“Tendremos pequeños brotes de covid-19, pero no habrá saturación”
El ministro de Salud Pública, Juan Carlos Zevallos, conversó con El Telégrafo sobre el desarrollo de la pandemia en el país, los resultados de la gestión para contener la propagación del virus, la crisis en Guayaquil, las críticas de la Federación de Médicos Ecuatorianos y la corrupción en los hospitales.
Los picos altos de covid-19 han bajado en el país igual que en el resto del mundo, aunque hay un rebrote en Inglaterra, España e Italia. ¿Qué estrategia usó el Ministerio de Salud en este tema?
Cuatro ejes fundamentaron la estrategia: contención de esos casos, de esas ondulaciones, de esos brotes para que el sistema sanitario pueda actuar, a través del fortalecimiento de la atención primaria de salud, zonas de clasificación de los pacientes luego de una valoración clínica para que las derivaciones sean direccionadas adecuadamente; incremento de las brigadas del médico del barrio, líderes y vigilantes comunitarios, acciones que, a propósito, no existen en Europa para afrontar la pandemia; expansión de la capacidad hospitalaria y búsqueda activa de los casos.
Los resultados positivos alcanzados nos demuestran que al covid-19 no se lo gana en los hospitales, sino en la comunidad. El primer nivel de atención soluciona el 80% de los problemas de salud de la población.
¿Por ejemplo, cómo se hizo la búsqueda de pacientes del covid-19?
Es una estrategia documentada de atención primaria en salud. Se localizan a pacientes que acuden con infección respiratoria aguda, se efectúa un seguimiento sistémico del caso, aplicación del test y la georreferenciación del paciente. Eso nos permitió localizar personas, mantener la confidencialidad y ubicar a las poblaciones vulnerables de tercera edad, solas y con discapacidad.
¿Ha sido suficiente aumentar la capacidad hospitalaria y el personal de salud para controlar la emergencia sanitaria o no?
De ninguna manera, nunca será suficiente lo que hagamos para salvar la vida de los ecuatorianos, sin embargo, excepto en Guayaquil, donde hubo un crecimiento exponencial de casos, en el resto del país hemos podido controlar la demanda de atención. Hicimos una proyección de lo que teníamos y de lo que se necesitaría, pero quedamos cortos.
Enfrentamos múltiples limitaciones en esta crisis que afecta al país. Para construir unidades de cuidados intensivos (UCI) no teníamos personal ni espacio. Sin embargo, adaptamos camas para emergencia, de 217 UCI que tenía Ecuador antes de la pandemia, incrementamos a 545.
En Guayaquil, en el Hospital del Guasmo, que tiene capacidad de hasta 500 camas, nos faltó personal. Muchos médicos rurales trabajaron en la pandemia. En Santa Elena, por ejemplo, hay ginecólogos y obstetras que fueron capacitados para manejo de covid-19. Contratamos más de 2.000 profesionales de la salud para reforzar la primera línea de atención.
Hicimos telemedicina y atención a distancia con los internistas que se capacitaron en el manejo del tratamiento.
¿Qué pasa en Pichincha, donde hay 48. 607en total. Quito registra 670 nuevos casos?
Los casos nuevos seguirán aumentando, propagándose, pero están a nivel comunitario. No tenemos camas llenas y en 10 UCI del Hospital Eugenio Espejo ya están destinadas a otras enfermedades. Ha bajado muchísimo la demanda de esas camas, a pesar de que los casos aumentan y hay algunas teorías al respecto. Una de ellas, que defiendo, es la contención a nivel comunitario, el seguimiento de los pacientes, la vigilancia directa, la identificación del caso, de la enfermedad temprano, el cerco epidemiológico. Otras teorías dicen que el virus se está debilitando y eso es posible.
Pero hay más contagiados en la capital.
La cifra exacta de un estudio, que estamos por publicar, dice que el 22% de la gente de Quito está contagiada. Es una muestra representativa de 669.000 personas, de 18 años en adelante. Ellos están contagiadas y desarrollaron anticuerpos, eso significa una de cada cinco personas. Pero ¿qué pasa con las otras cuatro personas? Se van contagiando y aumentan los casos, por eso defendí desde el primer momento que esto es paulatino y de manera contralada.
No hay vacuna ni sistema de diagnóstico para conocer, ni siquiera en los primeros cinco días se sabe si estoy o no contagiado. Los casos seguirán porque interactuamos, trabajamos, subimos a un bus, entre otros. Bajará el número de muertes; habrá pocos hospitalizados y eso nos da la oportunidad para que el sistema sanitario actúe.
En Ecuador se necesitan 81 días para duplicar el número de casos de covid-19. ¿Eso es una ventaja?
