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Prevención y tratamiento

Señales de alerta de depresión en los ancianos

Señales de alerta de depresión en los ancianos
05 de septiembre de 2015 - 00:00

La depresión en los adultos mayores es una situación tan preocupante como en los pacientes jóvenes y deteriora en forma similar su calidad de vida. Afortunadamente también existen tratamientos apropiados que incluyen recursos farmacológicos, no farmacológicos y una combinación de ambos (esta última modalidad es en la actualidad la más recomendada).

Como en otras enfermedades crónicas, particularmente en adultos mayores, cuando más tempranamente sea detectada, más rápido y más eficiente puede ser su tratamiento, permitiendo que el anciano recupere gradualmente su estado de ánimo previo, su calidad de vida y su funcionalidad, según una publicación del diario colaborativo Globedia de España.

Esto evitará que se instalen complicaciones, producto de un llamado efecto “en cascada” negativo, que en los pacientes mayores generalmente se asocia a pérdida del apetito, desnutrición, abandono de su persona, su cuidado personal y de sus tratamientos médicos (olvido de toma de fármacos o despreocupación por los mismos), para citar algunos ejemplos.

Es aconsejable tener en cuenta, sobre todo cuando se está a cargo de una persona mayor, una serie de factores de riesgo que se ha confirmado que sistemáticamente predisponen a la aparición de depresión:
Ausencia de cónyuge. Sexo femenino. Falta de una red social de soporte adecuada (aislamiento social, que no es igual a vivir solo).

Padecer enfermedades crónicas como hipertensión arterial, secuela de accidente cerebrovascular, enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple, hipotiroidismo, alzheimer, enfermedad cerebrovascular, diabetes de larga data, deterioro cognitivo, cáncer. En estos casos, se ha estimado que las probabilidades de desarrollar depresión son desde un 20 hasta un 50% más frecuentes que en los adultos mayores no portadores de dichas patologías.

Utilización de ciertos medicamentos o combinaciones de medicamentos. Esto destaca la importancia de evitar la automedicación y la necesidad del cumplimiento estricto de las indicaciones médicas.

La presencia de dolor crónico moderado a grave tiene una alta asociación con depresión. Todas las afecciones dolorosas, por más crónicas que sean, merecen ser tratadas apropiadamente y no dejadas a su propia evolución. Hoy se sabe que la depresión y el dolor comparten muchos receptores y vía en común.

Alteraciones de la imagen corporal. Es el caso de sujetos con amputaciones, sondas de alimentación, colostomías, etc.
Antecedentes familiares de depresión.
Antecedentes de intentos de suicidio.
Antecedentes de abuso de sustancias.

Este tipo de antecedentes (factores de riesgo) es lo que los profesionales indagan en las entrevistas con un paciente adulto mayor -mediante una evaluación multidimensional- que concurre por primera vez a la consulta. En casos como estos, los adultos mayores muchas veces son llevados por sus propios familiares que perciben un cambio en el estado anímico o la conducta. Pero también es importante que los familiares o cuidadores de algún adulto mayor que reúna alguna o varias de estas características estén alertas ante los primeros síntomas: pérdida del apetito, tendencia a quedarse cada vez más en cama, rechazo de la vida social, desinterés por las cosas que habitualmente le interesaban, etc.

Estos síntomas, aunque no totalmente específicos, constituirían señales de alerta de depresión en el adulto mayor.

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