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Ecuador, 29 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Centenarios, el segmento que más crece

El cumpleaños de Rosita Elena Cunalata fue a lo grande en el centro gerontológico de Riobamba regentado por el MIES. Sus compañeros se unieron al festejo de esta mujer que nació el siglo pasado.
El cumpleaños de Rosita Elena Cunalata fue a lo grande en el centro gerontológico de Riobamba regentado por el MIES. Sus compañeros se unieron al festejo de esta mujer que nació el siglo pasado.
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¿Que cuántos años tengo? ¡Qué importa eso! ¡Tengo la edad que quiero y siento! La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso. Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido... Pues tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos. ¡Qué importa cuántos años tengo! ¡No quiero pensar en ello! Pues unos dicen que ya soy viejo, otros ‘que estoy en el apogeo’. Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.

Estos bellos fragmentos del escritor, poeta y dramaturgo portugués José Sousa Saramago describen muy bien el transitar de la vida durante la vejez, marcada por la libertad de vivir y sentir; una imagen lejana del estereotipo del pobre anciano solo y sin aliento para continuar su camino.

Envejecer es un regalo de la vida. Sin duda. No todos tienen la dicha de llegar a la vejez, de sumar años y experiencias. Para describir esta etapa se manifiesta que “entre la niñez y la vejez hay un instante llamado vida. La vida es un frasco de suspiros, de tropiezos, de aprendizajes, de placeres y de sufrimientos. Por eso, en sí misma, es maravillosa (...) Cumplir años debería ser un motivo de alegría. Cada día significan 1.440 minutos de nuevas opciones, de maravillosos pensamientos, de cientos de matices en nuestros sentimientos”.

No se debe temer a la vejez  porque es una etapa también de disfrute y a la cual cada vez llegarán más y más personas, gracias a los adelantos científicos, de la medicina, los cambios de estilo de vida sedentarios por saludables.

En todos los países, incluido Ecuador, las proyecciones del número de personas que sobrepasarán los 100 años son altas. Mientras en 2010 la esperanza de vida en el país fue de 75 años, en 2050 la misma subirá a 80,5 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Las mujeres son quienes más años vivirán. Su expectativa de vida para el 2050 será de 83,5 años, mientras de los hombres 77,6. Actualmente, Loja es una de las provincias con mayor esperanza de vida en Ecuador, con 78 años, seguida de Azuay, con 77,6.

Paralelamente a una mayor expectativa de vida, también la población en Ecuador se incrementará considerablemente. En 2012 y según las proyecciones, el país tenía 15,5 millones de habitantes; para el 2050 serán 23,4 millones, según el mismo INEC.

Si esas son las proyecciones a mediano plazo, no debe extrañarnos que cada día veamos más personas viejas y superando la barrera estimada de expectativa de vida.
En la actualidad ya no sorprende mirar cómo muchas personas llegan a los 100 años de vida o más, como fue el caso del japonés fallecido hace pocos días, Yasutaro Koide, reconocido como el hombre más longevo del mundo por el Libro Guinness de los Récords, por sus 112 años de vida.

En América Latina y el Caribe los centenarios también se multiplican. En un artículo publicado en la Red Latinoamericana de Gerontología se describe como activas, alegres y solidarias a las personas que cumplieron 100 años en Cuba, país de larga trayectoria en la investigación de centenarios. En otros países, como Argentina, se está comenzando a profundizar el estudio de esta población, porque el crecimiento es enorme. En este país existen 2.892 mayores de 100 años, un 56% más que en 2001, cuando había 1.855.

En el mundo se estima que los centenarios son 340.000. Un estudio de la Universidad de Dinamarca y el Instituto Max Planck de Alemania asegura que el 50% de los niños nacidos en 2000, en el primer mundo, vivirán más de 100 años, y el 75%, 75 años.

Centenarios en Ecuador hay muchos, aunque no existen cifras exactas. Un reporte del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), por ejemplo, da cuenta de los cumpleaños por los 100 años de varios adultos mayores que están ubicados en los centros gerontológicos en diferentes lugares del país.

Rosita Elena Cunalata cumplió el 22 de diciembre de 2015 los 100 años de vida. Cuando ella nació en el Ecuador gobernaba Leonidas Plaza Gutiérrez. En Riobamba, recuerda, recién comenzaban los trabajos para contar con agua entubada. Todo era diferente en ese entonces. Esta mujer centenaria es parte del Centro de Atención del Adulto Mayor CAIAM de Guano (Chimborazo). Al festejo se unieron todos sus compañeros.  

Rosita Elena fue una de las personas evacuadas por la erupción del Tungurahua en 2000. Pasó de casa en casa hasta que una amiga de Guano la acogió en su vivienda, y luego llegó al gerontológico del MIES, en donde su calidad de vida mejoró considerablemente.

