La Carta ‘Equidad de Género en un Mundo que Envejece’ se presenta en argentina
En la vejez, las mujeres tienen menos tiempo para dedicarse a su cuidado y salud
Carta sobre Género y Envejecimiento ‘Equidad de género en un mundo que envejece’ es el nombre del documento elaborado por un grupo de profesionales de distintos países y fuera adoptado en el II Foro Internacional sobre Longevidad, una iniciativa del Centro Internacional de Longevidad de Brasil en 2014. Temas centrales son salud y aprendizaje durante toda la vida.
En el documento se señala que el impacto de las construcciones sociales de género “se sienten en todas las etapas de la vida” y que estos “modelos rígidos imponen una pesada carga sobre los individuos y dan como resultado importantes consecuencias progresivas en la salud y bienestar y una subutilización de los recursos de la sociedad”.
Otro tema fundamental constituyen los desafíos para la equidad de género frente al fenómeno del envejecimiento de las sociedades. Los especialistas consideran la importancia de replantear los roles impuestos culturalmente a los hombres y las mujeres, eliminar la discriminación, fortalecer las acciones en el ámbito de la salud, la educación, en la seguridad y la participación de las personas mayores.
“Las mujeres mayores de hoy son producto del lugar que tuvieron a lo largo del ciclo de la vida. El lugar que la mujer tuvo en la historia, en la sociedad, siempre fue diferente del varón. Ellas se ocupaban de miles de cosas, eran amas de casa, cuidadoras familiares, a la vez trabajaban afuera y, en muchos casos, cobraban menos que un hombre. No estuvieron en una posición lineal con ellos”, dado el modelo patriarcal, destacó la presidenta de 17 centros internacionales de longevidad de Argentina, Lía Daichman.
Asimismo, señaló que “el acceso de las mujeres a la educación fue mucho menor que los hombres”. A pesar de que las mujeres viven más, esos años no siempre son tan buenos. Su situación económica comparada con la de los varones es menor. Y respecto a la salud, destacó que, “pese a que las mujeres toman más conciencia de las enfermedades, tienen menos tiempo para dedicarse a su cuidado”.
Para la directora nacional de Políticas para Adultos Mayores del Ministerio de Desarrollo Social, Mónica Roqué, el porcentaje de mujeres es superior al de los varones en casi todo el mundo y se sigue incrementando porque viven más tiempo. En Argentina, la esperanza de vida de las mujeres es de 80 años; de los varones es de 73.
Daichman insistió en que la Carta sobre Género y Envejecimiento, firmada por varios países, es multinacional, multicultural. Considera que “la revolución de la longevidad necesita de una evolución de un nuevo paradigma, uno que incluya un nuevo contrato social entre los hombres y las mujeres, basado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos e incorpore los principios de igualdad, dignidad y responsabilidad”.
Entre los desafíos de la carta se menciona la necesidad de cambios fundamentales en la forma en que vivimos, trabajamos, nos retiramos, aprendemos y brindamos cuidados. Las potencialidades en cada etapa del curso de la vida deben ser aceptadas como un tema de derechos humanos, para poder lograr una amplia participación y contribución de todas las personas y construir una sociedad cohesionada.
En la Carta sobre Género y Envejecimiento, además, se reconoció la importancia del empoderamiento de mujeres y hombres como un medio para facilitar su plena participación en todas las áreas, mediante: el replanteo de los roles basados en el género en la educación, empleo, actividades recreativas, cultura y religión; construir lugares de trabajo democráticos que sean seguros, de apoyo e inclusivos para mujeres y hombres de todas las edades; afirmar la equidad de género como un prerrequisito para construir una sociedad democrática a través de la plena integración de mujeres y hombres en los procesos de decisión civiles y políticos.
Para la vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG), Margarita Murgieri, el género se basa en conceptos patriarcales donde la mujer se situaba dentro del hogar, lo doméstico y el rol reproductivo; y el varón en el ámbito público, de poder y éxito. “Cuando se habla de rol reproductivo -explicó- no solo se habla de tener hijos sino del tema del cuidado. La mujer no solo iba a tener los hijos sino que los iba a cuidar y eso se hacía extensivo al cuidado de las personas con discapacidad, con enfermedad y a las personas mayores de la familia”.
Destacó que en el modelo patriarcal “está naturalizado que ese trabajo va a depender del afecto, de un deber moral de las mujeres de ejercer cuidado con las personas de la familia y que tienen habilidades para hacerlo por el solo hecho que son mujeres”. En este sentido, la Carta sobre Género y Envejecimiento promueve que el cuidado también sea masculino, que los hombres se dediquen a esta tarea.
También en el documento se enfatizó que la necesidad de “una cuidadosa atención a todos los determinantes sociales de la salud con un fuerte foco en la igualdad de género”. Para ello se requiere:
* Promover la salud y prevenir el conjunto de discapacidades y enfermedades crónicas reduciendo los factores de riesgo a lo largo del curso de vida, con un énfasis en aquellos relacionados con el género.
* Equidad en el acceso permanente a servicios de salud adecuados brindados por profesionales que reconozcan y respondan a las necesidades físicas y psicosociales específicas, tanto de mujeres como hombres de todas las edades.
* Establecer sistemas coordinados de apoyo para cuidadores que afirmen el valor social y económico de brindar cuidados y den respuesta a los múltiples y diversos roles y necesidades que brindan un amplio abanico de cuidados. (I)