Publicidad

Ecuador, 25 de Diciembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Un secuestro que atormenta tras 30 años al Vaticano

“Está en el cielo...” Francisco repitió la frase dos veces. Primero, después de tomarle las manos a María, una anciana de 80 años. Luego, lo reiteró en un susurro al hijo de la mujer, Pietro, de 54. El encuentro, muy breve, ocurrió en la parroquia Sant’Anna de Roma pocos meses después de la asunción del Papa argentino.

María es la madre de Emanuela Orlandi, la única ciudadana vaticana desaparecida en la historia moderna del Estado Vaticano. El caso tiene todos los ingredientes de una película de acción de Hollywood: mafia, terrorismo internacional, misterio, silencio y todo a la vista de los pontificados de Juan Pablo II, Benedicto XVI y, ahora, Francisco.

Pero en las palabras de Jorge Mario Bergoglio hay al menos una incogruencia: el cuerpo de Emanuela, desaparecida en 1983 cuando tenía apenas 14 años, nunca apareció. Entonces, ¿cómo sabe el Papa que Emanuela “está en el cielo”?

“Nunca hubo una prueba de que Emanuela estuviera viva o muerta, siempre buscaré la verdad y le pido que me ayude a alcanzarla”, le respondió Pietro a Bergoglio aquella vez, después de una misa celebrada por el Papa en la parroquia Sant’Anna.

El relato forma parte del libro “Recen por él” del periodista y escritor argentino Marcelo Larraquy, que promete revelar “la historia jamás contada del hombre que desafía los secretos del Vaticano”, una completa biografía de Bergoglio editada por Sudamericana, que aparecerá en las librerías argentinas el 1 de noviembre y a cuya lectura tuvo acceso en exclusiva EL TELÉGRAFO.

Emanuela desapareció el 22 de junio de 1983 sin dejar rastros, después de salir de su escuela en Roma. Cursaba segundo año de bachillerato. Su padre era empleado del Vaticano y la familia, de nacionalidad vaticana, residía intramuros, en el pequeño Estado, desde hace un siglo.

El libro de Larraquy recuerda que “antes de entrar a la escuela desde un auto estacionado bajó una persona y le ofreció un trabajo: distribuir volantes para un desfile con un dinero altísimo para la época”. La adolescente fue a clases y antes de salir llamó a su casa. “Habló con su hermana Federica y le contó la historia. El señor la esperaba a la salida”. Nunca se supo más de ella...

La desaparición de Emanuela caló hondo en el Vaticano. Juan Pablo II “hizo ocho apelaciones públicas por la vida de Orlandi en los Ángelus. Fue el primero que habló de secuestro. Nadie lo había hecho hasta entonces”, señala el libro. En la Navidad de 1983 el Pontífice polaco fue a casa de la adolescente y le dijo a sus padres: “existe el terrorismo nacional y el terrorismo internacional. El de Emanuela es un caso de terrorismo internacional. Estamos haciendo todo lo posible”, relata Pietro en el libro.

“Hubo muchas sospechas. Podía ser algo relacionado con (el atacante del Papa, el turco Ali) Agca y el atentado (en la Plaza San Pedro del 13 de mayo de 1981), todo lo relacionado entre Juan Pablo II y su apoyo a Polonia que molestaba mucho dentro y afuera del Vaticano. Creo que la verdad sobre el secuestro de Emanuela es tan pesada que ellos prefieren recibir las críticas y las dudas de la opinión pública antes de ayudar a conocer la verdad”, dice Pietro Orlandi.

Y agrega: “nunca tuvimos una prueba de muerte. Hay secretos que todavía se guardan. Ella fue secuestrada por ser ciudadana vaticana. Después nos dimos cuenta que faltaron a la verdad, nos pusieron los servicios secretos para controlarnos, un abogado, y ellos se callaron. Desde adentro alguien sabe qué sucedió. Crearon un muro, como si supiesen qué sucedió y fue una verdad que no debe salir a la luz”.

La causa fue cerrada en 1997 después de seguir “la pista de terrorismo internacional, la pista búlgara, Ali Agca. Cuando la causa se cerró, desde el Vaticano no se escuchó una palabra. Wojtyla murió en 2005: él mantuvo el secreto, se lo llevó a la tumba”, dice Pietro. La causa se reabrió en los últimos años, pero no ha avanzado desde entonces.

