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El Telégrafo

Célico, un técnico calmado y analítico

El entrenador de Ecuador, el argentino Jorge Célico (i), observó desde la banda el cotejo de ayer. En la acción, Jordan Rezabala (10) disputa el balón.
El entrenador de Ecuador, el argentino Jorge Célico (i), observó desde la banda el cotejo de ayer. En la acción, Jordan Rezabala (10) disputa el balón.
Foto: Cortesía Comité Olímpico Ecuatoriano
02 de agosto de 2019 - 00:00 - Lautaro Andrade

Jorge Célico estuvo quieto, en ocasiones inexpresivo, durante el partido de este jueves 1 de agosto de 2019 entre la selección ecuatoriana sub-23 y el combinado de Panamá, en la segunda fecha de fútbol de los XVIII Juegos Panamericanos de Lima 2019.

La Tricolor empató 1-1 con el cuadro centroamericano en un partido de ida y vuelta que se pudo ganar, pero también por momentos estuvo cerca de terminar en derrota.

Célico es un maestro de escuela que analiza mucho y habla poco en los cotejos. La algarabía la puso su asistente técnico, Patricio Lara. El director técnico intentó mantenerse siempre tranquilo.

Y así empezó el juego, con Célico en el borde del área técnica cruzado de brazos. Estaba vestido con un calentador azul, chompa gruesa para soportar el frío limeño, zapatos deportivos y unas gafas negras que no se despegaron de su cara durante los 90 minutos.

En ciertos momentos, muy pocos, alentó a sus jugadores. “Bien, bien Leo, vamos”, le gritó al delantero Leonardo Campana. Minutos después, Ecuador desaprovechó un ataque. Como si jugara tenis con una raqueta de aire movió sus manos.

Luego volvió la calma. El golero José Gabriel Cevallos realizó atajadas salvadoras; Célico era el único quieto como una estatua.
Dos golpecitos con su talón al piso, “pin, pun” hizo su pie derecho, mientras su mano estaba en su boca. No la quitó de ahí. Su mirada seguía fija en los ataques de Ecuador ante los panameños.

Gol de Panamá. Contragolpe a los 28 minutos que permitió a Luis Alberto Zúñiga adelantar a su país. El estratega decidió sentarse en la banca de suplentes.

Su inconformidad con el desempeño del equipo la descargó con Lara. Conversaron pocos segundos y se separaron. Estuvo más suelto, siguió en silencio, pero estiró los brazos como un Cristo en los nuevos errores de la “Tri”.

Para el segundo tiempo repitió la rutina. La única diferencia, aparentemente, era la sed que sentía. Ansiedad o sed; Célico se acercó a una botella con agua en la esquina del área técnica y bebió un par de sorbos.

Campana logró el gol, lo celebró todo el banquillo, menos su comandante. No perdió el control. Siguió el fútbol y Lara saltó con los intentos del segundo tanto.

El hielo se rompió a los 80 minutos, cuando José Cifuentes probó con un tiro esquinado que casi venció al guardameta de Panamá. Aplausos fuertes del entrenador al disparo de media distancia que intentó “Cifu”.

La paciencia se pierde; Ecuador no cierra bien las jugadas, el partido se va de las manos. Célico dio pasos cortos con las manos en las caderas. Subió las manos pidiendo explicaciones de decisiones mal tomadas.

Jesús Castillo recibió la tarjeta roja a los 90 minutos “por una tontería”, como calificó Célico, en la rueda de prensa: con una actitud antideportiva, Castillo le lanzó el balón al rostro de un panameño. El DT se tomó la cabeza. No entendió lo hecho por Castillo y ni siquiera lo miró cuando pasó a su lado.

El Célico sonriente y amigable de siempre volvió cuando terminó el encuentro. Acogió con buen humor las preguntas de los medios locales e internacionales y se despidió con risas.

El próximo rival de Ecuador, el domingo 4 de agosto de 2019, será México en el estadio de San Marcos, en un duelo crucial para clasificar a la semifinal y pelear por una medalla. (I)

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