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Ecuador, 01 de Febrero de 2025
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El Telégrafo
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Consecuencias

En jóvenes y mayores de 60 años, el licor es una forma de escape de la realidad

El alcohol es una droga tan difundida pero poco combatida en la sociedad. Interfiere con la capacidad de relacionarse, trabajar y puede, incluso, generar conductas autodestructivas.

Varios estudios de organizaciones de salud pública señalan que entre un 2 y 3 por ciento de la franja etaria que abarca a las personas con más de 65 años sufre esta adicción.

En estas edades, el alcoholismo puede adoptar dos formas.

Una terminal, que se caracteriza por la dependencia física, y a la que las personas mayores llegan luego de ‘una larga carrera’ de 10, 15 o 20 años de beber en forma constante. Estos alcohólicos considerados crónicos suelen estar bastante deteriorados y presentan signos característicos como la pérdida de la memoria y demencia, entre otros.

La otra forma constituye el grupo de alcohólicos mayores, aquellos que al igual que los jóvenes utilizan el alcohol como una forma de escape de una realidad difícil de asumir.

Recientes estudios señalan que beber alcohol en exceso, fumar y tener niveles elevados de colesterol en la mediana edad están asociados con la aparición de la enfermedad de Alzheimer en la tercera edad.

Los especialistas recomiendan el apoyo psicológico como algo fundamental en el proceso de envejecimiento. Los adultos mayores con una autoestima elevada, tienen menos posibilidades de desarrollar cualquier tipo de adicción. De igual manera se resalta la importancia de la creación de redes sociales de apoyo, que permitan la inclusión y participación de las personas de más edad.

Uno de los aspectos principales es evitar la soledad de los adultos mayores y por ello se enfatiza en la creación de espacios para hombres y mujeres, en los cuales fortalezcan un objetivo de vida.

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