Golfistas ecuatorianos aseguran que la decisión anula la discriminación machista en este deporte
Las mujeres ya son bienvenidas (Galería)
Hasta hace poco, en la puerta de ingreso al Royal and Ancient Golf Club de St. Andrews, había un letrero que sostenía, en sentido figurado, los muros del conservadurismo escocés. “Prohibidos perros y mujeres”, decía el cartel que se exhibió en el mismo lugar durante 260 años.
La placa ya no está. Hace años que la guardaron. Pero esas palabras y su peso social están grabadas en la memoria de muchas mujeres que chocaron contra ella cuando pretendían entrar a la que es considerada la cuna del golf mundial y que hasta el 2004 reguló este deporte junto a la PGA estadounidense.
Quienes debieron darse la vuelta ante el cartel, y ante el personal de seguridad que se aseguraba de que se cumpliera la orden, hoy celebran que esos muros del conservadurismo hayan caído definitivamente. Hace una semana, las tres cuartas partes de los 2.400 socios (todos hombres) participaron en una histórica votación y abrieron las puertas a sus colegas mujeres con el 85% de papeletas a favor. Paradójicamente, ese mismo día, Escocia le dijo no a la separación del Reino Unido.
La decisión de los socios del St. Andrews no fue casual, pues también tiene varias connotaciones en relación a lo que se avecina. El golf volverá a ser considerado como deporte olímpico después de más de 100 años en Río de Janeiro 2016. En ese sentido, Movimiento Olímpico hizo saber su descontento con lo que en las entrañas del club escocés se defendía como una tradición, pero que fuera de sus salones era una discriminación machista.
Aunque parezca ilógico, ni siquiera las esposas de los jugadores podían acceder al lugar, para almorzar o encontrarse con los golfistas. Debían organizarse para reunirse en las cercanías del club y cumplir la regla. Si llovía a cántaros, tampoco tenían cabida y la seguridad era la encargada de mantener un paso fuera de la puerta a todas las que querían entrar.
“Yo había quedado en encontrarme con Manolo Piñero en la casa club. Cuando llegué lo vi: ‘no dogs, no ladies’. Ni perros ni mujeres. No me dejaron entrar. Les dije que tenía cita con Piñero, pero me señalaron el cartel. Ni perros ni mujeres. Estaba diluviando. Como mucho me dejaron cobijarme bajo el paraguas de la persona de seguridad”, contó a diario El País, María López-Bachiller, jefa de prensa del circuito europeo de golf.
La reflexión de Peter Dawson, director ejecutivo del club St. Andrews acerca del tema fue clara. “El deporte ha cambiado, la sociedad ha cambiado y el golf es parte de ella. Creemos que es momento para hacer un cambio. Es muy probable que las mujeres miembros de un comité mixto en el club tengan una contribución significativa al desarrollo de nuestro deporte”, argumentó Dawson. Es decir, que las mujeres no solo ya tienen permitido el ingreso al tradicional St. Andrews, sino que en el futuro cercano serán importantes con su aporte en las decisiones trascendentales a favor de este deporte.
El Royal and Ancient Golf Club determina la rotación de los campos que acojan el torneo británico. Sin embargo, aún no se ha pronunciado si será un requisito que el resto de clubes acepten a mujeres. Aún hay otros clubes alrededor del mundo que mantienen vigente la regla, pero se lo están pensando para el futuro.
En Ecuador se disputa el All You Need Is Ecuador Open, en el Condado. Los deportistas que ahí participan se mostraron contentos con la decisión, pues consideran que la ‘cuna’ del deporte que aman no puede ser exclusiva de su género. “Es una decisión acertada porque los hombres y mujeres tienen las mismas capacidades para desarrollarse en este deporte. Es importante que jueguen las familias para que haya unión y no distanciamiento”, comentó el ecuatoriano Fernando Ramos.
Mientras que Héctor Bolagay analizó si una situación similar se daría en los clubes locales. “Sería extraño si sucediera una situación similar en Ecuador, tanto nosotros como ellas podemos jugar sin problemas en los diversos torneos”, argumentó el golfista nacional.
De alguna forma, un avance se notó en 2007, cuando el St. Andrews permitió que en sus verdes campos se realice una parada del circuito femenino por primera ocasión. La mexicana Lorena Ochoa se convirtió en la primera ganadora y por primera vez una golfista se fotografió frente a la imponente casa club, con un trofeo en sus manos.
Más de 2 siglos tuvieron que pasar para que las mujeres tengan acceso, al fin, a uno de los clubes más antiguos del mundo.