Las múltiples sedes de las comisarías secretas que el Partido Comunista Chino ha instalado en diversos países del mundo están cada vez más expuestas. Su objetivo, aparentemente es controlar, espiar y perseguir a la diáspora que ha huido de la represión del régimen de Beijing.

Cinco años atrás China reconoció que había instalado “estaciones de servicio policial” en varias partes del mundo con la intención de, supuestamente, ayudar a los ciudadanos chinos con su trámites legales y “recopilar inteligencia” de sus compatriotas en el extranjero.

Otra de las funciones de estas “estaciones” sería la de “persuadir a regresar”, a los ciudadanos chinos en el extranjero, acusados de ser sospechosos de crímenes, que habrían eludido los procesos formales de extradición.

Sin embargo, una investigación de Safeguard Defenders, organización de derechos humanos, descubrió que estas estaciones en realidad tendrían la función de “controlar comunidades más grandes de chinos en el extranjero que, en Occidente se considerarían activistas”.

Según esta organización esto es parte de una persecución contra ciudadanos de ese país que se oponen al régimen.