nadie con las características las experiencias de vida de los electores. Ellos capitalizaron el discurso de los pobres, pero no trabajaron bien por ellos. Por ejemplo, Venezuela tiene los indicadores más altos de pobreza, supera los que tenía Chávez cuando fue por primera vez presidente, en 1999.

En caso, de Correa nunca hubo respeto por los pobres, basta mirar zonas devastadas en el terremoto de 2016 , que son pobres. Pero ellos no tuvieron empacho en robarse el dinero de los ecuatorianos, a través de un decreto ejecutivo para que Esmeraldas y Manabí sigan adelante. Utilizan a los pobres y se enriquecen a cuenta del discurso de la pobreza de la gente.

En el caso de Morales, dejó una sociedad fragmentada, incluso en el partido MAS se cuestiona la forma de conducir del expresidente. Por eso, creo que el gobierno distinto y con otro tipo de liderazgo.

Son líderes que han jugado con el pueblo, en otras palabras han vaciado culturalmente lo que significa el pueblo.

¿Los gobiernos de esos expresidentes han sido o son una amenaza para la democracia y la institucionalidad de nuestros países?

Ellos criticaron la crisis institucional que le antecedía, agudizaron esas crisis y emporaron la situación. El caso de Venezuela es el más evidente, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos Michael Bachelet habla de miles de desapariciones forzadas, torturas, de cuestiones complejas.

En el caso de Ecuador es igual, la Comisión de DD.HH. de la ONU, los multilaterales, y el relator de la Libertad de Expresión, que miraron nuestro país, dijeron que ellos fracturaron más la institucionalidad. En el caso de Morales, al ser un partido predominante, rindió cuentas a su manera, porque cuando no hay pesos y contrapesos hay discrecionalidad total en el uso del poder.

Creo que los tres expresidentes agotaron lo poco que había, crearon un experimento que no fue bueno y la recomposición de esa institucionalidad nos tomará décadas.

¿Cuáles son las trampas que nos tendieron estos exmandatarios, autoproclamados revolucionarios, a través de sus discursos mentirosos y  fogosos?

La trampa es una idea de rey y canción del pueblo que nunca se cumple. Es decir, Chávez, Correa y Morales  se aprovecharon de la esperanza de una mayoría de la población empobrecida para acumular poder y en algunos casos tener una fortuna que nunca se hubiesen imaginado si no hacían política.

Si Chávez seguía en el ejército no hacía la fortuna que llegó a tener. Incluso, se le ubica a la hija de Chávez como una de las mujeres más ricas de América Latina.

Si Correa no entraba en política, creo que ni él ni su grupo hubiera amasado riquezas. No nos olvidemos que la expresidente de la Asamblea, Gabriela Rivadeneira, nunca se hubiera imaginado tener las casas con lujos.

En el caso del MAS en Bolivia fue igual. En Venezuela se habla de la “boliburgesía”, es decir, crearon una nueva clase económica en estos tres países: a través del saqueo logra sus fortunas. Hay una clase media que asciende si le suben el salario. Pero con ellos hubo un ascenso meteórico que la clase media nunca lo logra. Esa gente se enriqueció en pocos años porque una década no es para tener esas fortunas.

Lo más grave es que los hombres fuertes de Maduro tienen investigaciones por narcotráfico. En el caso de Correa, la aplanadora fue Odebrecht y el punto de fractura del sistema.

La trampa fue jugar con el pueblo.

¿Hay otra trampa?

Nos vendieron la idea de poder popular en una supuesta participación ciudadana; dar el mayor poder a los presidentes, fue un modelo hiperpresidencialista, la gente no se dio cuenta que significó controlar, judicializar la participación ciudadana.

En el caso de Venezuela fue el poder popular o moral, Chávez controlaba los grupos paramilitares, los comités de la revolución, la fidelidad de esos grupos, con el apoyo de Cuba, las asambleas populares.

En el caso de Ecuador, la trampa del poder fue la Función de Transparencia y Control Social, que tiene en el corazón al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social.

En el caso de Bolivia es igual. La trampa fue un modelo institucional antidemocrático que le revistió de excesivas facultades y competencias al presidente y le hizo el gran jerarca del control de la participación y de los filtros de expresión democrática.

En el país nadie podía expresarse en contra de Correa, igual en Venezuela y en Bolivia. Los que lo hacían tenían una censura judicial, había un escarnio público. Correa insultaba en las sabatinas, Chávez insultaba y enviaba a expropiar a los grupos paramilitares y a golpear a sus enemigos.

El libro deja el registro histórico. En Ecuador somos mucho de palabras y poco de registros escritos, de tener memoria. En el caso de Correa casi nada se ha producido en libros, hay dos de Alberto Acosta, el de César Montúfar, el de Sebastián Mantilla que fue sobre la Revolución Ciudadana; el de Julio César Trujillo; el de Enrique Ayala Mora y otros autores; y una serie de libros, que son odas a Correa, escritas por los hermanos de René Ramírez.

En poder personalizado un tanto narcisista de los expresidentes.

Las dictaduras no son las de 60, 70, 80, que se perfilaban a través de las bayonetas y del poder militar, sino con otra modalidad. Esta es el control absoluto de las instituciones del Estado, edulcorado en un boom económico enorme. A Correa, Chávez y Morales les disculpaban todo porque tenían una gran maquinaria aceitada de dólares.

