Un Reino, Unido por ahora

Era la noche del 7 de mayo, las encuestadoras británicas señalaban que una vez más ninguno de los partidos políticos tendría una mayoría parlamentaria que les permita gobernar. Esta predicción empezó a desmoronarse en la madrugada del 8 de mayo, cuando la BBC anunciaba que el Partido Conservador, liderado por David Cameron, había logrado un verdadero milagro tras alcanzar más de 326 escaños en la Casa de los Comunes.

Hace pocas semanas se especulaba sobre el surgimiento del Partido Independentista Británico, liderado por Nigel Farage, y que busca sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea.  Nick Clegg, líder de los Liberales Democráticos, fue vice primer ministro hasta este 8 de mayo en una bizarra coalición con la derecha británica mientras Ed Milliband, cabeza del Partido Laborista.

Hay factores que pudieron definir el rumbo de esta elección. Primeramente, en noviembre de 2014 Escocia rechazó convertirse en un estado independiente, en un referendo que de todas maneras dejó al Partido Nacionalista Escocés (PNE) fortalecido. La posibilidad de una coalición entre el Partido Laborista y el PNE pudo asustar a los votantes en Inglaterra.

Un esquizofrénico Nigel Farage hizo varias declaraciones que erosionaron su capital político, por ejemplo en un reciente debate adujo que muchos inmigrantes llegaban al Reino Unido para tratarse del sida,  y que por lo tanto se debería negar visados a los portadores de este letal virus. Clegg, pese a que formó parte del gobierno en los últimos 5 años, se desentendió del mismo y decidió atacar duramente a su propio compañero de fórmula, el Primer Ministro. Seguramente Clegg pensó que con esta estrategia lograría incrementar la representación de su partido en el parlamento. El resultado no pudo ser peor, los Liberales democráticos perdieron 49 escaños.

Milliband, hijo de inmigrantes judíos, no contaba con una buena evaluación, las encuestadoras aducían que el público prefiere confiar en la palabra de Cameron. La huella del rechazo a la administración de Gordon Brown y de Tony Blair parece haber afectado al Partido Laborista. Pese a tratarse de un partido de Izquierda, Blair apoyó al conservadurismo de George Bush en una invasión a Irak bajo las supuestas pruebas de que el país contaba con armas de destrucción masiva.

Al cerrarse la elección el Partido Conservador aseguró 331 escaños, logrando acabar con una incómoda coalición. Cameron llega fortalecido gracias a una recuperación económica y a la promesa de un referendo sobre la permanencia en la Unión Europea para el año 2017. Clegg, Farage y Milliband renuncian a sus puestos, pero el Partido Nacionalista Escocés, de tendencia social demócrata, logra 56 de sus 59 escaños.

Estamos ante un Reino gobernado por la  derecha inglesa, pero con una Escocia que ya no vota por los partidos del statu quo y que puede estar en condiciones para convocar y ganar un nuevo referendo independentista. Tras semejante escenario, este mismo 8 de mayo todos los líderes políticos debieron posar para una forzada foto, en un evento que conmemoró los 70 años de la victoria de los países aliados en contra del nazismo.  

Se puede ver entonces que en política nada está escrito, la lucha se debe dar hasta el último minuto. También se puede apreciar que es difícil librarse de un legado político negativo, como es el caso de los laboristas, y que el camisetazo puede tener consecuencias nefastas. (O)