En otros centros que son apoyados por el Ministerio de Inclusión  también tienen personas “centenarias”. Hace poco se celebraron los 100 años de vida de don Segundo Floresmilo Romero Arias, quien nació el 16 de agosto de 1915, y los 102 años de vida de Luz Mercedes Cargua Guisnan. Ambos viven en el centro Virgen del Carmen, de Chambo. En el centro Virgen de Agua Santa, de Chunchi, se encuentra Manuel Cisneros, que cumplió 103 años.

El Ministerio de Inclusión Económica y Social apoya a estos centros para la alimentación, con profesionales y provee de la norma técnica que debe ser cumplida para el bienestar de los adultos mayores.

En Nizag Alto (Alausí), Natividad Tapay el 14 de noviembre cumplió 100 años, todo un acontecimiento en el sector. En Riobamba, Riquilda Robalino también cumplió sus 100 años. Ellas, al igual que otras personas adultas mayores reciben la pensión jubilar no contributiva de $ 50 mensuales que les otorga el Gobierno.

Fuera de los centros gerontológicos del MIES también hay otros adultos mayores que han sobrepasado los 100 años de vida. Entre ellos José Caiza, Carlos Tituaña, María Aigiaga, que residen en el cantón Pedro Moncayo, en la provincia de Pichincha.

Si en los próximos años los centenarios serán cada vez más, es el momento de planificar ese futuro, desde la atención de servicios especializados, cuidados y acceso a la salud, pero también desde los programas de inclusión, participación, que garanticen su calidad de vida hasta la vejez. (I)

El boom de la longevidad es una realidad y un desafío para los estados

“Si bien en la historia de la humanidad, aún en las cavernas, hubo centenarios, eran una especie de superhéroes psico-biológicos, capaces de resistir todo tipo de embates. En cambio hoy, con las pastillitas verdes, rojas y azules cualquiera llega a viejo. De manera que los centenarios no son una novedad.

El boom de la longevidad es una realidad estadística, el desafío de las ciencias biológicas y sociales es que los años que le agregamos a la vida sirvan para estar más tiempo en el club y no más tiempo en el geriátrico”, explica Juan Hitzig, médico y profesor de Biogerontología, en una publicación del diario argentino Clarín. El especialista asegura que ser un longevo saludable depende de cinco puntos: la salud y su mantenimiento, el alimento, el movimiento, el pensamiento y el sentimiento.

¿Cualquiera llega a los 100? “Muchos estudios nos indican que los centenarios parecen tener condiciones particulares a nivel psicológico. Llegar a cierta edad no solo es producto de una genética, sino de condiciones psicológicas y sociales que los hacen más aptos para evitar condiciones de estrés psicológico que puedan incidir negativamente en la longevidad. Hoy sabemos que las personas que logran mantener fuertes propósitos vitales se sienten útiles, tienen más redes sociales de apoyo, son más optimistas, suelen vivir con menos enfermedades, discapacidad e incluso vivir más tiempo”, asegura Ricardo Iacub, psicólogo, especialista en vejez. Y cita a Thomas Perls, de la Boston School of Medicine: “Los centenarios constituyen un grupo selecto de individuos con una historia de envejecimiento lento, y que han dilatado la aparición, o escapado, de la presencia de enfermedades asociadas con la vejez, como cáncer, trastornos cerebro-vasculares, enfermedades cardíacas, diabetes, obesidad y Alzheimer”.

¿Qué se puede hacer? Los especialistas dan cuenta de nuevos programas que tratan de acercarse a las necesidades de este grupo, como formadores de cuidadores domiciliarios y centros de día, pero también dicen que hace falta mucho más. “Habría que crear un Plan Nacional que responda a la satisfacción de todos los adultos mayores -dice Kanje-. Hay que saber que la asistencia a la vejez es un deber del Estado sostenido por el grupo familiar”. “Creo que hace falta que el sector privado empiece a desarrollar proyectos más específicos para estos grupos”, dice Iacub.

Datos

Por primera vez en la historia, la mayoría de las personas pueden aspirar a vivir hasta entrados los 60 años y más. Esto tiene profundas consecuencias para la salud y para los sistemas de salud, su personal y su presupuesto.

A nivel mundial, el segmento de la población que está experimentando un crecimiento más rápido es el más viejo. La proporción de centenarios es la que más rápido crece en la población, seguida del grupo de 80 a 99 años.

Datos empíricos demuestran que la pérdida de capacidad generalmente asociada con el envejecimiento solo se relaciona vagamente con la edad cronológica de una persona. No existe una persona mayor ‘típica’.

La diversidad resultante en las capacidades y las necesidades de salud de las personas mayores no es aleatoria, sino que se basa en hechos ocurridos a lo largo del curso de la vida.

Aunque a la larga la mayoría de las personas mayores experimentarán múltiples problemas de salud, la edad avanzada no implica dependencia y disfrute de la vida.

Nuevos objetivos de vida son lo que se deben fomentar en los espacios de recreación de los adultos mayores.

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