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Los “pura sangre” árabes lucieron su fina estampa

Los “pura sangre” árabes lucieron su fina estampa
12 de junio de 2011 - 20:13

Es la raza equina más antigua sobre el planeta. El caballo árabe apareció en Egipto y sus primeros vestigios se remontan al siglo XVI a.C. Los datos históricos apuntan a que su crianza proliferó con el advenimiento del profeta Mahoma, quien consideró el dedicarse a la crianza de esta especie como un deber religioso, pues representaba un medio de transportación ligera muy útil en el desierto.

En la actualidad esta raza se encuentra dispersa en todos los rincones del mundo. Su crianza es algo muy satisfactorio, porque sin desmerecer a otras razas, “es un animal muy noble y además tiene ‘fuego’ dentro de sí mismo, es un caballo muy brioso, de sangre caliente, muy ágil y se caracteriza por tener un trote de caballo grande y elevado, porque por unos instantes se queda suspendido en el aire, que es lo que le hace hermoso”, anota Galo Recalde, criador de caballos.

Sus características son inconfundibles. El cuello largo y la cola, que la lleva siempre elevada, tienen semejanza a una palmera -según los entendidos-, con el mayor ángulo de inserción entre todas las razas; sus ojos grandes y redondos son únicos en su especie, le permiten una gran visión y tienen al caballo en alerta en forma permanente.

13-06-11-dep_varios-los-purasangre-arabe-lucieron-su-fina-estampa_2Una cara ñata, corta, con grandes ollares, flexibles, que facilitan el ingreso del aire directamente a los pulmones, desarrollada en el desierto en condiciones extremas con altas temperaturas y fríos extremos en las noches, con exigencias de grandes distancias sin comer ni beber, hacen de esta raza la más idónea para las largas carreras de endurance (competencia a campo traviesa) en América y otros continentes.

En nuestro país, Luis de Ascázubi fue uno de los primeros propietarios de este tipo de equinos, según registra en su libro sobre caballos de paso; marcando el inicio del historial de la especie árabe en Ecuador, hace más de un siglo, aproximadamente, sin que hayan surgido dificultades para adaptarse a cualquier clima y circunstancias, dada su morfología, con una piel delgada y plagada de venas que procuran un enfriamiento muy rápido.

La XIV Feria del Caballo Árabe, efectuada el fin de semana pasado en las instalaciones de la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro, al norte de la capital, organizada por la Asociación de Criadores de Caballos Árabes, despertó gran interés en la ciudadanía en general y en los aficionados ecuestres, en particular.

Fue la ocasión para mirar de cerca, la belleza de estos ejemplares, que fueron preparados durante mucho tiempo, con gran expectativa de sus propietarios, desde que ocurrió el nacimiento del potro.

La preparación para la feria implica el conocimiento de una persona especializada, que sepa de halter (hacer posar al caballo) y contar con presentadores profesionales de Argentina, Brasil, Estados Unidos, fundamentalmente, además de Ecuador.

Para ecuestres nacionales, la crianza del caballo árabe de raza pura tiene un costo aproximado de 350 dólares mensuales; pues al equino se le proporciona entre 5 y 8 libras diarias de sobre alimento en la pesebrera, además del pasto al aire libre en donde socializa con otros ejemplares, el control veterinario, la presencia de palafreneros, etc.
La venta de un caballo árabe oscila entre decenas y centenas de miles de dólares, acorde con su nivel, e inclusive en otras latitudes llegan a valer millones. Hace dos años, uno de ellos fue adquirido por 4 millones, según se pudo constatar.

El juzgamiento de la presentación de los corceles está a cargo de especialistas en la materia. Reinaldo Da Rocha Leáo, de nacionalidad brasileña; Jerzy Zbiszewski, conocido como “George Z”, de origen polaco, residente en Estados Unidos; y Christine Jamar, de Bélgica, tuvieron la gran responsabilidad de emitir sus veredictos, luego de apreciar a los equinos desde muy corta distancia, en la misma cancha.

En los concursos morfológicos, los jueces observaron que el caballo se ciñera a las características de su raza; cara cóncava, frente muy ancha, ojos y ollares grandes, hocico delgado, relativamente pequeño, con un promedio de alzada de  1,50 m.

“El caballo árabe tiene una vértebra menos que los otros y por eso tiene la cola levantada, eso es algo muy importante en lo que los jueces se fijan; además de que se encuentre bien aplomado (en las extremidades delanteras y traseras), porque debe tener muy buen equilibrio, mucha presencia y espíritu en su presentación”, anota Arturo Ribadeneira, principal del criadero Cachafaz.

“Hay potrancas muy hermosas, parecen barbies, es difícil imaginar que este caballo pueda llegar a correr 160 kilómetros en un solo día; esa es la raza árabe, es la mejor para correr largas distancias”, coincide Nathalie Weemaels, de nacionalidad belga,  actual Presidenta de la ACCAE.

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