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Xi Jinping inicia segundo mandato con poder ilimitado

El presidente chino, Xi Jinping (d), estrecha la mano del vicepresidente Wang Qishan (i) en la sesión plenaria de la Asamblea Nacional Popular, en Pekín.
El presidente chino, Xi Jinping (d), estrecha la mano del vicepresidente Wang Qishan (i) en la sesión plenaria de la Asamblea Nacional Popular, en Pekín.
Foto: EFE
18 de marzo de 2018 - 00:00 - Agencia EFE

Xi Jinping fue reelegido ayer presidente de China para un segundo mandato (2018-2023) con el voto unánime de la Asamblea Nacional Popular (ANP). En el plenario legislativo uno de sus principales aliados, el antiguo jefe anticorrupción Wang Qishan, ascendió a la vicepresidencia.

En un día de cielos grises y nieve tardía en Pekín, Xi, de 64 años, confirmó su enorme poder, solo comparable entre los pasados líderes comunistas chinos al que tuvo el fundador del régimen Mao Zedong, al obtener el voto a favor de los 2.970 legisladores presentes, sin abstenciones o una sola papeleta en contra.

Los miembros de la ANP, que también votaron por unanimidad la continuidad de Xi como jefe del Ejército chino en calidad de presidente de la Comisión Militar Central, se pusieron de pie para aplaudir a su presidente, quien con su habitual semblante sereno juró su cargo con una ceremonia protocolaria instaurada ayer.

“Desempeñaré honestamente mis labores, aceptaré la supervisión del pueblo y trabajaré duramente para construir un moderno país socialista”, señaló el presidente con el puño derecho en alto mientras su mano izquierda se posaba sobre la Carta Magna, traída solemnemente por guardias de honor de las tres ramas del Ejército chino.

El nuevo vicepresidente Wang obtuvo 2.969 votos a favor y sólo uno en contra, y se confirmaba a sus 69 años como mano derecha de Xi, a quien apoyó en los últimos cinco años dirigiendo una campaña anticorrupción sin precedentes en China.

En el seno de esta campaña se castigó a 1,4 millones de altos cargos pero también se silenció cualquier facción opositora al máximo líder en la formación gobernante.

Wang ya fue viceprimer ministro de China durante el liderazgo del anterior presidente Hu Jintao, entre 2008 y 2013, pero consiguió aún más influencia política al dirigir entre 2012 y 2017 la Comisión de Inspección y Disciplina, el órgano anticorrupción del Partido Comunista.

Tanto Xi como Wang podrían continuar en sus cargos después de 2023, merced a la reforma de la Constitución china aprobada el 11 de marzo por la misma ANP, que eliminó el límite de dos mandatos para estas dos posiciones.

Además de modificaciones ministeriales, la reforma implica la fusión de las administraciones reguladoras de banca y de seguros, un cambio para aumentar la estabilidad financiera de la segunda economía mundial.

La continuidad en el cargo de Xi fue recibida ayer por Diario del Pueblo, el periódico portavoz del Partido Comunista, con un artículo de opinión en el que en titulares proclamaba al presidente “timonel del país y guía del pueblo”, evocando la propaganda maoísta de los tiempos del Gran Timonel Mao.

Para observadores como el politólogo Jean-Pierre Cabestan, de la Universidad Baptista de Hong Kong, la acumulación de poder que Xi está protagonizando “devalúa el prestigio y la imagen” de la segunda economía mundial, pese a que el ciudadano medio del país, embriagado por la propaganda, ve con buenos ojos el actual proceso.

“La gente está feliz de ser liderada por un hombre fuerte, un dictador, lo cual es triste pero es la realidad, tienen la ilusión de que da fuerza a los chinos en la escena internacional”, subrayó el analista.

Según Willy Lam, de la Universidad China de Hong Kong, el país “regresa a una dictadura maoísta gracias a Xi”, algo que considera “una regresión hacia el pasado” que impedirá que el gigante asiático reemplace a Estados Unidos como gran potencia mundial “porque no sigue las normas universales”.

Alice Elkman, directora de Investigación en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales, opinó que Xi “espera que China sea una fuente de inspiración para otros países, no solo en materia de desarrollo económico sino también de gobernancia interior”. (I)

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