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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El cannabis no psicoactivo en Ecuador: su cultivo y sus beneficios terapéuticos

En Tabacundo hay haciendas que se dedican a la producción de cannabis no psicoactivo.
En Tabacundo hay haciendas que se dedican a la producción de cannabis no psicoactivo.
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Tabacundo tiene exuberantes lagunas, enormes extensiones de rosales, deliciosa comida típica y, hace pocos años, se coló al paisaje un nuevo cultivo: el cannabis no psicoactivo. Esta planta, de verdes y aromáticas flores -algunas con olor a limón y otras a mango-, tomó protagonismo a finales de 2019 cuando en Ecuador se despenalizó el cannabis no psicoactivo para, entre otros, su uso terapéutico y medicinal.

Desde ese año, e incluso antes, Alfredo López ya había comenzado con su travesía en el mundo del cannabis no psicoactivo o cáñamo, como también se conoce a esta planta, cuyos principios activos o componentes principales son el CBD y el THC. El primero es usado con fines terapéuticos e industriales y el segundo tiene propiedades psicoactivas o narcóticas. Solo el primero es legal en el país.

De hecho, Alfredo fue uno de los precursores de esta naciente industria y es fundador de la empresa Barad, que se dedica a la producción y exportación de biomasa (materia prima o partes de la planta triturada) y cáñamo en 10 haciendas en Pichincha y Cotopaxi.

En medio de una de sus plantaciones, ubicada en la vía a Tabacundo, Alfredo señala que el Gobierno recibió en 2018 la propuesta para despenalizar el cannabis no psicoactivo. Un año después, en 2019, la Asamblea dio ‘luz verde’ al planteamiento y en 2020 se publicó la normativa.

Sin embargo, fue en 2021 cuando se entregaron las primeras licencias. Hasta junio se han emitido 267 licencias para: importación y comercialización de material genético; reproducción, multiplicación y comercialización de material genético; cultivo de cannabis no psicoactivo o cáñamo; cultivo de cáñamo para uso industrial; procesamiento de cannabis no psicoactivo; e investigación.

La mayor cantidad de licencias emitidas están en las provincias de la Sierra, con 192 licencias. Mientras que en la Costa y en la Amazonía se registran 62 y nueve, respectivamente. Los datos fueron proporcionados por el Ministerio de Agricultura y Ganadería.


Comenzar con esta industria de manera legal en Ecuador no fue tarea fácil. El primer paso -cuenta Alfredo- fue la certificación de la semilla, la cual fue importada desde Oregón (Estados Unidos). “Nos demoramos al menos un año. Trajimos 500.000 semillas, en baldes sellados herméticamente”.

Con esas semillas se hicieron varias pruebas de la mano del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIAP), entidad encargada de la certificación de la semilla. Luego fue la plantación de 10.000 semillas por hectárea y, hoy por hoy, siembran 100.000 plantas por hectárea.

Tabacundo y las bondades de su tierra

En Tabacundo hay haciendas de Barad que se encargan de la germinación, siembra, cultivo, cosecha y secado del cannabis no psicoactivo.

En una de las haciendas están los invernaderos -enormes carpas- donde se realiza el proceso de germinación. ¿Cómo se realiza? Anita Criollo, jefa agrónoma de Barad, explica que durante 17 días se realiza el proceso de siembra y germinación de las semillas. A estas se las protege con mallas para evitar el “ataque” de las aves.

Ana Criollo, jefa agrónoma de Barad, inspecciona los cultivos en la hacienda de Tabacundo.

Luego, cuando brota la planta, se mantiene el riego y están listas para el trasplante en terreno. Esto se realiza en la otra hacienda, donde en largas hileras se acomodan las plantas. Generalmente se eliminan a las plantas machos para evitar la polinización cruzada (transporte de polen de una planta a otra).

De hecho, la tierra en Tabacundo es buena porque la semilla se adaptó con facilidad. “Tabacundo es famosa por la producción de flores y el cannabis es eso. Aquí, la temperatura es muy buena. Es muy estable durante todo el año”, destacó Alfredo López.

En esta hacienda, además, se realiza el secado de las plantas que pueden alcanzar un tamaño de un metro con cuarenta centímetros. En una enorme estructura, adecuada con ventiladores, deshumidificadores e intercambiadores de calor, se cuelgan las plantas para el proceso de secado. La idea -dice Alfredo- es secar la planta en un plazo máximo de 15 días.

En la hacienda de cinco hectáreas trabajan cerca de 10 personas. Una de ellas es Edith Chancas, de 44 años y oriunda de Macas, Morona Santiago (Amazonía). Empezó en este trabajo en enero de 2024 y ayuda con las labores de cultivo y secado del cannabis. “Esta es una industria que ya genera plazas de trabajo. Eso es bueno”.

