Entre el 17 y 20 de octubre se realizará en Quito la Conferencia de Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, Hábitat  III. Dos días serán clave para definir el futuro de las personas adultas mayores de las zonas urbanas de Ecuador y del mundo.     El 19 se efectuará la mesa redonda ‘Trabajando juntos para responder al envejecimiento de las poblaciones urbanas: Oportunidades y Desafíos’, y el 20 ‘Espacios públicos urbanos y personas adultas mayores’. La primera de 08:00 a 10:00 en el aula 21 de la Casa de la Cultura y la segunda en la sala 18 del mismo recinto, de 09:30 a 10:30.   Asumir el envejecimiento de la población y la urbanización son temas urgentes frente a las tendencias globales que dan forma al mundo de hoy y del mañana. Más de la mitad de la población mundial, el 54%, vive en las ciudades. A 2050 , esa cifra llegará al 66%.     El envejecimiento poblacional es un fenómeno irreversible. En la actualidad hay más de 900 millones de personas con más de 60 años. En 2030 aumentarán a 1.400 millones. Quienes hoy tienen 46 años serán parte de ese universo. En 2050 se estima que 8 de cada 10 integrantes de un hogar serán personas de edad avanzada.   Las  Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y entidades no gubernamentales como HelpAge Internacional coinciden en las cifras y en advertir que el envejecimiento poblacional se está produciendo más rápido en los países de ingresos bajos y medios. Ecuador no está libre de la llamada revolución demográfica. Según datos del censo de 2010 en el país existían más de 1’200.000 personas mayores de 60 años. Las proyecciones para 2025 del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), señalan que este grupo etario bordeará los 3’000.000. El envejecimiento poblacional tendrá un impacto muy fuerte porque cambiará la forma de vivir, trabajar, jugar, socializar y la experiencia en entornos urbanos a lo largo de la vida y en la edad avanzada. Según el estudio de la situación sociodemográfica y socioeconómica de la población adulta mayor de Quito, realizado en 2008 por el INEC, 6 de cada 100 personas de la ciudad eran adultos mayores. El 50% de la población total de personas mayores tenía 72 años. En 2008, el 50% de la población total de Quito estaba en los 25 años, mayoritariamente joven. Sin embargo, en la actualidad ese porcentaje ya superó los 30 años. Por cada 100 adultos mayores hombres existían 121 mujeres de la misma edad, lo que ratifica que el envejecimiento poblacional tiene rostro femenino. Cuatro de cada diez ancianos no estaban afiliados o cubiertos por un seguro. Quienes sí contaban con algún beneficio eran en su mayoría los hombres (69,4%) frente a un  50,8% de mujeres. Si la tendencia determina que la mayor cantidad de habitantes vivirá en las ciudades, uno de los desafíos de Hábitat III apunta a que el desarrollo urbano garantice lugares inclusivos, acogedores, de apoyo, que promuevan los derechos de los 289 millones de ancianos que viven en países de bajos y medianos ingresos. Las ciudades a menudo no logran proteger y promover los derechos y discriminan activamente, sobre todo en lo social, económico y espacialmente por ser ancianos. En lo social se expresa la discriminación a través de estereotipos negativos por motivos de edad. Esto determina que las personas mayores se mantengan al margen de la vida en la ciudad, toma de decisiones y actividades de la comunidad. En lo económico, las personas que viven con un ingreso bajo o que trabajan en el sector informal están restringidas en su capacidad para vivir cómodamente y dependen de un ingreso seguro. Y en lo espacial se relaciona con los servicios inaccesibles, vivienda inadecuada, calles hostiles, transporte público deficiente y el riesgo de los desastres humanitarios. Igual,  el aumento de la inestabilidad política puede limitar el disfrute de los derechos en la edad avanzada. La organización HelpAge Internacional presentó, a propósito de Hábitat III, el estudio ‘Envejecimiento y la ciudad: espacios de toma de trabajo urbano para las personas mayores’ que  explora los temas que enfrenta este grupo etario en los entornos urbanos. Recomienda a gobiernos y planificadores de la ciudad tomar en cuenta el envejecimiento poblacional. Espacios poco acogedores HelpAge Internacional considera que el desarrollo de las ciudades se ha centrado en el uso del vehículo, en dar prioridad al tráfico, mientras se desalienta el uso de las calles y espacios públicos. La consecuencia de dar prioridad a los autos, advierte el estudio, restringe la participación de los adultos mayores en la vida de la comunidad y contribuye al aislamiento social. A ello se suma un estilo de vida poco saludable y sedentarismos. HelpAge manifiesta la urgencia de fomentar la calidad del aire por el excesivo uso de los autos. La contaminación contribuye a las altas tasas de enfermedades no transmisibles y mata a siete millones de personas cada año. A medida que más y más personas llegan a la vejez en las ciudades, el número de adultos mayores que vive con demencia también aumenta. El diseño de los entornos urbanos, por lo tanto, tiene un gran impacto en cómo las personas experimentan esta enfermedad. Como ejemplo se menciona el trazado de las calles similares con sistemas de redes y escasa visibilidad que pueden ser un grave problema. Desastres naturales La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, por su parte, advierte que el