Llegar a la vejez sin perder la alegría de vivir
Aida Gemaque Mendes recorrió los 200 metros finales de la etapa 45 del tramo de la antorcha que simboliza los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Río de Janeiro. Su figura delgada, piel morena, cabello blanco y paso apresurado, no pasaron desapercibidas entre los espectadores de la ciudad de Macapá, ubicada al norte de Brasil.
Tres años atrás, Aida Gemaque había establecido un récord Guiness al practicar paracaidismo con 103 años. Y, ahora, con 106 años, se transformó en la persona más longeva en llevar la llama olímpica, pero también en ser un ejemplo de cómo disfrutar esta etapa de la vida sin complejos. Todas las semanas juega fútbol con sus amigas, practica natación, baila y bebe cerveza.
La vida de Aida rompe el estereotipo sobre una vejez impedida por enfermedades, en solitario o recluida en una habitación, sin capacidad de emprender nuevos propósitos de vida. Envejecer es un proceso natural que conlleva pérdidas pero también logros, siempre y cuando se aprenda a aceptar que se pasa a otra etapa de vida.
No aceptar que cada día van pasando los años puede generar un conflicto psicológico en las personas y con su entorno. A veces hay hombres y mujeres empeñados en congelar su edad a los 40, 50 o 60 años, incluso, inician una cuenta regresiva de manera imaginaria.
Si se evalúa la vejez con los parámetros de belleza, éxito y poder siempre el saldo será negativo. Para reconocer que se está envejeciendo hace falta mucho valor. Al entrar en negación se comienza a actuar en disonancia con lo que se es y lo que se pretende ser.
En la actualidad se hace más imperioso aceptar el envejecimiento porque en todo el mundo esa es la tendencia. Para 2050 se espera que la población de más de 60 años llegue a los 2.000 millones, un aumento considerable frente a los 841 millones que existen en la actualidad.
En las sociedades, frente al envejecimiento hay prejuicios, entre ellos encasillar a las personas ancianas como pasivas, crónicamente enfermas, sin deseos sexuales o con necesidad de atención y de cuidados constantes. Se estigmatiza a los viejos y se los condena a la marginalidad social.
Hoy en día, sin embargo, se acepta que la mayoría de las personas no manifiesta alteraciones que influyen marcadamente en su funcionamiento físico, intelectual o social hasta que pasan los 80 años.
A pesar de que al aumentar la edad los procesos motores, cognoscitivos y sensoriales se hacen más lentos, la motivación y la práctica permiten superar esas desventajas y hacen que las personas de más edad se desempeñen con eficiencia.
La actitud es lo que cuenta
Cómo se enfrente la vida constituye un factor importante al momento de potenciar y conseguir un envejecimiento positivo, activo y saludable. Si bien el bienestar en los adultos mayores está asociado a factores como la salud y la condición económica, existen otros importantes como el afecto, las posibilidades de recreación, tener una vivienda propia y una alimentación adecuada.
Según un estudio del Servicio Nacional del Adulto Mayor de Chile, publicado bajo el nombre de Cómo desarrollar una vejez positiva, las relaciones que se establecen tanto con familiares como con otras personas, contribuyen, también, a generar un mayor bienestar.
El desarrollar un envejecimiento positivo es un factor determinante al momento de hablar de felicidad y bienestar en la vejez.
Las estadísticas a escala mundial, de acuerdo al estudio chileno, sugieren que a partir de los 46 años, las personas pueden experimentar un aumento en el nivel de felicidad.
Un grupo de especialistas conformado por Attilio Rigotti, Marcela Bitran y Nuria Pedrals se dedicó a estudiar las bases científicas del bienestar y la felicidad fundamentadas en los principios de psicología positiva. Encontraron evidencia sorprendente: “Existe un estudio que se hizo a novicias desde que entraron al convento hasta que fallecieron, que indica que quienes expresaban una emocionalidad predominantemente positiva en su juventud, vivían entre 8 a 10 años más que el grupo con una emocionalidad más neutra”.
Al ahondar en las razones del bienestar, Nuria Pedrals destaca: “El cerebro no se va muriendo con los años, sino que es plástico, entonces si tú, disciplinadamente pones tu cerebro en una disposición positiva y optimista, tu biología responde igual a eso y mejora la funcionalidad de distintas áreas cerebrales”.
Para un adulto mayor no es tarde, a pesar de que no haya tenido una vida muy buena, si decide partir ahora, su cerebro responde. Entonces hay que ser optimistas respecto a lo que todavía pueden hacer los mayores, porque no es verdad que están en el ocaso de la vida.
En el Informe de Felicidad Mundial 2016 que busca cuantificar la felicidad, Ecuador ocupa el puesto 51. Llama la atención que a medida que se envejece, la percepción del bienestar empieza a disminuir, lo que no sucede en la juventud. (I)
Es posible seguir creciendo cuando se es mayor
Según la Organización Mundial de la Salud “en nuestro mundo, lleno de diversidad y constante cambio, el envejecimiento es una de las pocas características que nos definen y nos unifican a todos. Estamos envejeciendo y esto debe celebrarse. Tenga usted 25 0 65 años, 10 o 120, igualmente está envejeciendo”.
