“No, me dije, no puedo perder 2 veces el mismo día y con el mismo rival. La primera y la última pelea de los Juegos de Toronto fueron contra el dominicano Anel Castillo. En la primera perdí por confiado, creí que podía ganarle, empatar con el brasileño Wellington Barbosa, ganarle al canadiense (Christopher de Sousa) y pasar a la fase final.  

Pero en el momento que perdí con Castillo me tocó virar la torta y derrotar al brasileño para acceder a la final. Así que desde el principio de la pelea por la medalla de oro me convencí de que podía ganar. No saldría confiado, sabía lo que debía hacer y ataqué desde el primer instante.      

Yo soy muy rápido para los golpes con los brazos, así que decidí no lanzar muchas patadas. Estuve muy tranquilo y motivado para ganar y todo salió como lo planifiqué: todos los puntos que marqué fueron con ataques de los brazos.

Mi entrenador, Luis Valdivieso, me daba indicaciones constantes, es que suelo caer en los errores de quedarme en las distancias cortas o quedarme estático. Cuando me veía hacer eso siempre intervino, me pidió mucha movilidad y que no le haga notar al  rival el momento que iba a salir. Eso es lo que traté de hacer en este combate, moverme mucho y esquivarle, anular sus golpes y contraatacar con contundencia.    

Cuando estoy peleando no me acuerdo de nada, estoy 100% concentrado en lo que voy a hacer. A veces soy un poquito negativo, como cuando me pateó y pensé que los jueces le darían un punto a él; me preocupé, me preguntaba qué haría si eso pasaba. Estuve pensando muchas cosas, pero como no le dieron punto me tranquilicé y seguí desarrollando el combate.  

Creo que hice un buen torneo, perdí (11-6) con Castillo, pero las otras peleas las gané con bastante diferencia: 8-0 a Wellington Barbosa, 12-4 al canadiense Christopher de Sousa, 9-1 al cubano Jander Tiril y 6-2 a Castillo.  

Después de la pelea me abracé con mis compañeros, le dije a Jacky (Jacqueline Factos, karateca de los 61 kilos) que esté tranquila, que si ese no fue su día para ganar una medalla, seguro lo hará en otra ocasión. Somos una familia y todos nos respaldamos. Luego vino lo más emocionante, porque lo más hermoso en la vida de un deportista es cantar su himno en otro país.

Ahora que estamos en el país me siento feliz. Muy linda la gente, la verdad, no he parado de recibir mensajes de felicitación. Agradezco a todos por habernos dado la oportunidad de representarlos, porque nos apoyan mucho, nos dan ganas de seguir creciendo y dando alegrías para el país.

Nosotros luchamos día tras día por conseguir nuestros objetivos, no solo por el karate nacional, sino por todos los ecuatorianos.

Los seres queridos

Me siento contento de volver a casa, de ver a mi esposa y a mi hijo, a todos quienes se preocupan por lo que hago. Soy primo de los futbolistas Guerrón (Hugo, Joffre y Juan). Hugo me mandó un mensaje de parte de toda la familia diciendo que me felicita y siempre están pendientes de todo.

Siempre me gustó el fútbol, cuando vine a Quito a la edad de 15 años me presenté en el equipo de mis amores, El Nacional, y entrené 2 meses. Como dije algún día, si me retiro del karate seguiré jugando fútbol porque fue la base del deporte para mí.

Me gusta tanto, que juego en cualquier posición. En 2011 participé en la segunda categoría de Cotopaxi, en el Manchester de Latacunga; el primero y segundo clasificaban a la primera B, pero quedamos terceros. Tres meses me alejé del karate, pero la temporada se acabó y volví al tatami.

Un pilar fundamental en mi vida es mi esposa, Verónica Anangonó, pues un tiempo me despeché y no quería saber nada del karate, ella estaba recién embarazada de mi hijo (Matías Josué, de 2 años 9 meses) y yo conseguí un trabajo  en el área de seguridad del Centro Comercial El Recreo.

Estuve 2 meses con ese empleo, volví al deporte porque ella insistió, me decía tú eres bueno, no dejes de lado tantos años de entrenamiento, vas a tener grandes oportunidades y le vas a dar muchas medallas a tu país y a tu familia.

Yo le agradezco inmensamente, la verdad. Cuando uno está lejos se sufre, me he perdido los cumpleaños de ella, de mi hijo, porque he estado en otra parte del mundo.

Duele, pero creo que todo sacrificio tiene una recompensa. Ahora la preparación ha cambiado, con el Plan de Alto Rendimiento podemos ir a practicar a otros países y crecer en experiencia. Creo que las medallas que ganamos en los Juegos de Toronto son el reflejo del apoyo recibido”. (I)