“Creo que hay algo en las cartas que Benedicto XVI le dio a Francisco... nunca pude hablar con Ratzinger. Tampoco lo dejaron hablar a Ratzinger sobre Emanuela. Lo menciona: eso está escrito en una carta que sacó a la luz (el mayordomo papal) Paolo Gabriele y se hizo pública a través del (escándalo de) Vatileaks”, desatado por la difusión de cartas personales del Papa alemán, añade Pietro. Una de esas cartas recomendaba a Raztinger no mencionar el caso Emanuela en público.

La causa dio un giro inesperado en los últimos años cuando una mujer, Sabrina Minardo, involucró en el secuestro a su examante, Enrico de Pedis, “uno de los jefes de la banda (mafiosa) de la Magliana”. Según Pietro Orlandi, el grupo mafioso estaba “ligado al Vaticano”, en especial con el Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco vaticano hoy objeto de una fuerte depuración por parte de Francisco.

Según el libro, Minardo declaró que De Pedis “hizo este trabajo” porque “quería presionar a algunos ambientes del Vaticano. Se dice que De Pedis llevó dinero al IOR”.

“La pista indica que la banda tomaba dinero de la mafia” y lo depositaba en el Banco Ambrosiano, que se derrumbó en 1982 en medio de un escándalo con dinero espurio en el que quedó involucrado el Vaticano y la Logia P2. “Ese dinero, el dinero de la mafia, fue utilizado por Juan Pablo II para sostener al Grupo Solidaridad en Polonia. La mafia pudo haber pedido (de regreso) ese dinero, y en el Vaticano ya no estaba más, se había mandado afuera. Entonces la respuesta fue el secuestro de Emanuela. Esta cuestión es la pista que sigue la justicia”, afirma Pietro.

Pero De Pedis murió en 1990 “de un tiro en la espalda por un ajuste interno de la criminalidad”. Lo curioso es que “fue enterrado en la Iglesia Sant Appolinare, donde estudiaba Emanuela música y fue secuestrada hace 30 años. Se exhumaron los restos de De Pedis y hallaron también “otros” que son actualmente analizados.

Su entierro fue autorizado por el vicario de Roma, Se trata de una “sepultura privilegiada” porque (De Pedis) era considerado “un benefactor”. “La relación entre Iglesia y criminalidad está representada en esa tumba”, asevera Pietro.

Hoy, este hombre de 54 años se pregunta “cómo sabe” Francisco que Emanuela “está en el cielo. ¿Se lo dijo alguien? Esta frase me pareció rara porque es una historia que todavía está en duda. pero sentí que era una señal, que él estaba cerca de la historia... que la conocía”, añade.

Y prosigue: Emanuela “es una pieza de un rompecabezas de extorsiones. Había distintos grupos de poder en el Vaticano, varias corrientes internas en el Pontificado de Wojtyla. Creo que la secuestraron para llevar la tensión al máximo contra el Vaticano. Mi impresión es que llamaron a la secretaria de Estado y le dijeron: tenemos pruebas y sabemos esto y esto... cosas que son importantes para la Iglesia. No buscaban extorsionar a una familia. El mensaje mafioso era para el Vaticano”.

A lo largo de los últimos 30 años, mucho se ha escrito sobre la desaparición de Emanuela: terrorismo, “vendetta” de la mafia, un escándalo sexual que involucraba a dignatarios del Vaticano... las teorías son numerosas.

Larraquy dice a EL TELÉGRAFO que “si fuera un caso policial, la Iglesia lo hubiese sabido. Lo que genera sospecha es el silencio del Vaticano. Aquí hubo apelaciones públicas de Juan Pablo II y un silencio posterior”.

“Lo que impresiona es que es una ciudadana vaticana. Con todo el poder que tiene el Vaticano, poder mundial, influencia y la información que maneja ¿no puede dar ningún tipo de respuesta? Francisco dio una pauta de lo que pudo haber sucedido, que nadie lo había dicho. Ahora está faltando dar información de ello. Es uno de los secretos vaticanos que enfrenta hoy Francisco, en un caso que compromete a la Iglesia con la criminalidad y el IOR”, concluye.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

El Telégrafo

Pública FM

Social media