A nivel mundial, las mujeres son más vulnerables que los hombres. Y más aún en la vejez. No solo por la presencia de enfermedades crónicas, sino también por los límites para acceder a los servicios de salud, empleo y una buena remuneración. Aproximadamente, un cuarto de las mujeres a nivel global tiene 50 años o más, según datos del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (DAES). A medida que la población envejece, el número aumenta, por lo que se necesitará más que nunca combatir la discriminación por género. Uno de los problemas más grandes es la falta de datos sobre los derechos. La recopilación de estos sobre la violencia física y sexual contra las mujeres se hace muchas veces hasta los 49 años, excluyendo de hecho un cuarto de las mujeres a nivel mundial. En un informe realizado por la Organización de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud en 133 países, solo 17% ha presentado datos recopilados sobre el abuso de adultos mayores y del 59% que tenían leyes para prevenir el abuso de los mayores. Menos de un tercio han afirmado que estas regulaciones son implementadas. ¿Por qué los derechos de las mujeres mayores no son respetados? Cuando ocurre un abuso, muchas veces los países no están preparados para condenarlo. Un informe realizado por las Naciones Unidas en 2013 indica que las mujeres son excluidas frecuentemente de las leyes sobre violencia doméstica. Por consiguiente, es necesario un mayor conocimiento sobre la negligencia, el abuso y la violencia que las mujeres mayores experimentan. El soporte incondicional que las mujeres mayores ofrecen a la sociedad tampoco es reconocido al llegar a una edad avanzada en comparación con las otras etapas de su vida. El cuidado que ofrecen a sus maridos, a otros familiares o hijas durante el embarazo y el cuidado de los niños o nietos se da por hecho en la mayoría de las sociedades. A pesar de esto, muchos programas de desarrollo y sistemas de atención médica no incluyen a las mujeres mayores, y tampoco cumplen sus derechos. Las mujeres, al jubilarse, de igual manera reciben pensiones menores en relación a los hombres. En el mundo, y en el caso de Ecuador, otro aspecto es el cuidado que se le atribuye a las mujeres como una responsabilidad impuesta durante toda su vida. A su vejez, quienes están casadas, siguen cumpliendo las labores domésticas y atendiendo a sus esposos. Aunque no existen estudios concretos, se estima que las mujeres sufren más casos de maltrato en relación a los hombres en la vejez. (I) ¿Cómo podemos cambiar la situación? La falta de tratamientos, las enfermedades crónicas y otras discapacidades pueden tener  consecuencias terribles y debilitadoras sobre las vidas de las mujeres mayores y sus habilidades para contribuir al hogar y a sus comunidades. Ellas pueden perder su independencia y su autonomía, llegando a ser totalmente dependientes del soporte de los miembros de la familia, muchos de los cuales no están preparados para atender sus necesidades. Las mujeres mayores saben muy bien las necesidades que tienen para poder llevar una vida con comodidades básicas para la edad adulta, y cualquier enfoque eficaz que promueva el bienestar para todos de todas las edades debe incluir adecuadamente a las mujeres mayores. HelpAge conoce cada día a activistas entusiasmados, que luchan sin cesar para defender los derechos de los mayores, avergonzándose de los estereotipos a los que se enfrentan las personas mayores. Las acciones destinadas a acabar con el sexismo y la discriminación por edad no deben ignorar las formas convergentes de discriminación a las que las mujeres mayores pueden estar sujetas. Son importantes las campañas de sensibilización para denunciar los abusos y maltratos o la apropiación de su patrimonio por parte de familiares cercanos. Merece más difusión el Día Mundial de la Toma de Conciencia contra el Maltrato en la Vejez, el 15 de junio de cada año. (I)