“Antes de viajar a Canadá ya fui con la mentalidad de ganar, pero sí estaba  un poco nervioso. Entre los luchadores se sentía una gran presión y había que controlar eso para no desconcentrarte. La primera pelea era muy importante.

Yo ya había peleado contra el venezolano Javier Guedez y le gané 2 semanas antes del combate en los Panamericanos. Se me complicó un poco esa pelea y por eso duró 04m57s. Sentí que los árbitros estaban un poco en mi contra, pero el que la desea, la gana.Yo hice una técnica con la cual consideraba que ya había ganado, pero el árbitro no vio así; sin embargo, al final pude vencerlo y pasar a la semifinal.

La semifinal y la final las gané en pocos segundos. Para mí también es algo sorprendente, pero realmente ese día estaba ‘embalado’. Primero derroté a Juan Postigos de Perú, en 39 segundos. Ya sabía lo que era ganarle con anterioridad, pero me demoraba mucho tiempo.

Antes de la final me decía a mí mismo: Ya estás aquí, hay que dejarlo todo. Me pasé demasiado, porque gané la pelea en 26 segundos. El brasileño Felipe Kitadai fue medallista de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y vencerlo me dio a entender mucho sobre mi nivel, también me enseñó a confiar más en mis capacidades.

Yo diría que la final de los Panamericanos es la pelea que más rápido he ganado. Uno se levanta con el pie derecho, de buen humor y todo sale a la perfección.

Cuando estaba en el podio sentía la satisfacción de haber dejado todo por el país. Lo más grande fue levantar la cabeza, ver la bandera de Ecuador y cantar el himno. Eso es algo que siempre voy a recordar.

Es increíblemente satisfactorio hacer historia con lo que hago. Mi medalla de oro fue la primera para Ecuador en judo en Juegos Panamericanos. Vale mucho para uno quedar en el recuerdo de la gente como un luchador que siempre dio todo.

Pero sin trabajo no habría logrado todo esto. Estudié bien a los rivales, porque siempre tienen una técnica preferida. No fui con los ojos vendados, sin saber a lo que me enfrentaba.

Ahora ya estoy más tranquilo luego de conseguir el oro en Toronto. Lo que sí se incrementa es el compromiso con el país por conseguir mayores logros.

En estas semanas me enfocaré en la preparación para el Mundial de Kazajistán que se realizará entre el 24 y el 30 de agosto, porque será importante para llegar a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

Quedan 5 competencias en este año y a los Olímpicos se clasifican los 22 primeros del escalafón. Actualmente estoy en el puesto 13, lo que quiere decir que tendría mi cupo para participar.

Sin embargo, no puedo dejar de asistir a las competencias, porque los rivales pueden puntuar y podrían bajarme de mi ubicación. Por ejemplo, el Mundial al que asistiré entrega 900 puntos al ganador y 700 al segundo. Debo mantenerme bien ranqueado.

Después de lo que he conseguido, siempre regreso a ver mis inicios. Mi hermana Diana practicaba judo y me motivó a que también lo hiciera, cuando tenía 10 años. Empecé y me pareció algo muy lindo y divertido. Un mes después de haber iniciado, ya tuve competencias y eso es lo que más disfruto.

Empecé a viajar dentro del país, a ganar y a crecer. Luego también fui al exterior y eso es algo que disfruto; poder conocer otros lugares y enfrentarme a judocas de otras partes del mundo.

No me imaginaba llegar hasta aquí. Julio, mi padre, ha sido mi gran motivación y siempre con el respaldo de mis entrenadores Ramón Pascual y Roberto Ibáñez. También con el apoyo del Gobierno y el Ministerio del Deporte a los atletas.

Aún queda mucho camino por recorrer. Apenas tengo 21 años, pero más adelante quisiera tener una escuela de judo para gente de escasos recursos. Hay personas con muchísimo talento, pero sin los recursos para cultivarlo. Siempre le digo a la gente que debe aprovechar sus dones y no dejarse vencer”.