Carlos Gruezo pone a boxear a Las Malvinas
Carlos Gruezo logró que cerca de 70 niños y jóvenes se alejen de los malos hábitos y los peligros en el sector de las Malvinas, sur de Guayaquil.
Hace cuatro meses, este boxeador de 26 años decidió invitar a los niños y jóvenes de su sector a practicar el deporte de los puños y sin pensarlo, tuvo el apoyo de su familia y de la comunidad.
Las Malvinas está ubicada en una de las 21 zonas más críticas de Guayaquil, según un informe de 2018 elaborado por el Servicio Integrado de Seguridad ECU-911. El mismo se basó en la cantidad de denuncias y llamadas realizadas por los ciudadanos.
Este Diario pudo constatar cómo varios jóvenes del sector consumían drogas, a plena luz del día (15:00), sin importar que los vecinos del sector los observaban. Este tipo de conductas es lo que motivó a Carlos a abrir la academia de boxeo en este sector.
La escuela, “Team Boxing Malvinas”, está ubicada en la planta alta de una casa aún en construcción, que le prestó una tía. Hace cuatro meses inició entrenando solo en las riberas del Estero y poco a poco se sumaron otras personas para aprender.
“Un día me di cuenta de que no podía seguir practicando al aire libre y mi tía me prestó esta casa. Pero aún así queda pequeña para tanta gente”.
El lugar, de unos 24 metros cuadrados, recibe a cerca de 50 estudiantes que entrenan en el horario vespertino (14:30 a 17:00). Pero tiene otro grupo más pequeño -20 boxeadores- que van en las mañanas (09:00 a 11:00).
Es por eso que Carlos pide la ayuda de algún organismo deportivo o empresa privada, para atender de mejor forma a los futuros boxeadores y así evitar que se retiren.
“Yo no cobro, las clases son gratis. Ahora mismo no cuento con un ingreso fijo de dinero y por eso pido el apoyo para seguir con la escuela de box en un lugar más amplio y con mayor seguridad”.
El improvisado gimnasio, de paredes de bloque sin enlucir y piso de cemento, tiembla fuerte cuando los boxeadores hacen ejercicio físico o saltan la cuerda.
Cuenta con tres sacos de boxeo (donados por los mismos estudiantes), varios elementos de caucho para practicar golpes que él mismo compró. Tiene dos pares de guantes para las peleas de entrenamiento.
Algunos estudiantes llevan sus guantes, pero estos no son los adecuados para la práctica del boxeo.
En varias paredes están colgadas las banderas de Ecuador, Estados Unidos, Guayaquil y de Emelec.
En un rincón se aprecia el escudo de la escuela, confeccionado en material fomix, y al frente de esa pared hay un trofeo y varias medallas, es un sector especial porque son los logros de su época de boxeador (se retiró en 2014).
Sueños de una carrera de box
De lunes a viernes, Gruezo abre las puertas de la escuela en dos jornadas: mañana y tarde. “Cuando un estudiante decide entrar yo le pido una copia de su cédula y también de los padres de familia”.
En la práctica del día, además de los jóvenes boxeadores están siete progenitoras, que observan todo el trabajo que hace Gruezo con los futuros pugilistas.
Para Gruezo, el apoyo de ellos es vital para que los estudiantes no se desmotiven.
Los chicos son de todas las edades. Uno de ellos es Luis Valenzuela (15 años), que según Gruezo, tiene las condiciones para convertirse en un boxeador profesional.
“Lo que más me gusta de aquí es que nos enseñan a ser disciplinados, cómo golpear y más ejercicios (...) mi sueño es ser boxeador y luego poder enseñarles a otras personas”, dice el joven
Luis, a pesar de su corta edad, ya tiene experiencia en competencias. Peleó en el torneo de box que organiza el Barrio Cuba y en los Guantes de Oro, evento tradicional que cuenta con el aval de la Asociación de Box del Guayas.
Otra de las estudiantes es Brithany Moreno de 13 años. Además de entrenar en el “Team Boxing Malvinas”, practica en Fedeguayas.
Brithany llegó hace un mes a la escuela de box motivada cuando vio un campeonato de organizado por Gruezo, en el mismo sector.
“Me gustó la forma en que entrenaban. Los primeros días fueron cansados pero ya me acostumbré. Este martes 3 de septiembre de 2019 me tocó hacer una pelea con una compañera, pero a la niña le pegué muy duro, sin querer”, indica la menor. (I)