Las potencias boicotean reunión del g8 en sochi
Ucrania convoca a sus reservistas
Ucrania ordenó la movilización de sus reservistas, tras la “declaración de guerra” de Rusia, en momentos que las potencias occidentales buscaban una salida al conflicto con Moscú.
“Si el presidente (ruso Vladimir) Putin quiere ser el presidente que empezó una guerra entre dos países vecinos y amigos, está a punto de lograr su objetivo. Estamos al borde del desastre”, dijo el primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk. “No es una amenaza, es de hecho una declaración de guerra a mi país”, estimó.
“Exigimos al presidente Putin la retirada de sus Fuerzas Armadas”, añadió. En este contexto, el comandante en jefe de la marina de Ucrania, almirante Denis Berezovski, anunció que adhería a las autoridades prorrusas de Crimea, en momentos que Kiev parecía estar perdiendo el control de la península, donde miles de soldados no identificados presuntamente vinculados con Rusia bloqueaban a militares ucranianos en sus cuarteles.
“Juro cumplir con las órdenes del comandante en jefe de la República Autónoma de Crimea”, declaró Berezovski en Sebastopol, donde está anclada la Flota rusa del Mar Negro. El presidente interino de Ucrania, Olexandre Turchinov, había designado el viernes a Berezovski a la cabeza de la marina ucraniana.
Con este antecedente, el primer ministro prorruso de Crimea, Serguéi Axiónov, anunció la creación de la marina de guerra de esta república autónoma, informó la agencia rusa Interfax.
Axiónov, nombrado hace tres días por el Parlamento crimeo y no reconocido por las autoridades de Kiev, añadió que al mando de esta armada estará Berezovski.
El ministro de Defensa de Ucrania, Vladimir Zamana, negó la supuesta deserción de Berezovski y dijo que el video difundido por medios rusos es “una provocación”, pero poco después se anunció su destitución.
El director del Consejo de Seguridad Nacional de Ucrania, Andrii Parubii, anunció previamente el despliegue de los reservistas ucranianos para “garantizar la seguridad y la integridad territorial de Ucrania”, tras la “violación por Rusia de los acuerdos bilaterales, en especial, respecto a la Flota del Mar Negro”.
El sábado, a petición de Putin, el Senado ruso autorizara el recurso a las Fuerzas Armadas en territorio ucraniano. El anuncio ruso provocó una avalancha de reacciones de los países occidentales.
Poco antes de una reunión de los embajadores de los 28 países de la OTAN, el secretario general de la alianza atlántica, Anders Fogh Rasmussen, instó a Rusia a “cesar sus actividades militares y sus amenazas” a Ucrania y consideró que Moscú “amenaza la paz y la seguridad en Europa”.
Por su parte, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, advirtió a Rusia que arriesga perder su lugar en el G8.
Estados Unidos exige a Rusia el repliegue de sus tropas en Crimea, si no quería verse expuesta a un mayor “aislamiento político y económico” a nivel internacional y a un profundo impacto en las relaciones con Washington.
Alemania instó a Rusia a evitar toda intervención militar en Ucrania, estimando que “aún se puede evitar una nueva división de Europa”, y Gran Bretaña y Francia anunciaron que suspendían su participación en las reuniones previas a la cumbre del G8, prevista en junio en Sochi.
Los jefes de la diplomacia europea celebrarán una reunión de emergencia hoy en Bruselas para abordar esta crisis.
El primer ministro polaco, Donald Tusk, afirmó que la crisis en Ucrania reúne “todas las características de un conflicto que puede preceder a una guerra que afecte a todos los países del mundo”, aunque consideró que aún “no hay una amenaza directa a Polonia o sus fronteras”.
En una rueda de prensa, Tusk pidió a la comunidad internacional que ejerza más presión sobre Rusia para que Moscú sea consciente de que no se tolerarán acciones como las que tienen lugar en Crimea.
Entre esas medidas subrayó la importancia de que los “países más fuertes del mundo” boicoteen el encuentro del G8 previsto en Sochi (Rusia) el próximo junio.
Para el jefe del Gobierno polaco, quien se reunió con varios de sus ministros y los principales líderes de la oposición polaca, la obligación de Polonia y del resto de Europa es “no dar la espalda a Ucrania” y demostrar que son verdaderos aliados.
