Elías Del Valle hacía mandados en patines
Un grupo de jóvenes patinadores interrumpe el andar de un hombre canoso que camina con una libreta bajo el brazo y un cronómetro en la mano derecha. Lo abordan y le piden que se deje fotografiar junto a ellos. El hombre accede sin reparos.
En cuestión de segundos está rodeado por unos 15 patinadores. Unos le piden fotos y autógrafos, otros le dicen que lo admiran y unos cuantos le preguntan qué deben hacer para que él sea su entrenador, su maestro.
El hombre canoso es Elías Del Valle y el lugar por donde camina es el Patinódromo Carlos Merino, en Guayaquil.
Él es el hombre detrás de los 17 títulos mundiales consecutivos en patinaje de carreras que tiene Colombia y que la convirtieron en potencia mundial en este deporte.
Es el entrenador de la selección en el deporte más exitoso en la historia de ese país. Es el entrenador más laureado del deporte colombiano. Tal vez no el más taquillero, pero sí el que más alegrías les ha dado. Pocas veces un “gurú” del deporte de su talla visita Guayaquil.
Del Valle encabezó el equipo técnico de la selección de patinaje de Colombia que participó, hasta ayer, en el Campeonato Sudamericano de Clubes y Naciones.
A este certamen, el entrenador trajo a patinadores de talla internacional como las campeonas mundiales Gabriela Isabel Rueda, María José Quiroz y Johana Viveros, quienes dominaron los 10.000 metros, modalidad eliminación.
¿Contra quién compiten los patinadores?, le preguntan con frecuencia a Elías del Valle. “Contra sí mismos”, responde. La pugna para integrar el equipo nacional muchas veces es más compleja que los campeonatos mismos. “Aquí no hay figuras. ¿Que fuiste campeón mundial el año pasado? No me importa, tienes que ganarte tu cupo. Esa transparencia es la que ha hecho crecer el patinaje colombiano”, apunta el cartagenero de 52 años.
A José Pérez, su abuelo materno, le dice papá. Y a Nemesia Gómez, su abuela, le dice mamá. A su padre biológico, quien vive en México, lo conoció en 2011. Creció en un barrio humilde de Cartagena, en medio de una familia de beisbolistas.
Elías, su tío, fue de los primeros colombianos en llegar a las Grandes Ligas. Y Marcial, otro de sus tíos, fue técnico de las selecciones colombianas. Varias de sus tías también fueron convocadas a las selecciones de sóftbol.
Tenía todo a la mano para seguir con esa tradición deportiva, pero no fue así. “No era tan bueno. Fui seleccionado, pero por pura rosca (ayuda de su tíos). No sentía la exigencia que buscaba en el deporte y me enamoré del patinaje. Cuando me pedían que hiciera un mandado iba en patines. Iba así a todos lados”.
Pero José, su “papá”, le puso freno a raya. “Mijo, acá lo que da plata es el boxeo o el béisbol”. Cuando ganó su primera medalla, con la emoción inocente de un niño, fue a mostrársela con orgullo. “Ahora vaya y cómprese con eso un kilo de arroz. ¿Puede?”. Esas palabras marcaron al pequeño Elías.
Años después, ya en la piel de entrenador, ganó sus primeros $ 20.000. Se fue directo al Instituto de Mercadeo Agropecuario (Idema) y se compró un bulto de arroz. “No tengo para el kilo, pero sí para esto”, le dijo con determinación a don José. “A mí me gustan los retos. Quedé con eso que me dijo por dentro. Es una anécdota dura porque fue un desafío que me puso, todavía recuerdo lo grande que era ese almacén. Y hoy vivo del patinaje”.
Uno de los rasgos que caracterizan a las potencias del deporte es la de innovar ganando. Porque el verdadero mérito no es llegar a ser el mejor sino mantenerse en la cúspide. Por ejemplo: trajo la bicicleta al patinaje, una determinación que copiaron tiempo después los otros países. También les hizo comprar un palo de hockey para entrenar. La natación y el baloncesto fueron otras disciplinas que incorporó en su método de entrenamiento. “Hicimos muchas cosas locas que hoy son cuerdas. Ahí tenemos los resultados”.
Con la bicicleta le incorporó un nuevo condimento a sus patinadores: la fuerza. Muchos grandes ciclistas empezaron en el patinaje, empezando por Fernando Gaviria. “Hay algo que se llama ‘principios del entrenamiento deportivo’, que son los mandamientos de vida de cada uno. Si no los haces, no tendrás resultados y sostenibilidad en el tiempo en el alto rendimiento. Un buen atleta debe manejar todos los deportes”. (I)