Especial coronavirus
Cinco visiones sobre la pandemia en el mundo
Ciudadanos de diversos países donde el covid-19 alcanza picos altos comparten con diario EL TELÉGRAFO sus reflexiones sobre las medidas restrictivas y el aislamiento a los que han sido sometidos.
Disciplina, inversión social y el covid-19
Luis Antonio Guijarro. Ingeniero ecuatoriano Alemania
El 28 de marzo, el sitio oficial del Instituto de Salud Pública Epidemiológica Robert Koch reportó 48.600 casos de covid-19 en Alemania; de éstos, el 65% (31.500) están distribuido en los 3 estados federados más poblados de Alemania: NRW, Baviera y Baden-Württemberg. De ahí que las medidas dadas por el gobierno central varían un poco en cada uno de los 16 estados federados del país. El número de infectados por covid-19 en Europa alcanza a más de 299.000 personas. Alemania es tercera luego de Italia (85.500) y España (64.100).
¿Qué está haciendo Alemania? Existen varias teorías por el momento, algunas tan absurdas como que los alemanes son inmunes al virus. Otras que afirman que los alemanes tienen test o tecnología para detectar exactamente dónde se encuentran las personas infectadas y se les hace un seguimiento online.
Si bien, Alemania tiene la capacidad de realizar 160.000 test semanales para saber si alguien está contagiado y el test es gratuito, la mayoría de personas que sospecha estar infectado puede ponerse en cuarentena por sí mismo, tan solo debe informar a su médico y a su empleador. No obstante, por la ley de protección de datos no se sigue ni se sabe en realidad lo que hace el posible enfermo, a diferencia de lo que pasa en los países asiáticos. Se asume que está en casa por el axioma de la disciplina.
De haber sido así el portador del virus podría haber sanado, pero también podría haber contagiado a otras personas al no desarrollar la enfermedad. Pero no tuvo la obligación de ir al centro de salud más próximo para que le dieran un diagnóstico médico y por test se determinara que tiene el virus.
El Gobierno ha decidido inyectar 600 billones de euros en la economía para paliar los efectos de esta pandemia en la población y en la actividad productiva y económica del país. Por ahora solo queda esperar no solo el decrecimiento de la pandemia, sino la solidaridad de los países desarrollados frente a los que están en desarrollo.
Un día de cuarentena en Milán
Fernanda Massarotto. Periodista brasileña. Italia
Son ya 15 días. Dos semanas que desde la ventana miro las calles desiertas del barrio de Brera, conocido como el “district” de Milán. Desde hace una semana me levanto y pienso que estoy despertando de una pesadilla, pero es la realidad.
La vida en la casa sigue. Se limpia, lava, trabaja y se piensa qué comer al mediodía y en la cena. La nevera no ha estado llena. Iba tres o cuatro veces al supermercado y me impuse ir solamente dos. No porque no me gustara hacer compras, el problema es la angustia de llegar y ver una cola infinita.
Mi escritorio, que es mi oficina de casa, no es más mío. En la mañana lo ocupa mi hijo, que hace lecciones desde las 09:00 hasta las 13:00. Él tiene la fortuna de estudiar en una escuela internacional, pequeña, y la dirección está muy bien organizada. Los profesores se conectan vía Skype y minimizan la pérdida del programa escolar.
Me impuse una rutina para no caer en la depresión. Desayuno y gimnasia por una hora. Me salvaron las pesas, la alfombrita para deportes y los elásticos que compré antes del Decreto del 11 marzo. Luego una ducha y empiezo a preparar el almuerzo. Al mismo tiempo, trabajo un poco.
Soy periodista, miro las noticias y envío mis propuestas al Diario O Globo de Brasil. Pero debo confesar que en los últimos días dejé de ver las redes sociales y de leer con frecuencia los diarios online. Me deprimo.
El gobierno italiano ha tomado las medidas demasiado tarde y me parece que no sabe qué hacer. No logro ver la luz al final del túnel. Además de estar encerrados no sabemos si después habrá trabajo.
En Brasil, donde nací, donde la epidemia apenas empezó, veo a colegas que laboran desde sus casas. Ellos me preguntan cómo se vive en cuarentena, pero la pregunta que me hacen con más frecuencia es: ¿por qué Italia ha llegado a esos niveles de contagio y muertes (900 en un solo día)? No tengo una respuesta. El colapso del sistema de salud pública se ve. (O)
Un hombre camina solitario y con mascarilla por el centro de Roma. Foto: Agencia Anadolu
¿Qué nos espera luego de la cuarentena?
William Murillo. Cofundador de 1800Migrante.com. EE.UU.
Al momento de escribir tengo a mis niños gritando y corriendo por la casa. Es natural, no asisten a la escuela porque el gobernador del Estado declaró hace varios días que se cerraban todas las instituciones educativas, cesaba toda actividad económica no esencial y que la vida prácticamente se pondría en hold, en espera, como una de las medidas extremas para evitar la propagación del covid-19.
Nos hemos volcado en nuestro tiempo a leer, contactar viejos amigos, conversar con ellos, pero sobre todo a monitorear extensamente a nuestras familias, allegados y amigos del Ecuador. Mi esposa tiene a sus padres, hermanos, tíos y toda la familia en nuestro país, mientras que, por mi lado, monitoreamos a mi madre que está en el grupo de alto riesgo y con condiciones médicas previas que si adquiriera el coronavirus sería una sentencia mortal.
La incertidumbre es general, el miedo constante. No hay desabastecimiento como hemos visto en otros lugares, pero desde hace tres semanas no hay gel para manos, mascarillas ni guantes, eso fue lo primero que se terminó como una respuesta de pánico de los ciudadanos.
