La sociedad poscapitalista y consumista no brinda espacios adecuados a la población envejecida. Así lo indican especialistas renombrados como Shirley Biagi. Para ella la prensa cumple un papel principal en la conformación de las modernas sociedades. En base a investigaciones sostiene que los medios masivos se rigen por tres conceptos fundamentales: 1. Son empresas enfocadas en las ganancias; 2. Los avances tecnológicos cambian la forma de distribuir y consumir los mensajes; 3. Los medios masivos reflejan  y afectan la política, la sociedad y la cultura.

Como espejo de nuestras realidades, un conocido sociólogo francés en el examen de la llamada organización social de las apariencias, GillesLipovetsky, afirma: “La comunicación mediática se organiza bajo la ley de la seducción y la diversión, y está restructurada implacablemente por el proceso de moda, puesto que en ella reinan la ley de los sondeos y la competencia por los índices de audiencia”. Y el andamiaje mediático del Ecuador ha sido estructurado y se maneja por directrices similares, en lo relacionado al ámbito comercial.

En la misma orilla crítica se ubican intelectuales de dimensiones universales: Chomsky, Bourdieu, Toffler, Bauman, Martell, Baudrillard, etc. y decenas de pensadores en América Latina que defienden las posturas de este lado del mundo. Y el público, deslumbrado por el oropel y luces que cotidianamente recibe, inscribe sus preferencias por lo vacuo de la globalización.

Líneas similares reflejó recientemente un académico y columnista de un importante diario nacional, bajo el significativo título ‘La Cultura del Desecho’. En sus condenas a la sociedad del hartazgo que todo lo descarta, habla de ‘Basura espiritual que impide la persistencia de los recuerdos y la sobrevivencia de las memorias…’.

Como los adultos mayores del país han descendido en la escala de  cliente/comprador, no merecen espacio ni tiempo de la gran prensa y medios audiovisuales, porque está destinada a  la rentabilidad que ofrece la farándula y periodismo rosa, incluyendo el excesivo despliegue de lo deportivo. Por esta vía se ha impuesto la cruel sentencia del ‘tanto consumes, tanto vales’. La supresión en portadas y columnas editoriales de periódicos nacionales del valioso grupo de mujeres y hombres que han rebasado los 65 años de edad, se traslada inevitablemente a los comentarios que formulan diariamente algunos conocidos periodistas radiales.

La invisibilidad de las canas aumenta en las señales de radio, pero nadie formula un reclamo válido en defensa de los ‘viejos’.

Y muchos ancianos, arrinconados en  esquinas perdidas, tienen ganas y posibilidades de contribuir, con y desde sus experiencias vitales, a la construcción del Buen Vivir. (I)