Edith Chancas, de 44 años, trabaja en las labores de cultivo y secado del cannabis no psicoactivo.

Beneficios de los productos elaborados con cannabis no psicoactivo

El cannabis no psicoactivo o cáñamo es una planta versátil. Se utiliza para la elaboración de productos que van desde aceites, té relajante, chocolates, gomitas hasta cosméticos, ropa y zapatos. Mayu es una farmacia magistral fitoterapéutica que desarrolla productos a base de cannabis. En este espacio también se cuenta con especialistas en medicina alternativa y cannabis medicinal.

Su propietaria, Lizbeth Fajardo, cuenta que los productos que han elaborado son para el consumo humano y veterinario. Por ejemplo, los chocolates, las gomitas y el ayudan a reducir el estrés, la ansiedad y a dormir bien.

En Mayu se elaboran y comercializan productos a base de cannabis no psicoactivo.

Además, hay una línea de cremas dedicada a los dolores articulares y musculares. Al momento, los precios de estos productos van entre USD 4 y 8; aunque hay productos más elaborados que pueden llegar a los USD 30, como los aceites.

Actualmente, Mayu cuenta con un aproximado de 5.000 clientes y pacientes anuales. Ernesto Guevara, de 51 años, y Amparo Molina, de 46 años, son dos clientes que consumen productos con cannabis.

Amparo, por ejemplo, consume aceite esencial para bajar el estrés y la inflamación de su cuerpo. Relata que gracias a este producto pudo restablecer su energía interna y externa. Aunque reconoce que sí le dio algo de temor, ya que aún es una industria estigmatizada. “Dije es marihuana” y sintió miedo.

Sin embargo, empezó a leer y obtuvo un diplomado sobre el uso terapéutico del cannabis. “Pude romper paradigmas y sé que la planta sirve para el beneficio de los seres humanos”.

En el caso de Ernesto, él consume cannabis hace cuatro años. Antes de dormir, come dos gomitas y tiene un descanso placentero. “Todos los problemas no me permitían descansar, pero con el consumo de las gomitas antes de dormir puedo estar más tranquilo y paso más relajado”.

¿Tuvo miedo? Sí, responde Ernesto. “Me voy a hacer adicto”, se cuestionó en varias ocasiones. Hoy se da cuenta de que es una “planta bondadosa”.

También se pueden elaborar otros productos como chaquetas, zapatos y más.

En Mayu también se exhiben productos como chaquetas y zapatos elaborados con cannabis no psicoactivo.

Exportaciones y el futuro de la industria

En 2021, año en el que se entregaron las primeras licencias, se comenzó con 0,1 de hectáreas cultivadas. Sin embargo, hasta 2025 se espera llegar a 152 hectáreas, indicó Diego Torres, director de Productividad Agrícola del Ministerio de Agricultura y Ganadería.

“Hemos dado soporte a los emprendedores para que busquen un mercado y ubiquen su producto… Hay compradores en Estados Unidos, Canadá y acá también hay algunos posibles compradores”, indicó el funcionario.

Precisamente, las primeras exportaciones llegaron en 2023. “Hemos exportado. Ahora 100.000 kilogramos, vamos con unas cuatro exportaciones. Y en este año ha habido dos exportaciones importantes de biomasa y también flor; vamos creciendo”, indicó Torres.

En Tabacundo hay extensos cultivos de cannabis no psicoactivo.

Alfredo, por ejemplo, realizó su primera exportación de biomasa en diciembre a Estados Unidos. Mientras que Lizbeth envió sus productos elaborados al mismo país en igual mes; ahora espera participar en la feria de Francia, que se desarrollará en octubre de 2024.

Fortalecer la industria del cannabis es la meta

El Gobierno apuesta por agilizar los procesos para obtener las licencias. Esto -dice el director de Productividad Agrícola- significa que se destrabarán los “cuellos de botella”. Por ejemplo, trabajan en la validación de las variedades de semillas y en los precios. “El costo de la semilla está en USD 0,40. Es bastante caro, por lo que trabajamos en ello”.

También está el fortalecimiento de la investigación del cannabis. “Nuestro sueño es que en algún momento Ecuador pueda tener sus propias variedades de semillas para no depender de las importadas”.

A esto se suma que entre agosto y septiembre esperan lanzar dos grandes noticias para la industria del cannabis: una nueva normativa y una rueda de negocios. Su idea es fortalecer la cadena agroindustrial de esta planta.

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