La gran incógnita sin duda es ¿qué nos espera luego del encierro obligatorio y de la cuarentena social que estamos pasando?, y hay dos caminos bien definidos, el primero es que si eres ciudadano o residente legal, has pagado tus impuestos y estás en el grupo de haber ganado menos de 99 mil dólares anuales, con el nuevo paquete de estímulo económico del Gobierno, de 2.2 trillones de dólares, recibirás apoyo financiero y beneficios de desempleo.
El otro extremo es el difícil. Si eres indocumentado, has pagado impuesto con número ITIN del servicio de rentas internas, no recibirás ningún tipo de ayuda ni dinero ni beneficios. Para este gran grupo, que supera los 10 millones de personas y afecta a más de 120 mil ecuatorianos en este país, el futuro se mira difícil porque ya existen más de 3 millones de solicitudes de desempleo. (O)
Las calles de la esquina del Times Square, en Nueva York, lucen vacías. Foto: Agencia Anadolu
El circo político abre en medio de emergencia
Fernanda Verdesoto. Escritora boliviana. Bolivia
Nos hemos enfermado de idiotez, y sí que es viral. En Bolivia se diagnosticó el primer caso el 11 de marzo. Desde entonces, la histeria por un lado y la exagerada despreocupación nos invadieron. En esas primeras 24 horas, la paciente 0 estuvo deambulando en ambulancia por toda la localidad de San Carlos y la ciudad de Santa Cruz, y no porque ella quiso. Hubo distintos bloqueos de ciudadanos y algunos médicos porque “no estamos preparados”, dato que es cierto, pero que no es motivo para escupir tal nivel de egoísmo. Vomitivo.
Al final, la paciente 0 fue rechazada en más de siete hospitales. Si analizamos el nivel de paranoia y miedo que está viviendo la sociedad boliviana, esto es desde antes de que llegue el simpático virus. Todavía estamos viviendo la resaca de nuestros conflictos políticos de octubre y noviembre, esa herida todavía sigue lanzando pus.
Lo que es una crisis sanitaria a nivel mundial, para nosotros es un circo político con olor a desinfectante: Nos encontramos en una pelea de campaña que va desde “el coronavirus es un invento de la derecha y de EE. UU.” (J. Quispe, diputada) hasta “El Alto es una ciudad de masistas (MAS, partido de Evo) que nos van a contagiar” (usuario de Facebook).
Y todo dejó de tener sentido. Empezaron a salir los decretos de duras medidas y seguíamos politizando la enfermedad, sin entender que al virus nada le importa si Evo esto o Jeanine lo otro. El virus es apolítico, y más peligrosas pueden ser las personas que se dejan llevar por estas pasiones.
Sí, en 14 años tuvimos más canchas que hospitales, es cierto. Sí, la señora está haciendo campaña política. Pero el circo terminó y la gente tomó protagonismo. En Bolivia hay cuarentena total desde el sábado 22. Desde el jueves 26 de marzo de 2020 solo se sale a hacer las compras según el número de cédula. La gente ya se organizó para ayudar a los viejitos, para darle abrigo a los sin techo y comida a los perritos. Esto pasó cuando olvidamos a los caudillos y comenzamos a ver al de al lado. (O)
Mujeres usan máscaras como precaución contra el coronavirus en La Paz. Foto: Agencia Anadolu
Los cubanos enfrentan al nuevo coronavirus
Bruno Suárez Romero. Director de radio y TV. Cuba
El primer caso de covid-19 reportado en Cuba fue el de un turista italiano, quien también se convirtió en el primer fallecido en el país. Posteriormente murió un turista ruso. Este sábado 28 de marzo de 2020 murió el primer cubano por coronavirus en Cuba. Otro murió en Miami.
A estas alturas, la isla reporta 80 casos positivos, la mayoría importados. También se recuperó el primer cubano con coronavirus, quien lo adquirió de su novia radicada en Lombardía, Italia.
Esta última semana el Gobierno adoptó el aislamiento social y suspendió clases, pero hay quienes siguen en las calles y muchos en colas para adquirir algún producto. Pero el 19 de marzo, la llegada del crucero británico MS Braemar, con casi 1.000 pasajeros, de ellos 5 con covid-19 y 50 en cuarentena, generó opiniones divididas sobre si debían cerrarse las fronteras o no.
El buque pudo atracar en el puerto del Mariel luego de que varios países le denegaran esa posibilidad. Finalmente se realizó una meticulosa operación en la que una caravana de buses recogió a los turistas al pie del buque y los trasladó al aeropuerto internacional donde le esperaban varios aviones para llevarlos de vuelta a casa.
El gesto lo agradecieron los extranjeros cuando desplegaron un cartel donde se leía en perfecto español: “Te quiero Cuba, muchas gracias”. Casi de manera simultánea se informaba a los cubanos del fallecimiento de la primera víctima de covid y de la aparición de nuevos casos.
Aunque hasta hace pocas semanas Cuba se sentía al margen de la pandemia, la lucha es ahora por evitar la expansión del virus, en medio de carencias de insumos y de las restricciones al comercio. Por eso vecinas de barrio se han dedicado a coser sus propios ‘nasobucos’, como le llaman aquí a las mascarillas, y comparten con sus allegados.
El Estado ha comenzado a vender cloro en varios puntos del país. En La Habana las calles comienzan a verse vacías y el largo malecón se queda solo con la compañía de las olas. (O)
Una mujer se protege del covid-19 con pañuelo y guantes, en La Habana. Foto: Europa Press