Resulta difícil definir este sentimiento o incluso este hecho personal, con criterios objetivos. “Los años no pasan en balde”, “Me canso más”, “He notado que he perdido memoria”, oímos con frecuencia por una parte. “No tengo tantas ilusiones”, “Parece que todo se ha terminado”, “Me siento vacío”, escuchamos por otra. Las primeras expresiones hacen más referencia al proceso de envejecimiento físico, las segundas a vivencias relacionadas con lo personal y lo psicosocial.
Los procesos biológicos y las concepciones sociales sobre la vejez van tomando cuerpo, aunque con notables diferencias individuales: las pequeñas discapacidades físicas, la jubilación, la menopausia, la emancipación de los hijos, la pérdida de presencia e influencia social, etc., son diferentescon el portal español de psicogerontología Tiempo.
Perder alguna cosa parece que está en la base del inicio de la vejez. Podríamos argumentar que también, en otras etapas de la vida se pierden cosas; sin embargo los finales, las pérdidas en la vejez, pueden ser vividas, y a veces lo son, como algo que no va a poder recuperarse más, compensarse o suplirse.
De la capacidad de compensar, suplir, conservar o rememorar, ya sea en el plano real o en el plano psíquico, lo que hemos sido, van a depender en parte las vivencias de esta etapa; de cómo afrontamos las pérdidas y también de si sabemos afrontar el futuro y seguir creciendo como personas.
¿Es posible seguir creciendo y desarrollándonos cuando uno es mayor?, ¿No puede ser esto más que una falsa ilusión o peor, una terrible ironía? Todos conocemos a personas que lo llevan mejor y otras peor. Incluso hay personas que teniendo una edad avanzada dicen sentirse estupendamente bien; suelen explicarlo haciendo referencia al espíritu joven.
Viejos jóvenes, envejecer con éxito, viejos sabios, vejez saludable, por una parte y vivencias catastróficas, negación de la vejez, envejecimiento patológico, por otra; son múltiples las formulaciones acerca de estos procesos en diferentes sentidos.
En el libro La vejez como autorrealización personal y social, el profesor JL Aranguren diferenciaba entre ser mayor y sentirse mayor, reservando el primero de los términos para lo que llamaba tercera edad y el segundo para la llamada cuarta edad, en la cual la asistencia de los demás se haría inevitable.
Subrayar no obstante la importancia de ciertos procesos en el área psíquica: una cierta aceptación serena de los elementos propios de cada edad, una actitud optimista respecto a las propias posibilidades, una estructura lo suficientemente autónoma como para, poner en primer plano el propio proyecto vital, que permita al mismo tiempo seguir conectado al entorno social, familiar y personal, y una actitud flexible en los momentos de dependencia, serían algunos de los elementos que facilitarían una vivencia más positiva.
Las concepciones desarrolladas aquí van en el sentido de potenciar una mayor aceptación, un mayor crecimiento personal y un mayor bienestar en esta primera etapa de la vejez, así como retrasar y preparar también el advenimiento de la segunda. (I)
Aprovechar lo que se tiene en todas las edades
Con el desarrollo de un envejecimiento positivo es posible comenzar una nueva manera de vivir la vida, aprovechando lo que uno tiene, aun cuando se hayan experimentado pérdidas.
“En la adultez mayor, tú has completado una etapa de la vida llena de responsabilidades, cumpliste con el deber ser y vuelves a encontrarte con el placer. Tienes que volver a sentir que tienes derecho a ser feliz. Ya tienes hijos y nietos grandes, ya no tienes que ganarte la vida necesariamente y ahora que ocupas tus horas en tener un proyecto que te haga feliz y la responsabilidad es tuya”, resalta el estudio del Servicio Nacional del Adulto Mayor de Chile.
Al hablar de los determinantes del bienestar, las evidencias indican que hay un porcentaje importante que depende de lo que cada uno decida hacer con su propia voluntad.
“Es una etapa donde vuelves a tener más derechos que deberes y eso es algo que la gente olvida. Recupera tu libertad para el placer y cuida tu salud para eso”, agregan los responsables del estudio.
Pero la felicidad va también por el lado de la autoeficacia, de cuán capaces las personas se sienten para manejar su vida y aquí la autonomía es un concepto clave. “Los estudios indican que a una edad cercana a los 75, el nivel de felicidad empieza a bajar porque uno va perdiendo autonomía.
Esta es la etapa que se puede prevenir con el conocimiento científico que existe sobre bienestar subjetivo, que apunta a la importancia de las relaciones interpersonales como que cambiar el peso de un pie al otro y darle más importancia a otras actividades que pueden realizarse el resto de la vida, como son las actividades de servicio.
En estos tiempos en que la expectativa de vida es mucho mayor que antes, más nos vale vivir bien”, precisa la doctora Bitran. (I)
Datos
Aceptar la vejez como una etapa positiva. El conocimiento, la experiencia, la sabiduría deben ser entendidos como valores propios; transmitir esto a través de las memorias, experiencias, del consejo, de la producción propia y de la ayuda a los demás determina sentirse útiles y valorados.
La vivencia debe ser asumida como una fase de desarrollo, en la que la persona cultiva la ilusión para continuar aprendiendo y produciendo, a pesar de las limitaciones existentes (enfermedad).
La visión global, comprensiva y positiva del ciclo vital permitirá activar los recuerdos positivos y valorizantes de la vida pasada. La actitud comprensiva por los errores que se han cometido, aceptando que algunas cosas no dependían totalmente de nosotros.
Prevenir y pensar el futuro significa tener las alternativas cuando se produzcan situaciones de dependencia física o psíquica.