Publicidad

Ecuador, 23 de Noviembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Especial La Iglesia católica en crisis

Víctima mantiene su fe en Dios y lucha contra el clero

”Yo sigo siendo católico. Voy a misa todos los domingos. Yo quiero a mi iglesia, tengo grandes amigos sacerdotes y sé que hay  más sacerdotes buenos que malos. Yo no voy a dejar que ellos me ganen, ni que me quiten la fe en Dios”, refiere sobre su postura ante la religión católica, Juan Carlos Cruz, comunicador y víctima de abuso sexual por parte del clero chileno.

Cruz junto a James Hamilton y José Murillo encabezaron públicamente y ganaron la denuncia contra el sacerdote Fernando Karadima, una poderosa figura política y religiosa que estaba a cargo de la parroquia El Bosque, fundada para promover la santidad y las vocaciones.

En octubre, la Corte de Santiago falló a favor de la demanda de los tres por $ 450 millones, la más alta compensación económica que fue obligada a pagar la Iglesia chilena, ya que ellos probaron que el clero encubrió a los sacerdotes pedófilos.

Durante los años ochenta, Chile llevaba 17 años bajo la dictadura del general Augusto Pinochet. Y en esos tiempos difíciles, de asesinatos y desapariciones, la comunidad eclesiástica creada por este sacerdote carismático en la distinguida parroquia de El Bosque ofrecía el “falso” consuelo que muchos anhelaban.

“Para una persona joven, era como la abeja y la miel: era una persona dulce en un mundo de dificultades en el que te la pasabas luchando”, detalla Hamilton. Su padre había abandonado el hogar familiar, y el joven Hamilton no era por aquel entonces más que un adolescente vulnerable: una presa fácil para un abusador experimentado.

Mariano Cepeda, de 76 años, llegó a El Bosque a los 18, cuando la iglesia aún no terminaba de construirse. Durante las siguientes seis décadas hizo la limpieza, trabajó en la cocina, fue sacristán y desde esos cargos conoció a Karadima. Para él lo que más le llamó la atención fue la obediencia ciega de algunos jóvenes y sacerdotes, la que el expárroco alimentaba generando temor a sus seguidores.

El extrabajador describe a un Karadima colérico y dominante, que gritaba a sus empleados, a los seminaristas y también a los que ya siendo sacerdotes “sentían que sin la guía de Karadima se irían al infierno”. “Consideraban a Karadima como un dios. Para ellos si el padre decía algo, había que obedecer sí o sí”.

Karadima, dentro de su manipulación y conexiones, logró instalar a cuatro de sus más cercanos colaboradores como obispos de la Iglesia católica chilena: Horacio Valenzuela, en Talca; Andrés Arteaga, como auxiliar de Santiago; Tomislav Koljatic, en Linares; y Juan Barros, en Osorno, quienes lo protegieron ante las acusaciones de sus víctimas de abusos sexuales.

En este contexto, el 3 de febrero de 2015, Cruz envió una carta a la Nunciatura en la que denunció al entonces recién designado obispo de Osorno, Juan Barros, como cómplice y encubridor del sacerdote Fernando Karadima.

Ante la falta de respuesta de la Iglesia, Cruz, quien es periodista, escribió y publicó una columna en la que reproduce la carta que detalla que fue testigo de besos y “toqueteos” entre Barros y Karadima.

Pero la revelación más indignante fue asegurar que Barros presenció cuando Karadima besaba a jóvenes, entre ellos él. Tras la acusación los religiosos rompieron el secreto de confesión para acusar a Cruz y trataron de expulsarlo del seminario.

Cruz, Hamilton y Murillo actualmente mantienen una fundación denominada ”Para la confianza”, en la que asesoran y prestan ayuda psicológica y médica a víctimas de abuso sexual en Chile, indistintamente de que provengan del clero. Asimismo no abandonan la lucha para exigir “tolerancia cero” ante los abusos sexuales en la Iglesia católica. (I)

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

El Telégrafo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media