Entrevista / Joost Martens / director regional de helpage internacional para américa latina y el caribe
"Las sociedades deben ser más equitativas con los adultos mayores"
Los desafíos que representa el envejecimiento poblacional también estuvieron presentes en los debates de Hábitat III, evento mundial realizado la semana pasada en Quito. Joost Martens, director regional de HelpAge Internacional para América Latina y el Caribe, analiza la responsabilidad que los Estados, sociedades y adultos mayores deben asumir.
¿Qué significó Hábitat III para los adultos mayores de hoy y, sobre todo, para ese alto porcentaje que lo será en corto plazo?
Hábitat es un evento muy importante porque se junta mucha gente de la sociedad civil, universidades, gobiernos; diferentes grupos que esperan ser considerados. De aquí nace la nueva agenda urbana y es importante que se tome en cuenta a los adultos mayores. En el primer borrador había 3 referencias sobre este tema y en el documento final se logró incrementar esa suma a 27.
En todo el mundo la mitad de las personas vive en centros urbanos y su población está envejeciendo rápidamente. Mucho del crecimiento de la vejez se da en las ciudades, entonces esta combinación de vida urbana y vida del adulto mayor es fundamental.
Si las ciudades serán el espacio de mayor convivencia de la humanidad, ¿cómo lograr ese enfoque igualitario para todas las edades?
Los derechos de los adultos mayores son fundamentales. Si hablamos solo de sus necesidades caemos en un enfoque asistencialista. Los derechos humanos son de por vida. La mayor parte de la gente no tiene una jubilación.
Igualmente, se piensa que un jubilado ya no aporta a la sociedad; ese es un criterio muy equivocado porque los adultos mayores aportan a sus familias, a la sociedad, a sus comunidades, y esto hay que reconocer y verlo como un potencial. Es muy importante la aprobación de la Convención Interamericana de Derechos Humanos para las Personas Mayores. Uruguay y Costa Rica son los únicos países que la han ratificado y empiezan a reformular sus leyes y políticas a favor de la población de mayor edad. Eso es un logro.
¿Qué deben priorizar esas leyes y esas políticas públicas?
Debe ser de arriba hacia abajo, pero también desde abajo. Es muy importante que las organizaciones de adultos mayores y los gobiernos locales tengan sus actividades desde sus particularidades. Ahora se habla de ciudades amigables y hay buenos ejemplos. Silvia Gascon, de Insalud, de Argentina, expuso sobre los logros realizados en Buenos Aires. Esas prácticas deben replicarse. A nivel de las ciudades es muy importante el tema de salud, que los hospitales cuenten con servicios de geriatría, pero igual que exista un buen transporte público, seguridad, espacios verdes, veredas amplias; caminar sin tener miedo de caerse o de ser asaltado.
¿Frente al envejecimiento poblacional, el trabajo para los adultos mayores debe ser comprendido como un derecho?
Dar la oportunidad de ganarse la vida es un derecho. En Europa la pensión contributiva permite que la gente cuando tiene 65 años deje de trabajar y no pase necesidades. Algunos siguen laborando por mantener los contactos o por su rutina. En América Latina y el Caribe es diferente. Los adultos mayores deben seguir trabajando porque, si no lo hacen, no comen.
Lo ideal sería que el adulto mayor decidiera qué quiere hacer a los 65 años: descansar o seguir trabajando. El trabajo es un tema difícil para la gente, lo que planteamos es una vejez digna, con autonomía, con respeto. En los países de la región los adultos mayores trabajan en el mercado informal, entonces pueden fomentarse determinadas actividades tomando en cuenta sus capacidades.
Cuando se habla de seguridad social, el punto más complicado es cómo sostener los sistemas de pensiones...
Son muchos desafíos. Cada sociedad debe ver cómo enfrenta esta problemática. Sobre las jubilaciones hay muchos estudios y no es algo que tiene una solución única porque depende del tipo de sociedad. Con el aumento de la población de adultos mayores y la disminución de la población joven, las sociedades van a tener que acomodarse en términos de reglamentos y servicios de salud.
Bolivia, por ejemplo, es el único país que tiene una pensión social universal llamada Renta de la Dignidad; este país da $ 30 a los adultos mayores que tienen más de 60 años. Es un enorme esfuerzo y un logro, sobre todo para los adultos mayores del campo. Sin embargo, las pensiones sociales son vistas como una carga para el Estado.
Es un gasto importante, pero los gobiernos deben fijar sus prioridades, cómo gastan y ejecutan el presupuesto. La disciplina fiscal es importante porque en muchos de nuestros países la tributación es baja. Todos los que consumen deben aportar con el IVA; las empresas y la gente adinerada también. Muchas veces hay evasión fiscal, pero si hay una buena carga tributaria el Gobierno está en posición de mantener programas sociales.
¿Ser equitativos, tener una sociedad justa y solidaria sería lo ideal?
Los Estados deben tener un papel redistributivo. Es decir, cobrar los impuestos a la gente que gana bien y a las empresas para redistribuir a los que tienen poco porque no han tenido las oportunidades, no obstante, han aportado mucho a la sociedad durante su vida. Tratar bien a los ancianos es un indicador del nivel de civilización de cada nación.
¿Habrá que cambiar también la mentalidad de los políticos?
Sí. Todas las personas envejecemos y, por tanto, debemos ser conscientes de qué manera queremos envejecer y tomar las medidas para hacerlo de forma digna y con autonomía. Desde arriba y abajo, desde la localidad, implica el desafío de fortalecer la organización y los liderazgos de los adultos mayores.
Exacto, por eso es importante que los adultos mayores se organicen y se empoderen para hacer escuchar su voz. Uno de los programas de HelpAge Internacional se llama ADA, Adultos Mayores Demandan Acción. Es una actividad con tres fechas clave: 7 de abril, que es el Día Internacional de la Salud, y se reclama mejores servicios; 15 de junio, Día en contra del Maltrato y Abuso en la Vejez; y 1 de octubre, Día Mundial de los Adultos Mayores.
Nosotros fomentamos las organizaciones de adultos mayores y de las que trabajan por ellos para reclamar en estas tres fechas temas nacionales o internacionales. El 1 de octubre, por ejemplo, se lanzó una campaña contra la discriminación por la edad.
Al fortalecer la organización, ¿los adultos mayores se convierten en actores sociales?
Sí. Es muy necesario. En algunos países hay organizaciones, pero más de jubilados porque han tenido más educación y un trabajo más formal, pero es importante que también los otros adultos mayores, los del campo, se junten en todos los niveles. Las personas mayores, con el apoyo de la comunidad o de sus nietos, deben fortalecer las expresiones de las comunidades; unirse y ser una fuerza para mejorar el transporte, el acceso a la salud.
¿Los medios de comunicación deberían asumir su responsabilidad frente a estos temas?
No hablan mucho los medios de los adultos mayores por los prejuicios o estigmas hacia la vejez, porque los jóvenes representan lo bonito y son dinámicos. Hoy en día a los viejos ya no les gusta que les digan ‘qué joven te ves’. Han asumido la edad con toda la fragilidad o con las enfermedades que puedan presentarse.
Los adultos mayores son potenciales electores, ¿en este aspecto también deben hacer más notorio su papel? Son una fuerza que, además, por la educación que han tenido, tienen más conciencia cívica. Si se compara en otros países la cantidad de jóvenes con el número de adultos mayores que van a votar, los segundos son mayoría.
Tenemos el ejemplo de Inglaterra, donde los jóvenes dieron por hecho que se quedaban en la Unión Europea y no acudieron a sufragar. Los adultos mayores van a votar así llueva. (I)