“Mientras estábamos en el búnker, le dije a mi hijo: por favor no hables”, dijo ecuatoriana que vivió ataque en Gaza
Estefanía Enriquez tiene 35 años; 10 de ellos reside en Israel. En 2011 viajó a ese país como voluntaria y tres años más tarde decidió quedarse, ya que conoció a su esposo y hoy padre de su hijo, de 5 años. El sábado, 07 de octubre de 2023, los tres fueron testigos del ataque armado de Hamás en Gaza, ubicada a menos de un kilómetro de su ‘kibutz’ (comunidad agrícola).
A lo largo de estos años -reconoce- han habido tensiones y enfrentamientos armados, pero nunca con cohetes y misiles. Este sábado, la escalada de violencia fue demasiado alta; al parecer están mejor armadas, cuenta la ecuatoriana. “Fue la cúspide de toda la violencia que se vive en la zona”.
Cerca de las 06:24 del sábado, Estefanía se levantó con la primera sirena, la cual alertó sobre la llegada del grupo armado a la zona. Rápidamente, ella y su esposo ingresaron al búnker o cuarto de seguridad; allí estaba su hijo. “Él duerme ahí para garantizar su seguridad”.
El problema fue que cuando estaban dentro del búnker no había mucha señal de teléfono. Poco a poco llegaron los mensajes. “Están quemando; nos están matando; gritos de auxilio que mostraban que tenían control total de la zona”.
“Fue terrible, ya que no teníamos agua ni comida. Además, tuvimos que apagar el aire acondicionado y estábamos a oscuras. Fueron más de siete horas de encierro”, indicó la ecuatoriana.
Para Estefanía, lo más duro de ese momento fue permanecer inmóviles y en silencio. “Me metí a la película ‘La vida es bella’ cuando el padre le dice al hijo quédate en silencio para que los malos no te encuentren. Yo le dije a mi hijo, por favor, no hables. No deseo que esto lo experimente nadie”.
A esto se suma que tuvieron la experiencia de escucharles. “Dijeron unas consignas que dijeron en árabe. Sentimos que nos vinieron a matar, porque escuchamos metralletas”.
Horas más tarde, el ejército israelí tomó control de la zona y lograron salir. “Teníamos miedo. No podíamos confiar que todo estaba controlado hasta no ver que todo estaba bien. En ese momento nos enteramos que quemaron la casa de la vecina; a otra les fusilaron y todo podíamos esperar. Era un escenario en el que todo lo malo era posible”.
La ecuatoriana contó que cuando les llegó la alerta de salir no lograron tomar nada. Salieron con lo que llevaban puesto. “Salimos como pudimos en unos camiones… Fue como una película de terror, porque salimos con viejitos. Nos rompimos cuando vimos todo esto”.
Ahora, la ecuatoriana y su familia están en una ciudad del sur de Israel. “Fue una alegría llegar a un lugar donde no escuchas bombazos. Los civiles nos recibieron con todo lo que tenían, con ropa, juguetes, comidas, cepillos de dientes. Hubo gente que nos vino a abrazar. gente que no conoces te decían te bendigo, estoy feliz de que estés conmigo. somos su familia. Fue maravilloso”.
Estefanía considera que ese fue un acto de amor que vivieron pese a la frustración que sintieron al dejar su hogar. “El amor de esta gente nos reconfortó y pensé que a esa gente le faltó amor y humanidad… Ellos son unos monstruos”.
¿Cómo ve su futuro? Estefanía y su familia saldrán de Israel para garantizar su seguridad. Esto, hasta que logren curar heridas de su corazón y espíritu. “Planeo llegar a Ecuador, tranquilizarme y, con cabeza fría y después de una terapia, pensaré en el futuro. Por el momento creo que mi país tiene muchas cosas buenas, mucha gente buena, por lo que deseo regresar lo más pronto posible a los brazos de mi familia, de mis amigos”.
Este anhelo lo tiene pese a que su esposo ya fue llamado a formar parte de las filas del ejército israelí. Sin embargo, le permitieron no enlistarse por el trauma psicológico que han vivido.
Esta ecuatoriana, que trabaja para una empresa en Israel, manifiesta que está a la espera de la confirmación para retornar al país. Llenó los formularios que establecieron las autoridades nacionales. Ahora su mayor sueño es regresar al país y convivir con su gente. “Necesitamos que nos den un espacio para recuperarnos de todo lo que hemos vivido y recibir ese abrazo cálido de nuestra gente”.
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