El cambio del modelo de familia se debe especialmente a las nuevas oportunidades laborales y formación profesional, para hombres y mujeres. En el caso de España se señala en particular la incorporación de las mujeres al ámbito laboral.

A diferencia de las mujeres que en el pasado se dedicaban al cuidado de los hijos sobre el empleo, ahora son parte de la fuerza laboral, incluso ocupan altos cargos. Esta situación es similar en Ecuador. En la actualidad es común que hombre y mujer en un matrimonio o en unión libre trabajen y por lo mismo prioricen sus expectativas laborales frente a las familiares.

El psicólogo Enrique García Huarte, citado en la publicación del portal informativo español, señala que como consecuencia de esta realidad, “caminamos hacia el modelo de ‘parejita’ sociológica, en lugar de las familias numerosas de mediados del siglo pasado, lo que dibuja un futuro demográfico con un alto porcentaje de población envejecida y con serias dificultades para el mantenimiento del sistema público de salud.

El Instituto de Política Familiar (IPF), en un Informe de la Evolución de la Familia en España en 2014, advirtió sobre el fenómeno de ‘vaciamiento de los hogares’. Una realidad derivada de la baja tasa de natalidad. El porcentaje de hogares en España en los que no hay ‘ningún hijo’ alcanza el 46 %.

Como consecuencia de esta nueva realidad, cada vez hay más hogares (se han incrementado en un 58% desde 1991), pero estos tienen  menos miembros.

En el caso de Ecuador, los hogares estaban conformados el año 2010 por 3,8 integrantes, frente a los 4,2 miembros en el 2001. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) destaca una reducción del tamaño de los hogares en los últimos 10 años.

De igual manera, en la última década, resalta el INEC, el número de hogares de una persona se incrementó en 74,5%, llegando a 459.610.

Así, la composición de hogares muestra un cambio estructural, incrementándose los hogares con menos personas.

De acuerdo a los registros de nacimientos, en los últimos 20 años la tasa de natalidad muestra una considerable reducción, al pasar de 26 nacimientos por cada 1.000 habitantes en 1990, a 21 en el 2009.

Si antes a quien llegaba a los cuarenta soltero se le consideraba que su tiempo pasó o ‘se quedará para vestir santos’, pronto ellos serán la mayoría.