En Venezuela los petrodólares sirvieron para subsidiar 100 mil y 300 mil barriles de petróleo diario a Cuba, también a países satélites de la ALBA e incluso financiar campañas. Un alto funcionario del régimen chavista fue detenido en el aeropuerto de Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires, porque llevaba maletas que se suponía era para las campañas de los Kirchner.

En el caso de Ecuador hubo una serie de inversiones complejas y raras. Hubo un enorme despilfarro después de tener un $300 mil millones, hoy hay un déficit de $10 mil, es absurdo.

Algunos autores los califican de  “nuevos dictadores”, pero ganaron las elecciones. ¿Usted qué dice?

Creo que sí, por una razón porque el control del organismo rector de la democracia estaba en su partido. Tener a Tibisay Lucena para refrendar las dudosas elecciones como Capriles y Maduro.

En el caso de Ecuador ningún candidato podía enfrentar a las estructuras del Estado. Ellos convirtieron el Estado en partido político, eso lo dijo Vinicio Alvarado, por eso los tentáculos era el manejo de la burocracia e inflaron las instituciones públicas con tanta gente.

Correa nunca posibilitó que se lleven a cabo varios referéndums, como el de los Yasunidos o el de reelección indefinida porque sabía que perdía. Eso pasó con Chávez, los universitarios le negaron la posibilidad de que se quede eternamente en el poder. Lo mismo ocurrió con Morales, en 2017.

Ellos tenían todo el poder a través de las cortes de justicia para darle la vuelta a lo que pueblo se manifestaba. Además las derrotas más grandes que recibieron fueron las locales, en Bolivia, fue Tarija, El Pan, que siguen votando en contra de Morales.

En el caso de Venezuela, nunca tuvieron el control de algunas gobernaciones; y en el caso del correísmo fue muy difícil que retomen el poder en algunas alcaldías.

Sin embargo, estas nuevas dictaduras controlaban todo.

¿Este libro logra desmitificar ese proyecto político?

Ellos crearon un universo simbólico, en el sentido de ir más allá de que la gente les considere gobierno y les considere una nueva historia del país. Eso lo hicieron a través de mitos, es decir, el universo simbólico de Chávez era ser el reencarnado de Simón de Bolívar y que la integración de América Latina era a través de la Alba, de Unasur. Eso se hizo con los discursos y la propaganda, hasta profanaron la tumba de Bolívar para saber si el “imperio” inoculado algún veneno contra Chávez.

Desmitificar era desnudar todo lo que ellos hicieron en la realidad e iba en contra de lo que estaba en sus programas. En el programa de Alianza PAIS, 2006, escribieron la recomposición de un verdadero sistema de partidos. Pero Correa y su grupo fulminaron a las organizaciones políticas.

Desmitificar también significa que ellos manipularon a los héroes y heroínas de este país. Un ejemplo, Eloy Alfaro, no era un revolucionario, sino un liberal plenamente convencido del libre comercio. Era tan liberal era y proclamó el divorcio, hizo que las mujeres tengan acceso a la educación. Estaba conectado masónica liberal, más conectada a los Estados Unidos ya la Revolución Francesa que a los socialistas.

Correa era conservador, llevaba una economía de Estado centralizado, súper conservador, misógino, está en contra de la progresividad de los derechos de las minorías sexuales y étnicas.

El expresidente se parece mucho a García Moreno porque era guayaquileño, muy cerrado a la pluralidad de ideas y muy perseguidor de sus enemigos. Hay muchas similitudes entre el garcíanismo y el correísmo.

¿La comunicación y la política qué papel jugaron en esos gobiernos?

Los tres gobierno creación de un sistema de comunicación en la que todo está a favor para sobredimensionar la figura de estos sujetos. La segunda, llevan ese manejo a la norma y crean leyes de comunicación punitivas y perseguidoras.

Chávez cierra los grandes canales, Correa creó la Supercom y la Cordicom.

La tercera es la configuración de un Estado de propaganda, una ideología de la sobredimensión de la gestión de esos tres líderes se genera tener una presencia de ellos todo el tiempo.

La cuarta es la judicialización de los medios y periodistas opositores. Es decir, la comunicación política fue muy importante. Chávez creó un canal de noticias regional y una agencia de noticias.

Los tres tenían claro que la comunicación es el poder y no hay poder sin ella.

Eso permitió generar un relato único y la verdad exclusiva de esos tres líderes y se generó un discurso polarizado, posicionamiento de los líderes en el exterior, y cooptación potentes de periodistas.

Desdibujaron lo que es tener una plataforma de medios públicos porque hay la BBC, la DW, la RAI, la TV Chile. Tuvieron una posibilidad de hacer algo interesante pero lo desdibujaron.

El poder de la comunicación y de la propaganda política fue clave, extremadamente fuerte y potente. Nunca antes en esos tres países ningún presidente tenía claro esto.

Son catequesis ideológicas, hay publicidad y manejo de marca de ellos. Vendían el producto y fueron una catequesis ideológica: la Revolución Ciudadana en Ecuador; la Quinta República en Venezuela; y Estado poscolonial en Bolivia.

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