Pichincha se coronó campeón del torneo de voleibol  sala en los Juegos Nacionales, tras derrotar en la final a  Esmeraldas en tres parciales: 25-10, 25-23 y 25-19.

La capitana de las ganadoras, Pamela Castillo, habló sobre la responsabilidad de manejar al grupo  y la opción de dedicarse al voleibol de playa, para tener mayor continuidad en la competencia. Lleva 12 años jugando para Pichincha.

¿Qué representa ser la capitana de la selección de voleibol?

Este año he podido ser la representante del grupo y es una responsabilidad mayor. Debo guiar al equipo más que nada, ser voz y voto para cualquier situación y ser compañera y amiga de todos en el equipo. Mantener la unión siempre.

Hay cosas difíciles y es mi responsabilidad todo  lo que pase dentro y fuera de la cancha. Es complicado mantener a 10 ó 12 jugadoras por el camino correcto, algunas son madres y eso dificulta entrenar en algunas ocasiones.  

La capitana tiene un nexo con el entrenador. ¿Cómo es la relación con él?

En nuestro caso, el técnico nos lleva entrenando ocho años. Somo su grupo de siempre y tenemos una buena comunicación con él. Puedo ser voz del equipo, pero todas las chicas tienen una buena relación con nuestro entrenador.

¿Qué es lo que destaca del equipo de Pichincha que logró el título?

La unión y el compañerismo, sobre todo. También la cantidad de años que llevamos juntas trabajando. Por ahí se ha agregado a gente nueva, pero el equipo titular es el que lleva ocho años. Hemos participado como selección nacional, con alguna chica de otra provincia, pero la base siempre ha sido Pichincha.

¿Cómo estuvo el nivel del torneo?

Bien, pero lástima lo que pasó con Guayas, ese equipo estuvo un poco bajo, porque pusieron un límite de edad, solo participaron chicas de  19 años en adelante y ellos tienen  gente muy buena que viene trabajando debajo de esa edad, pero que no estuvieron.      

Luego está  Esmeraldas, que nos ganó el año pasado la final; van bien y nosotros teníamos que reivindicarnos frente a ellas.

Se pudieron tomar la revancha...

Sí, esa fue la revancha. No las habíamos visto desde hacía mucho tiempo porque no habían presentado un equipo. Por ahí nos confiamos y dejamos un poco de lado ese partido. 

Por eso nos sorprendieron en Manta, pero ahora estuvimos con la cabeza fría, revisamos los errores que cometimos y pudimos corregirlos.   

Como deportista, ¿ha logrado cumplir las expectativas dentro del voleibol?  

Yo creo que sí. He hecho lo que me ha gustado más que nada y siempre con metas, las he llegado a cumplir y voy a seguir adelante. Posiblemente deje el voleibol sala y me dedique  de lleno al de playa, pero por ahora no está nada decidido.

¿Por qué razón piensa en ese cambio?

Yo llevo jugando voleibol de arena desde hace tres años. Una temporada lo dejé, porque mi dupla tuvo que abandonar el deporte por problemas personales. Antes el impedimento era que no había cancha, pero ahora sí  la hay. Además, los torneos de arena son más continuos y combinar las dos (de sala y arena) sería complicado por las distancias (lugares de entrenamiento) entre ambos.   

Hice todo lo que tenía que hacer en el voleibol sala, entregué el corazón y el alma a Pichincha  en esta disciplina. (AGM)