El cuidador o cuidadora familiar pasará por diversas fases de adaptación al cuidado. Detallamos a continuación las principales que le servirán para ejercer de mejor manera su actividad.

1. Negación del problema: Le será difícil darse cuenta de que su familiar necesita ayuda, le costará mucho ver, entender y aceptar que su pariente padece un deterioro físico o mental. Se puede enojar con la persona a su cargo, creer que solo está distraído o que no realiza sus actividades por capricho.

2. Búsqueda de información: Conforme las dificultades del familiar se hacen más evidentes y el cuidador va aceptando que necesita ayudarlo, se da cuenta que la vida de su padre, madre, hijo y de quienes lo rodean se verá alterada. Por esa razón, el cuidador empieza a investigar  sobre la dolencia de su pariente, quiere saber todo acerca de la enfermedad o de la discapacidad: causas, evolución, si tiene cura o no, cuidados específicos, ayuda especializada, grupos de autoayuda para familiares donde poder hablar de lo que le genera esta situación (ira, malestar, culpa, frustración, entre otros).

Además, en esta fase es donde empieza a pensar cuáles serán los efectos de esta situación a nivel económico, laboral, familiar, etc.

3. Organización de los cuidados: Al contar con información y con el establecimiento de una red de apoyo familiar y social, el cuidador podrá organizar las nuevas responsabilidades y distribuirlas entre toda su red de apoyo. De ese modo el progresivo deterioro de la persona adulta mayor que está siendo cuidada será enfrentado con más recursos (humanos y materiales) para controlar las diversas situaciones que se presenten.

4. Adaptación: Si bien no todos los cuidadores llegan a tener el control de las diversas situaciones, muchos de ellos pueden lograr adaptarse a las demandas de la persona cuidada, gracias a la red de apoyo que les ha permitido conocer experiencias similares; en algunos casos ejercitando la paciencia, la tolerancia y la mayor disposición a un cuidado saludable, sin dejar de lado el desarrollo de actividades placenteras para sí mismos. Esta fase permite la reminiscencia de la vida del familiar cuidado, recordando la relación entre este y el familiar que lo cuida, reconstruyendo una imagen positiva de la persona mayor, fuera de la enfermedad o discapacidad de la que pueda ser objeto en ese momento, lo que hará mucho más confortable el trabajo del cuidado.

Las fases de adaptación al cuidado están atravesadas por diversas emociones y sensaciones de parte de los familiares cuidadores. Lo importante es la capacitación permanente del cuidador y para ello en la actualidad existen centros de educación especializados, principalmente en España, que brindan cursos por internet, lo que permite contar con más herramientas.