Tamara Salazar practicó atletismo entre los 8 y 12 años. Hacía salto largo, salto triple, corría los 100 metros planos e integraba la selección de postas de la provincia de Imbabura. Pero un día, uno de sus entrenadores se percató de que tenía mucha fuerza en sus piernas y le sugirió incursionar en otros deportes.

Fue así como llegó a un pequeño gimnasio en su natal Pusir Grande, una comunidad afroecuatoriana que está asentada en medio de la cadena montañosa que escolta al río Chota, en el límite entre Imbabura y Carchi.

Su casa está en medio de la montaña, donde viven unas 500 familias. Para llegar allí hay que transitar por un camino estrecho y lastrado de 6,5 kilómetros desde la avenida Panamericana.  

En ese gimnasio, Tamara empezó a forjar su carrera en la halterofilia. El sitio no es el mejor del mundo, pero tiene lo justo. No tiene lujos ni máquinas de última tecnología, pero tiene las barras y las pesas que le han permitido mantenerse en forma. Allí se entrena todas las tardes por tres y cuatro horas consecutivas.

Ese entrenamiento silencioso pero sostenido le ha permitido sobresalir a escala mundial. Este jueves 26 de septiembre, en Tailandia, Salazar se colgó dos medallas de bronce mundiales en envión y en el total de la división, 87 kilogramos.

? #Deportes | Este es el momento en el que #TamaraSalazar es premiada por su bronce en la modalidad 87 kg del Mundial de Tailandia.
¡Tercer lugar en el mundo! ???? pic.twitter.com/IUiNc39D0I

— #ConÑeque! (@DeportesPU) September 26, 2019

Salazar, de 22 años (en los mundiales del año 2018 logró una plaza y un bronce cuando competía en -81), levantó 144 kg en envión y sumó un total de 252 kg en su categoría. La “tricolor” terminó por debajo de la china Wang Zhouyu y la norcoreana Kim Un Ju, que se quedaron con las preseas de oro y plata, en ese orden.

A las dos medallas de bronce de Salazar se suman los dos bronces mundiales que consiguió Neisi Dajomes, en arranque y total, en la categoría 76 kg, el 24 de septiembre pasado. Ambas halteristas sumaron puntos clasificatorios para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Estas no son las primeras medallas mundiales de Tamara Salazar. En noviembre de 2018 se colgó una de plata y una de bronce en el mundial de Turkmenistán, en la categoría 81 kilogramos.      

Su familia ha sido incondicional durante su carrera deportiva. Tiene cinco hermanos que la admiran y la consienten cuando está en casa. Ellos y sus padres son las razones de su vida. “Los ocho estamos juntos siempre, en los buenos y en los malos momentos. Son mi orgullo y por ellos entreno todos los días”, contó antes de viajar a Tailandia. (I)