El método anticonceptivo más común en países industrializados, desde 1960, es la píldora; y el tercero más común en los países en vías de desarrollo.  En Ecuador, según la agencia de las Naciones Unidas de la Salud Sexual y Reproductiva (UNFPA), el 92,2% de mujeres utiliza métodos anticonceptivos modernos y el 7,8% métodos tradicionales.

Sin embargo, el uso de anticonceptivos orales (ACOs) tiene varios efectos secundarios, como: sangrado irregular, náuseas, dolor de cabeza, aumento de peso, dismenorrea, manifestaciones de androgenización y episodios de tromboembolismo venoso (TEV).

Según Santiago Palacios, director científico de la Fundación del Ilustre Colegio de Médicos de Madrid, para reducir dichos efectos se han dispuesto nuevas maneras de administrar los anticonceptivos que buscan adaptarse a las necesidades individuales. Los cambios en la combinación de anticonceptivos, como también en el tipo de hormonas y el control de la cantidad (posología), procuran beneficiar y reducir los riesgos de la salud reproductiva.

Alrededor de 448 millones de dólares pierde anualmente Ecuador por la falta de inversión en salud sexual, según un estudio de la Fundación SENDAS. Es decir, por cada dólar invertido en salud sexual y reproductiva, se ahorrarían 17 dólares, según el SENPLADES.

ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD

Un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 36 países reveló que dos tercios de las mujeres sexualmente activas que deseaban retrasar la maternidad dejaron de usar métodos anticonceptivos por desconfianza a los efectos secundarios o por problemas de salud. Esto provocó que uno de cada cuatro embarazos no sea planificado.

Los embarazos no planificados son todavía un problema de salud pública. Cada año hay 74 millones de mujeres de países de ingresos bajos y medianos con embarazos no planificados que son causa de 25 millones de abortos peligrosos y 47.000 muertes maternas al año, según la OMS.