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Ecuador, 24 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El mandatario Hugo Chávez jugó un papel clave en el inicio de las negociaciones

Un Premio Nobel que puede inclinar la balanza a favor de la paz

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El Premio Nobel de la Paz que le concedió ayer el Comité Noruego al presidente colombiano Juan Manuel Santos llega en un momento muy oportuno para el mandatario. Precisamente cuando lucía muy debilitado en su intento de salvar los acuerdos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Apenas el domingo pasado, el mandatario sufrió una inesperada y dolorosa derrota política cuando los votantes dijeron ‘No’, por menos de medio punto porcentual, a los acuerdos de paz que su gobierno negoció durante 3 años y 9 meses con esa insurgencia.

Y eso obligó al presidente a iniciar un diálogo político con el más enconado opositor a los acuerdos y su mayor adversario, el exmandatario Álvaro Uribe, quien fortalecido por su victoria se propone modificar el pacto con ese grupo  e imponer una agenda que incluye cárcel para los jefes guerrilleros, prohibirles participar en política e impedir que el Estado invierta en el campo para sacar de la extrema pobreza a millones de campesinos.

El profesor de ciencias políticas de la Universidad de los Andes, Iván Orozco, dice a EL TELÉGRAFO que el Premio Nobel de la Paz oxigena a Santos y le permitirá articular un nuevo tipo de negociación política con el uribismo para salvar los acuerdos previamente firmados.

Inicios de los acuerdos

Santos, un economista de 65 años de edad que es parte de la élite social y política bogotana, busca terminar el conflicto desde 2010.

El 10 de agosto de ese año, tres días después de asumir el cargo, se reunió con el presidente Hugo Chávez en la caribeña Santa Marta y le pidió ayuda para emprender un proceso de paz con la guerrilla. El gobernante venezolano jugó un papel clave en el inicio de los tratados. Ya para el 2012, envió a La Habana a su hermano, el periodista Enrique Santos, para pactar una agenda de conversaciones con el grupo armado la cual estuvo lista en agosto de ese año. En noviembre, arrancaron los diálogos.

La decisión de Santos de buscar la paz con las FARC parecía contradictoria debido al papel que había jugado como ministro de Defensa de Álvaro Uribe, entre el 2002 y el 2009, cuando encabezó la ofensiva militar más contundente contra esa agrupación en toda su historia en la que se incluye la Operación Fénix (1 de marzo de 2008). El bombardeo de Angostura contra una base guerrillera en suelo ecuatoriano, que ocasionó la muerte del Raúl Reyes y otras 22 personas más, afectó a las relaciones bilaterales entre países.

El presidente contó en el libro ‘La historia secreta del proceso de paz’, de la periodista Marisol Gómez, que el comienzo de su mandato coincidía con un momento histórico en el que estaban ya dadas tres condiciones que debían cumplirse para una negociación con ese brazo armado.

“La primera condición era que la correlación de fuerzas estuviera a favor del Estado, pues mientras la guerrilla pensara que podía tener la victoria nunca iba a negociar seriamente. La segunda, que los miembros del Secretariado de las FARC se sintieran vulnerables y que para ellos fuera buen negocio meterse a la paz. Y la tercera, que hubiera apoyo regional para la búsqueda de la paz. Y esas tres condiciones estaban dadas”.

La peor crisis que tuvieron las negociaciones con las FARC fue en 2015. El 14 de abril de ese año, esa guerrilla, en medio de una tregua unilateral, mató a 10 militares en Cauca. Para resolverla, Santos envió de nuevo a su hermano Enrique a Cuba para dialogar con el jefe máximo de la insurgencia, Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’, lo que sirvió para superar el duro momento y continuar la negociación. Esto ocurrió a pesar de que entre el 21 y el 25 de mayo del 2015, la Fuerza Aérea colombiana bombardeó campamentos rebeldes lo que dejó 40 muertos.

Mauricio Rodríguez, hermano de la esposa de Santos, María Clemencia, y asesor del mandatario, dijo en ‘La historia secreta del proceso de paz’ que jamás escuchó al presidente decir “que fuera a enterrar el proceso de paz; si estaba paralizado, pensaba en cómo moverlo, si estaba enredado, en cómo desatascarlo y si estaba en riesgo, en cómo protegerlo”.

Quienes conocen las intimidades del proceso con este grupo insurgente están convencidos de que la determinación del ahora Premio Nobel de la Paz y la decisión política de ‘Timochenko’ de pactar la conciliación fueron, siempre, los puntales de esa compleja negociación. (I)

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