crecimiento urbano se produce en zonas propensas a terremotos, sequías e inundaciones. Al presentarse una emergencia, las personas mayores se encuentran entre las más vulnerables. Para reducir la vulnerabilidad de las personas mayores en situaciones de emergencia, se plantea que las autoridades participen en la planificación de la preparación para desastres para asegurar que sus necesidades se entienden. Para Fernando Carrión, arquitecto y catedrático, la planificación urbana de las ciudades no responde a la misma velocidad que el envejecimiento poblacional. Requiere más tiempo, y, por lo mismo, la calidad de vida de los grupos vulnerables puede verse afectada. Los planificadores urbanos deben garantizar a hombres y mujeres mayores seguridad, particularmente en espacios y transportes públicos, para prevenir el delito y el miedo al crimen. Muchas personas que viven en zonas urbanas se basan en actividades informales, con sede en la calle, para obtener su medio de vida, como la venta de alimentos o productos de pequeño tamaño en el borde de la carretera. Este es particularmente el caso de las personas en países con bajos y medianos ingresos.   Las mujeres tienden a ser más desfavorecidas y marginadas en lo que respecta a lo formal, a oportunidades de trabajo y a actividades de generación de ingresos informales debido a su limitado acceso en todo el ciclo de vida a la educación, la tierra y otros activos productivos, y servicios financieros. Hombres y mujeres de edad avanzada a menudo se enfrentan a la discriminación por ser personas adultas mayores y son, por lo general, mal pagados, señala HelpAge Internacional. (I) Comunidades pensadas y diseñadas  por las personas adultas mayores Vivir entre amigos, con los servicios necesarios, con un estilo de vida saludable, es una de las opciones que empieza a ganar terreno en el mundo. Estudios han demostrado que el envejecimiento entre amigos tiene resultados positivos en la salud. Por ello, el proyecto de viviendas colaborativas apunta a ganar adeptos. El tipo de Vivienda Colaborativa, que naciera en Dinamarca a finales de los años 60, ha sido el modelo que han seguido las personas adultas mayores en todos los continentes para participar en el diseño, gestión y desarrollo de alternativas residenciales que convierten sus hogares en una vida con plena autonomía, dentro de una comunidad solidaria y por propia iniciativa. Se trata de casas o apartamentos privados con su cocina propia, salón-comedor, etc., junto con amplios espacios y facilidades comunes: salas multiusos, biblioteca, talleres, zonas verdes, espacios para los niños, cafetería-restaurante, gimnasio, piscina, e incluso consulta médica geriátrica. En España, las personas mayores son las pioneras en llevar esta forma de vida –organizadas en cooperativas- que conduce a una ayuda mutua que refuerza su autonomía personal y, por ende, un envejecimiento activo en comunidad, incluidas las personas con dependencia y con discapacidad. Actualmente, esta iniciativa de convivencia se ha unificado bajo el nombre de Cohousing, un fenómeno cada vez más extendido por sus óptimos resultados, y por implicar a todos los sectores de la ciudadanía. Atendiendo a esta demanda creciente, el Instituto de Mayores Servicios Sociales de Argentina ha organizado jornadas informativas sobre lo que significael Cohousing: “Autonomía y participación en la creación de alternativas residenciales”, porque entiende que en esta fórmula confluyen aspectos financieros, urbanísticos y sociales para envejecer y aprender a hacerlo con calidad de vida, en la que se busca: • Calidad en el entorno. • Una comunidad que les evite el miedo al aislamiento. • No tener dependencia familiar. • Descubrir nuevas oportunidades. Con estas condiciones se propicia la ayuda de unos a otros, y se dota a este modelo de unas características privilegiadas: • Está diseñado por las propias personasmayores, atendiendo a sus necesidades. • Están autogestionadas, y aunque existen tareas directivas, no hay líderes. • Fomenta la afinidad, el vivir juntos, pero se respeta la vida privada. • Fomenta la intergeneracionalidad, con actividades comunes con niños y adolescentes. Por ejemplo, la cafetería está abierta al público no residente. • La participación vecinal es constante, pero voluntaria. • Los hogares son adaptados y adaptables porque se generan criterios a la hora de diseñarlos: eficaces, eficientes y baratos (medioambientales y sostenibles). En Ecuador no existe todavía una propuesta de estas características, sin embargo hay algunos proyectos inmobiliarios con todos los servicios para personas adultas mayores. (I)   Datos El informe de HelpAge Internacional pide a gobiernos y autoridades de la ciudad que se tomen en cuenta los siguientes aspectos: Crear espacios urbanos compartidos, inclusivos y agradables que fomenten actividades y faciliten el acceso a servicios y oportunidades para todos. La provisión de espacios verdes y públicos que fomenten la actividad física y la interacción social. El aumento en la provisión de transporte adecuado, accesible, seguro y responsable. Promover el envejecimiento saludable y hacer frente a los principales factores de riesgo vinculados con el sector urbano. Vivir haciendo frente a las altas tasas de enfermedades no transmisibles en las ciudades, mediante la sensibilización, y fomentar la actividad física y la alimentación saludable. Estas acciones son urgentes. (I)