Cambio de usos de la tierra
Formas tradicionales de herencia inciden en el envejecimiento del campo
Según la tradición jurídica imperante en América Latina y el Caribe, los hijos e hijas legítimos heredan por partes iguales si sus padres no han dejado testamento. Sin embargo, según la costumbre campesina, la propiedad de la tierra está esencialmente en manos de los hombres, lo que indica que los derechos formales de herencia no coinciden con las
prácticas del campo.
La CEPAL resalta que en las sociedades campesinas la tierra tiene un valor que trasciende lo económico, por lo cual los regímenes de herencia deben estudiarse también desde el punto de vista de su valor simbólico en la reproducción del patrimonio familiar. Los regímenes que otorgan prioridad al hijo varón mayor o menor buscan garantizar la continuidad del patrimonio familiar, así como asegurar el sustento de los padres ancianos.
A veces, por ejemplo, como ocurre en muchas zonas de Guatemala, aunque sea la mujer quien herede, es el hombre (esposo o hermano) el que administra el predio. No obstante, con el tiempo, las prácticas de herencia han cambiado, por efecto de factores tales como el aumento de la presión demográfica sobre una base de tierra estática, el incremento de la migración y la creciente conversión de la tierra en mercancía.
El lugar de residencia después de la boda es uno de los factores que más inciden en los distintos regímenes culturales de herencia. En algunos predominan los sistemas de patrilinealidad y de patrilocalidad, lo que quiere decir, entre otras cosas, que la pareja joven debe fijar su residencia en el hogar paterno del novio. Otra costumbre en América Latina y el Caribe es la herencia paralela: los hijos heredan del padre y las hijas de la madre.
También hay regiones, en especial en Bolivia, Ecuador y Perú, donde la práctica dominante es la herencia bilateral, esto es, que los hijos y las hijas hereden de ambos padres, en partes más o menos iguales, aunque los varones suelen resultar favorecidos en cuanto al tamaño o la calidad de la parcela.
También está difundida la práctica de que alguno de los hermanos compre a los otros, en especial a aquellos que migraron a la ciudad, la parte de la herencia que les corresponde, adquisición que se lleva a cabo en dinero, animales o cosechas futuras. Dado que las mujeres suelen vivir más que los hombres y, por tanto, sobrevivir a su cónyuge, la posibilidad es que la viuda herede legalmente la propiedad y el control de la finca familiar.