Polonia fue uno de los principales impulsores del acuerdo de asociación entre Ucrania y la Unión Europea, cuyo rechazo por parte del expresidente Víctor Yanukóvich originó la crisis.
RUSIA TIENE CASI 50 BARCOS EN CRIMEA
La Flota rusa del Mar Negro, cuya base principal está en el puerto ucraniano de Sebastopol, incluye medio centenar de buques de guerra -acorazados, fragatas, submarinos y dragaminas- y casi un centenar de aviones.
La estratégica base de Sebastopol acoge a 18.500 efectivos (según datos referidos a 2010) entre militares, técnicos y familiares.
En junio de 1995, Rusia consiguió mediante un acuerdo quedarse con el grueso de los buques, tropas de desembarco y aviación de la Flota del Mar Negro en Sebastopol para mitigar el litigio que mantuvo con Ucrania por su reparto tras la desintegración de la Unión Soviética.
El acuerdo, alcanzado por los entonces presidentes de Rusia, Boris Yeltsin, y Ucrania, Leonid Kuchma, establecía que Rusia se quedaría con el 81,7% de los buques y Ucrania con el 18,3% restante.
Además, también se acordó que las fuerzas de Rusia y Ucrania tendrían “un emplazamiento separado” y que “la base principal de la Flota del Mar Negro de la Federación Rusa (Fmnfr) y su Estado Mayor se situara en la ciudad de Sebastopol”, lo que significaba la retirada de ese enclave de las fuerzas navales de Ucrania.
El documento suscrito también establecía que “la Fmnfr utilizara las instalaciones en Sebastopol y otras bases navales, aéreas, de las tropas costeras y objetivos de apoyo logístico, operativo y técnico en Crimea”.
Pero sería dos años después, en mayo de 1997, que Yeltsin y Kuchma firmaron un tratado por el cual la base naval de Rusia se declaró “ubicada en Sebastopol” y por el que Kiev cedía a Moscú tres bahías por un período de 20 años y un coste anual de 100 millones de dólares, que serían deducidos de la deuda ucraniana con Rusia.
Allí se encuentra igualmente el único polígono submarino donde se adiestraba uno de los destacamentos soviéticos más elitistas, los hombres rana del “spetsnaz” (misión especial) submarino.
En abril de 2010 Rusia y Ucrania suscribieron otro acuerdo para prolongar hasta 2042 el alquiler de la base de Sebastopol.
Rusia construye además otra base naval en el puerto de Ochamchira, en la región separatista georgiana de Abjasia, para acoger también buques de la Flota del Mar Negro.
Para los legisladores ucranianos estos acuerdos supusieron, además del emplazamiento de los buques rusos en puertos ucranianos, un reparto injusto de los bienes.
SIMFERÓPOL ES EL EPICENTRO DE LA CRISIS
La capital de Crimea, Simferópol, es una ciudad atrincherada que espera impaciente la solución al dilema de si Rusia enviará o no tropas para ayudar a esa república autónoma ucraniana.
Ni pánico por el posible estallido de un conflicto con las nuevas autoridades de Kiev, ni júbilo por la posible intervención rusa, el ánimo entre los habitantes de Simferópol es de expectación.
Simferópol se encuentra en estado de alerta ante la posible repetición de las manifestaciones protagonizadas hace días por la minoría tártara, que defiende la integridad territorial de Ucrania.
Un cordón policial impide el acceso de coches al barrio gubernamental, cuyos edificios principales, la Rada Suprema (Legislativo) y el Gobierno, están controlados por hombres armados que cumplen órdenes de no se sabe quién.
A escasos 50 metros del aeropuerto de Simferópol una veintena de amenazantes efectivos de ese misterioso destacamento controla sin aparente interés todo lo que sucede en las inmediaciones.
Le ayudan las patrullas o milicias populares formadas por las organizaciones prorrusas locales, cuyos miembros llevan un brazalete rojo y visten de paisano.
Su misión es impedir la llegada de unidades militares leales a Kiev, a los que llaman despectivamente banderovtsi, es decir, seguidores del ideólogo del nacionalismo ucraniano, Stepán Bandera.