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Ecuador, 25 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo

El programa de PAIS “alineó” a los perdedores y a los medios

Si algo aconsejan los consultores, con insistencia, es posicionar sus propios temas y desatar el debate, la reacción y el comentario alrededor de ellos.

Lastimosamente para la oposición y para la prensa privada y comercial ese consejo no llegó a tiempo o no lo consideraron. Como actores políticos, en esta contienda electoral miraron solo a lo que PAIS y su candidato han dicho desde hace seis años y a las propuestas de estos últimos tiempos:

1.- No a los impuestos (que han garantizado la obra pública, servicios y conquistas sociales, redistribución de la riqueza, entre lo principal).

2.- “Descorreizar  Ecuador” (para atacar la imagen y la popularidad de ese fenómeno político llamado Rafael Correa como si con ello eliminaran su foco de preocupación y angustia).

3.- “Despetrolizar la economía” (sin tomar en cuenta las cifras y los datos de la economía ecuatoriana sobre el verdadero rol del “oro negro”. Incluso, desconociendo el factor empresarial y el incremento del consumo).

4.- “Acabar con la concentración de poderes” (olvidándose que esa “independencia” de las funciones del Estado no elimina la consecución de objetivos nacionales comunes, donde hay un Plan Nacional de Desarrollo, fijado en la Constitución, como una guía de la gestión estatal de todas sus instituciones).

5.- “Generar empleo” (cuando las cifras de la Cepal le han dicho al mundo entero que el desempleo es el más bajo de la historia del Ecuador y que la obra pública y el sector público han abierto oportunidades para diversos actores de la producción y del desarrollo técnico, tecnológico y cultural).

6.- “Acabar con la pobreza” (paradójicamente, cuando Guillermo Lasso volvió a pronunciar esa frase en el hotel en el que evaluó los resultados electorales, sus seguidores no aplaudieron. ¿Por qué no aplaudieron si cuando hablaba mal del Gobierno sí lo hacían y cuando se refería a sí mismo los CREO efusivamente entonaban consignas? Los candidatos parece que no midieron el impacto de un discurso que no tiene eco pues mientras algunos de ellos pasaban por las calles alegando la falta de empleo con quienes saludaban eran albañiles construyendo casas o con personas apresuradas por llegar a su trabajo o a realizar tareas laborales).

7.- “Atraer la inversión extranjera” (como si eso ya definiera el cambio de un país, pero al mismo tiempo rechazaron la presencia china en los proyectos estratégicos).
Con estos puntos sustentaron su campaña, además de otros de índole moral y espiritual, sin ofrecer otra “ilusión movilizadora”.

De hecho, cuando se tocaba el tema económico hubo candidatos que referían casi textual la propuesta del partido de Gobierno como si fuese propia. Por ejemplo: el éxito relativo de Mauricio Rodas es haber tocado muy de refilón a Correa, bajar el tono de confrontación con el personaje más popular  reconociendo los avances y beneficios en estos últimos años.

A pesar de colocar tesis liberales con un “rostro” social, con una oratoria bien elaborada, bajo unos conceptos y mensajes trabajados con anticipación, Rodas obtuvo más votos que personajes conocidos de la política como Alberto Acosta y Norman Wray. Sin coincidir del todo, entre Rodas y Lasso hubo mucho en común, pero el primero no tuvo el tiempo ni el aparato del segundo, sin desconocer que invirtió buena cantidad de recursos, que no le bastó para subir “como la espuma” en las encuestas.

Entonces, una propuesta completa, compleja, provocadora y con base en la experiencia de seis años suscitó un debate duro, fuerte y a ratos disperso. Bastaba oír a ciertos entrevistadores para saber que lo que más les interesaba era cómo cambiar el modelo económico y político y cómo combatir (daban por hecho que Correa ganaba en primera vuelta, pero no lo decían) desde la Asamblea a ese programa.

Incluso, un candidato ex socialdemócrata y ahora afincado en la derecha dijo que iba a su curul, con la mayoría que soñaba alcanzar, para “desmontar todo el aparato jurídico del poder totalitario”. Para ello proponía una serie de leyes y un conjunto de acciones políticas.

Sin estar presente en ningún debate, Correa participaba, con sus propuestas, de todos ellos. Si esa es una gran enseñanza de esta campaña, también hay que considerar la fortaleza de la propuesta política. Puede gustar o no, pero fue la que blindó a todo el aparato de PAIS y sustentó el discurso de sus candidatos.

Los opositores no fueron al detalle de las propuestas en los campos más complejos y que merecerán, ahora sí, una atención puntillosa de ciertos analistas: las revoluciones agraria, cultural y urbana. En cada una de ellas hay componentes y asuntos para abordar con inteligencia y con sentido común apoyo y/u oposiciones.

En otras palabras: la oposición (política y mediática) trabajó “sin querer queriendo” para el candidato presidente. Lo hizo, además, de un modo poco ortodoxo: acumulando y posicionando en los electores imágenes y datos de la realidad que la ciudadanía no necesita explicación en detalle y menos una manipulación de la realidad que vive a diario.

Y no es que vivimos en el paraíso, pero muchos de los candidatos, ante la incapacidad de generar política de la buena (esa que genera ilusión y pone a pensar a medio mundo), se instalaron en los primeros años de la década pasada y confundieron sus “traumas” con la realidad presente.

Ojalá los académicos expliquen mejor este fracaso y esta estrategia fallida de la oposición y los medios privados y comerciales. Pero que lo hagan aquellos cientistas sociales despojados de la ojeriza de su oposicionismo también, pues parte del problema está en ellos que colocaron conceptos y teorías para diagnosticar un problema desde sus propios prejuicios. Al igual que lo hicieron con las encuestas, no mirar lo que lanza a los ojos la realidad es como leer una página en blanco.

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