Esto significa que después de 81 días tendremos el doble de contagiados. Mientras más extenso es el tiempo para duplicar el número de casos hay más posibilidades para actuar. Chile está en esa misma tónica, pero hay otros países que duplican los casos en 20 días. Imagine ciudades que en 20 días duplican el número de casos y no se pueden atender, aunque dispongan de cientos de UCI.
¿Qué podemos esperar sobre la pandemia en el país durante los próximos meses?
Tendremos pequeños brotes de covid-19, pero no habrá saturación. Los aeropuertos se abrieron de manera organizada, hay programas piloto de aperturas de escuelas, muchas empresas siguen en teletrabajo y el 99% de la gente ya usa mascarillas. Todo eso ayuda para contener la pandemia, además habrá nuevas medidas de contención familiar y de amigos.
¿Cuáles serán esas nuevas medidas?
Usar bien las mascarillas, distanciamiento físico, tener un mínimo de personas reunidas, entre cinco y 10, evitar celebraciones en la casa, y no mantener un contacto largo con la misma persona porque es potencialmente peligrosa, no se conoce si está o no contagiada.
Sobre el manejo de la pandemia en Guayaquil hay muchas críticas, especialmente por los muertos en las calles. ¿Qué pasó en el Puerto Principal?
No estuvimos preparados, no había funerarias, nunca había ocurrido que se lleven los cadáveres en camionetas para golpear las puertas de un campo santo y pedir que sean aceptados. ¿Cuántas funerarias trabajaron en Guayaquil durante la pandemia? Ninguna, no se podía trasladar cadáveres en ambulancia. Los pacientes llegaban muy tarde a los hospitales y no había la contención de la enfermedad.
Todos los centros de salud estaban cerrados y funcionando muy mal. Había colas, los médicos no sabían cómo vestirse ni desvestirse para evitar contagiarse. Fue un cúmulo de cosas, pero lo ocurrido en Guayaquil es igual a lo de Londres, Nueva York o Miami.
Fue una situación que estaba desbordada y 704 personas fallecieron. Había casos extremos de familias que no dejaban llevarse los cadáveres de sus seres queridos de las casas. Tampoco se sabía cómo manejar los cadáveres, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) nos dijo que cada uno debía ser cremado, pero en Guayaquil había capacidad para 10 cadáveres. Incluso se pensó en hacer incineraciones masivas, pero no se llegó a eso. El aporte internacional fue muy importante, tomamos contacto con científicos de Italia y Atlanta, para consultar sobre este y otros temas de la pandemia. Este diálogo marcó una diferencia enorme porque se dilucidó que los cadáveres no contagian y eso no lo sabíamos.
Pero doctor hasta ahora hay 41 cadáveres que no han sido identificados y sus familiares sufren. Todo el mundo tiene derecho a enterrar a sus seres queridos, es una cuestión de humanidad.
Tiene razón hubo confusión en esos momentos dramáticos y eso es sumamente penoso. Las instancias correspondientes hacen los estudios forenses necesarios para identificar los cadáveres.
La Federación de Médicos Ecuatorianos ha sido muy crítica con la gestión de la pandemia. ¿Cuál es su respuesta?
Respetamos la opinión de todos los actores, considero que discernir fortalece la democracia y aporta al conocimiento. Existen visiones diferentes, en las últimas semanas se hizo proyecciones apocalípticas sobre la pandemia en Ecuador, hoy vemos que los pronósticos fueron errados, hubo predicciones en junio, agosto y septiembre. Utilizaron modelos predictivos, demasiado rígidos y que no contemplan variables aleatorias, ese fue el error. Nosotros recurrimos al modelo escolástico que incluye variables aleatorias y nos permite mayor rigurosidad en los resultados, tal como lo estamos constatando.
Mantenemos una buena relación con la Federación de Médicos, trabajamos con los alcaldes, líderes comunitarios, barriales, médicos en vigilancia de contención y con la comunidad en general. Privilegiamos el diálogo y estamos abiertos a los criterios de todos los sectores. La pandemia demanda acciones colectivas y globales.
Usted denunció la corrupción en los hospitales apenas llegó al Ministerio de Salud. Pero los casos siguen, ¿cuáles son sus conclusiones sobre el tema?
Es un tema triste y está arraigado a una cultura. No nació en esta administración ni en este Gobierno, son mafias que se han venido construyendo poco a poco por décadas, están en todos los hospitales del país, no puedo nombrar uno solo en el cual no haya visto eso.
La pandemia destapó esta olla terrible. Personas inescrupulosas lucraron con la vida, vieron una oportunidad de negocios en la emergencia y en la cantidad de recursos destinados a ella. Las compras que se hicieron en los hospitales no tenían ninguna razón y utilizaban el dinero de la pandemia. Por ejemplo, ¿vender laparoscopios abdominales o mallas abdominales, ¿para qué? Había 253 compras de ínfimas cuantías en el Hospital del Guasmo Sur en Guayaquil, en medio de la emergencia.