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El Telégrafo

Una medalla para el fervor del aficionado

Los aficionados peruanos se agolparon en las calles de Lima durante las pruebas de marcha atlética que se realizaron el fin de semana pasado.
Los aficionados peruanos se agolparon en las calles de Lima durante las pruebas de marcha atlética que se realizaron el fin de semana pasado.
Foto: Cortesía Lima 2019
07 de agosto de 2019 - 00:00 - Lautaro Andrade

El deportista sufre en un campo de juego. Sus miradas son de concentración, a veces de extrema preocupación por recuperarse de un mal arranque. Las lágrimas brotan luego de una mala jornada. Su mirada fija denota frustración por no alcanzar el éxito.

Pero hay quienes lo sienten más a pecho. Ellos no tienen la presión de esforzarse más por ganar. Sin embargo, desde el banquito en el que están sentados hacen fuerza, esperando que la suerte se acuerde de ellos.

Los fanáticos también son protagonistas del deporte. Alientan con gritos que retumban dentro de los escenarios. Aplauden y animan a los deportistas.  

Un niño de 10 años no pasaba más de un minuto quieto en su asiento. Sostenía en sus manos la bandera mexicana, la de su país, durante el partido de octavos de final de microtenis, entre el azteca Marcos Madrid y el estadounidense Nikhil Kumar, en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.

El menor vestía una gorra negra y una camiseta azul con el nombre en la espalda del microtenista de su país. El pequeño captó la mirada del resto de asistentes por la devoción en el juego que espectaba. Su padre llegó a regañarlo por los gritos.

Se cogía la cara en los remates imprecisos de Madrid. Se tapaba sus ojos. Se “comía” la bandera. En cambio, en los puntos ganados saltaba de alegría y euforia.

aficionadosUna aficionada peruana alienta a los jugadores de tenis de mesa de su país, durante los partidos que se realizaron este martes 6 de agosto de 2019. Foto: Cortesía Lima 2019

Las banderas de Puerto Rico se agitaban con ritmo en el partido de Brian Afanador y el chileno Gustavo Gómez.

Los boricuas estaban vestidos de azul, con uniformes que en la parte superior mostraban el rojo y blanco de su bandera. En cada intervalo le expresaban frases de respaldo.

En las victorias, suspiros de júbilo. Fue el encuentro más parejo y, por ende, el que más calor humano tuvo. La barra chilena no se quedaba atrás. Ganó Amador por 4-3 y las banderitas de Puerto Rico estaban por lo alto.

La presea que más animación recibe es una medalla que aún disputan venezolanos y cubanos. En boxeo, Cuba se hizo sentir con su presencia para respaldar a los pugilistas. No se callaban, una alharaca constante. Eran pocos, pero con voz muy fuerte.

La asistencia de venezolanos ha sido masiva. El nacionalismo de los habitantes de ese país hace que sus migrantes acudan a los escenarios en busca de entradas.

La barra ecuatoriana aún queda debiendo. El subsecretario Roberto Ibáñez es el principal fanático. Aplaude, se mueve, se exalta y sufre con la participación de los atletas nacionales. Incluso una de sus reacciones fue viralizada en redes sociales por su emoción en la medalla de oro del marchista Daniel Pintado en los 20 km. Para un deportista, el respaldo que recibe siempre es valioso. (I)

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