La mayoría de países tiene una tasa de fecundidad por debajo de 1,5 nacimientos por mujer
El envejecimiento en Europa y Asia central: ¿Panorama gris o edad de oro?
Las consecuencias del envejecimiento poblacional empiezan a ser visibles. En países desarrollados de Europa y Asia central este fenómeno actualmente afecta a las sociedades y no a las personas, una tendencia demográfica impulsada sobre todo por la disminución de las tasas de fecundidad y no por la mayor longevidad.
Actualmente las tasas de fecundidad en Europa han descendido hasta unos niveles muy bajos. La mayoría de los países tiene una tasa de fecundidad total por debajo de 1,5 nacimientos por mujer. Varios estudios recientes sugieren que estas tasas han alcanzado un umbral a partir del cual la tendencia es a seguir descendiendo. Una vez que cae por debajo de 1,5 es muy difícil que se recupere.
Según datos de la Unión Europea, la esperanza de vida aumentó en 8 años entre 1960 y 2006. Hasta el 2050 podría seguir aumentando en 5 años más, lo que provocaría una mayor proporción de personas que viven hasta los 80 y 90 años, a menudo en situación de fragilidad.
Una tabla de salvación ante esta situación es la inmigración. 1,8 millones de inmigrantes con destino a la Unión Europea en 2004 y 40 millones en 2050, según las proyecciones de Eurostat. Esto podría compensar los efectos de la baja fecundidad y de la prolongación de la duración de la vida.
El número de europeos en edad de trabajar (entre los 15 y los 64 años) en la EU-25 disminuirá en 48 millones entre 2006 y 2050, y el coeficiente de dependencia previsiblemente se duplicará, llegando al 51% en 2050. Este cambio demográfico irá acompañado de profundos trastornos sociales: Protección social, vivienda, trabajo en todos los países afectados por el reto del envejecimiento de la población.
El Banco Mundial publicó en esta semana el informe “Edad de oro: Perspectivas para un envejecimiento saludable, activo y próspero en Europa y Asia central”, que concluye que las consecuencias sociales y económicas del envejecimiento de la sociedad son complejas y diversas, aunque no necesariamente negativas.
Señala que en diversas áreas de políticas existen importantes oportunidades que, si se aprovechan, pueden ser útiles para que las sociedades promuevan un envejecimiento más dinámico, saludable y productivo. En términos demográficos, Europa y Asia central son las regiones más antiguas del mundo.
En Europa central y oriental, la edad promedio de la población es 10 años más alta que en el resto del mundo; por otro lado, los países relativamente jóvenes, como Turquía y los de Asia central, están alcanzando los mismos niveles, con rapidez y en un tiempo menor.
En muchos países de la región, las personas se están adaptando al nuevo cambio demográfico, pero aún subsisten muchas preocupaciones y temores. Existe la creencia generalizada de que los sistemas de pensiones y de salud se verán comprometidos, dado que, para sostenerlos, un número creciente de adultos mayores dependerá de los aportes de un menor número de trabajadores.
En el informe presentado por el Banco Mundial se sugiere que, si los gobiernos permiten que las personas participen más y durante un tiempo más prolongado en el mercado laboral, los índices de dependencia podrían, en realidad, permanecer bastante estables. “Existe la arraigada creencia de que el envejecimiento de las poblaciones y la declinación económica van de la mano”, enfatiza Hans Timmer, economista en jefe del Banco Mundial para Europa y Asia central. “Sin embargo, el hecho de que haya una cantidad menor de cohortes jóvenes permite brindar a estos grupos una educación de mejor calidad y un mayor capital, fomentando así su productividad”.
Por otro lado, la productividad no se reduce inevitablemente con la edad, mientras que las habilidades sí cambian a medida que crecemos. El informe muestra que las empresas pueden aprovechar estos cambios y aumentar la aplicación de técnicas de producción que utilicen más aquellas habilidades que mejoran con la edad.
Cambios al sistema social
En Europa y en Asia central, enfatiza el informe, es necesario aplicar en muchas áreas de políticas medidas de adaptación audaces para favorecer un envejecimiento activo, saludable y productivo. Estas áreas incluyen mucho más que reformar los sistemas de pensiones y transferencias intergeneracionales: entre otras cosas, modificar los sistemas de salud para orientarlos al cuidado preventivo, los cuidados primarios y el aumento de los diagnósticos; reformar los sistemas educativos para fortalecer las habilidades cognitivas necesarias para un empleo productivo y vidas laborales más prolongadas, y reformar las instituciones de mercado para que las mujeres puedan conciliar sus objetivos familiares y profesionales, y para que los adultos mayores puedan trabajar con horarios más flexibles.
“En el informe del Banco Mundial se brinda un excelente panorama de los diversos desafíos a los que se enfrentan los países europeos y de Asia central debido al envejecimiento de sus sociedades”, manifestó Hans Jörg Schelling, ministro de Finanzas de Austria. “En verdad, los problemas no son nuevos, pero los encargados de formular las políticas en Europa aún están intentando descifrar cuál es la combinación adecuada de políticas para que nuestra población pueda envejecer dignamente en la actualidad y en el futuro. Las conclusiones del informe son un valioso aporte a los debates en curso tanto de los economistas como de los encargados de formular las políticas”.
Para tener éxito, un paquete de políticas destinado a abordar el envejecimiento de la sociedad debe ser sostenible y equitativo, y abarcar todo el ciclo de la vida apoyando la educación, las familias, el trabajo y la etapa jubilatoria.
Si esto sucede —se concluye en el informe—, las sociedades de Europa y Asia central pueden acercarse a lo que en la mitología antigua se describe como la “edad de oro”: Un estado de armonía, estabilidad y prosperidad donde las personas viven muchos años con salud. (I)