Villanueva dedica la medalla de oro a su padre ausente
Eran las 06:50 del domingo y Álex Aldaz llegó junto con su esposa al parque Kennedy de Miraflores para observar la carrera de 50 km marcha en los Panamericanos de Lima 2019.
Eran los únicos ecuatorianos. Con la bandera tricolor se ubicaron en un costado de la vía. Llegaron para ver a Andrés Chocho, sin imaginar que el protagonista sería otro. El favorito era el cuencano, campeón panamericano en los Juegos de 2015. Por su trayectoria y experiencia salió primero.
Se adueñó del primer puesto desde los primeros km. Marcaba el ritmo hasta que se lanzó al frente para no encontrarse con la sombra de nadie. El mexicano Horacio Nava lo seguía y varios metros por detrás, otro cuencano, Claudio Villanueva.
Con 31 años, Lima era su primera experiencia panamericana. Poseía el tercer tiempo más lento entre 14 atletas. No solo tenía que vencer a Chocho, también al brasileño Caio Bomfim y al colombiano Diego Pinzón.
Cada deportista tiene una historia. En el caso de Villanueva, su padre desapareció hace 12 años en el Parque Nacional Cajas. No volvió a saber de su paradero. Si está vivo o muerto es algo que desconoce, pero no descartó que pudiese verlo competir en Lima.
Chocho superó los primeros 10 km como líder. El oro se sentía para Ecuador. “Vamos Andrés”, gritaban Aldaz y su esposa. También se aprendieron el nombre de Villanueva.
El panorama tricolor cambió al km 15. Chocho fue penalizado con 5 minutos por errores técnicos. Cuando estuvo cerca de cumplir el km 25, lo descalificaron. El candidato al título estaba fuera.
“Esperábamos una mejor actuación de los jueces. Muy estrictos. Han descalificado a muchos”, dijo Chocho a Medios Públicos tras su eliminación.
La competencia iba por la mitad y Chocho confiaba en que su compañero pelearía de igual a igual con el mexicano Nava.
Y entonces pasó lo inesperado. En el km 30 se apagó la energía de Nava. La resistencia de Barrondo se anuló. Pero Villanueva no bajó los brazos. Marchaba con fuerza. Sabía que podía llevarse el oro.
Eran las 10:45. Faltaba una vuelta para el final, un km para que entrara en la historia. Las cámaras lo apuntaban, los aficionados coreaban su nombre. Él no cambiaba su mirada segura y ansiosa. Estiró un brazo y agarró la bandera patria, que lo acompañó en la etapa final.
Un tiempo de 3:50:01 registró. Cobijado por la tricolor abrazó a su entrenador. Le dedicó la victoria a la persona inolvidable. “Papá, si estás vivo, para ti esta medalla”. La incertidumbre sobre su padre le hizo agregar un mensaje. “No me has visto triunfar internacionalmente, si estás muerto y me cuidas desde el cielo, ¡gracias!”.
Así se fue Villanueva, con lágrimas en sus ojos por ganar, por sorprender, por recordar. Cantó el himno con los pulmones inflados, la mano en su pecho y la mirada fija a la bandera. (I)