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Leonela y Jacqueline, amigas inseparables gracias a la lucha

→ Jacqueline Mollocana (i) posa junto a su amiga Leonela Ayoví, durante uno de los entrenamientos previos a sus combates en los Bolivarianos.
→ Jacqueline Mollocana (i) posa junto a su amiga Leonela Ayoví, durante uno de los entrenamientos previos a sus combates en los Bolivarianos.
Luis Cheme / et
17 de noviembre de 2017 - 00:00

Por Luis Cheme, enviado especial a Santa Marta

Leonela Ayoví, medallista de bronce en los Juegos Bolivarianos Santa Marta, empezó a practicar lucha a los 12 años en su natal Santo Domingo de los Tsáchilas. Ahora tiene 20, pero recuerda con exactitud el momento en que arrancó su aventura en este deporte.

Fue su hermana mayor Johanna quien le dio el primer impulso. Sin sospechar que esta disciplina se convertiría en un estilo de vida, la llevó un día al gimnasio para que se distrajera jugando, debido a que sus padres la dejaban bajo su cuidado. Lo que empezó como un pasatiempo es ahora una profesión.

Su rostro inspira ternura, un aspecto contrario al que muestra en la colchoneta al momento de enfrentar a sus rivales. Pero esta disciplina le empieza a dejar huellas. Su oreja izquierda se empezó a deformar con los combates. Ella sufre del síndrome de la ‘oreja de coliflor’, muy común entre quienes practican este tipo de deportes. Pero lejos de afectarle, esta deformación es causa de orgullo.

A Leonela todo eso la tiene sin cuidado. Su objetivo mayor es clasificarse a los JJ.OO. de Tokio 2020, pero es consciente de que el camino recién empieza. La lucha le ha dado muchos amigos. La más cercana es Jacqueline Mollocana. Son inseparables. En Colombia, durante las competencias era común verlas juntas.

Mollocana, medalla de plata bolivariana en los 48 kilogramos, empezó en esta disciplina cuando tenía 10 años. Una exhibición que se realizó en su colegio la atrapó y cuando las autoridades del centro educativo les dieron opciones a los estudiantes para que escogieran un deporte se inclinó por aquel sin dudarlo.

Bastó un mes de preparación para que se consagrara campeona nacional cadete. Ese título le sirvió de impulso para seguir en esta disciplina.

Por ese tiempo representaba a Los Ríos, pero la falta de apoyo hizo que se federara por Cotopaxi, donde la acogió el entrenador Omar Zandumbide. Fue él quien la pulió. En 2014 fue campeona panamericana juvenil y se clasificó al mundial de Croacia, donde quedó entre las mejores 10 del planeta. (I)  

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