Como dice el dicho ‘abril aguas mil’. Hace varios días que la capital ha estado envuelta en un clima  ‘bipolar’: cielo sereno y despejado con un fuerte sol por las mañanas, nubes grises que pronostican aguaceros a media tarde.  

Para solventar esos fríos intensos, acompañados de tormentas eléctricas y granizo, lo ideal es darle una mordida a una deliciosa humita; más un sorbo de café. 

Mínimo dos humitas “toca pegarse” para que las ganas no se queden en el cuerpo. Y si eres goloso -como nosotros- ya debes conocer el truco de freír a la humita para que quede crujiente.  

Su historia

Se tiene registros que es de los pocos platos que existen desde antes de la llegada de los españoles al continente americano. El imperio incaico que se fundó en la ciudad del Cusco - Perú fue el visionario que nos trajo la humita  (quechua).

Se elabora con el grano tierno de maíz triturado, que también suele llevar huevo, sal, anís de pan, mantequilla, manteca derretida y queso amarrillo. La masa es colocada en las mismas hojas del maíz y se cocina al vapor de forma vertical.  La cocción tiene una duración promedio de 30 minutos. 

Este preparado se conoce  en Colombia, Perú, Venezuela, Argentina, Bolivia, Chile y en naciones de Centroamérica. En cada uno de estos países se preparan con sus respectivas variaciones y nombres, pero en esencia son similares.

En Venezuela se la denomina hallaca, hallaquita o bollo; en Bolivia, huminta; en Perú al igual que en Argentina humita.

El maíz

El maíz es un alimento de una importante carga ritual, que permitió usos comestibles, medicinales y ceremoniales. Con los granos del maíz se preparan un sin número de platos, tortillas y panes. 

“Fermentado se obtiene la chicha; desgranado en sopas o como acompañante de platos de fritada, de sus variedades se elaboran los alimentos más populares, el morocho y sus empanadas, el tostado, el mote, la mazamorra morada”, comenta Catalina Solarte, en el texto Patrimonio cultural alimentario. 

Ahora sí, a comprar unos cuantos choclos tiernos donde la ‘veci’ y a sacar el viejo molino, porque el cielo ya está gris de nuevo.