En 2014 anunció el restablecimiento de relaciones diplomáticas con EE.UU.
Tras 11 años en el poder, Raúl inicia su despedida
La Habana.-
El mandato de Raúl Castro entró en cuenta regresiva. Hoy asistirá por última vez como presidente a los actos del 26 de julio, Día de la Rebeldía Nacional, que conmemora el ataque al Cuartel Moncada en 1953.
El 24 de febrero dejará la presidencia en Cuba que ejerció desde 2006, cuando cayó enfermo su hermano Fidel, pero seguirá al frente del Partido Comunista (PCC). Solo él y sus más cercanos conocen quién será su sucesor. El vicepresidente Miguel Díaz-Canel (57 años) parece contar con su bendición.
Leal y tan discreto como pragmático, Raúl llevó a Cuba por una senda de cautos cambios económicos y logros dentro una transformación silenciosa. Actualmente, nadie en La Habana reúne más poder, autoridad y secretos que el octogenario general, que sorprendió al mundo al tender su mano a Estados Unidos y flexibilizó el único sistema comunista de Occidente.
Los logros de su mandato
El capítulo más espectacular de la era de Raúl se escribió el 17 de diciembre de 2014. Entonces anunció por televisión a los cubanos -mientras Barack Obama lo hacía a los estadounidenses- el acercamiento con el enemigo de la Guerra Fría.
El 20 de julio de 2015, tras más de medio siglo, los dos países reanudaron relaciones diplomáticas, y en marzo de 2016 el mandatario cubano recibió a su homólogo estadounidense en el Palacio de la Revolución. Sin embargo, este proceso de normalización de relaciones sufrió un retroceso con la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, partidario de una línea más dura.
En el área de migración, en 2013 Raúl Castro eliminó costosos y enrevesados requisitos de viaje, y autorizó a los cubanos a permanecer fuera de la isla hasta por dos años, siempre que lo hagan de forma legal, sin perder sus bienes o residencia.
Esta reforma facilitó las visitas y repatriación de quienes migraron. Desde enero de 2013 hasta diciembre de 2016, más de 670.000 cubanos hicieron más de un millón de viajes particulares a otros países. Solo en 2016 se repatriaron 14.000 cubanos.
Castro también amplió y flexibilizó el trabajo privado. Más de medio millón de cubanos se desempeñan actualmente por cuenta propia, el 10% de una fuerza laboral de cinco millones. Al mismo tiempo el Gobierno estudia la legalización de pequeñas y medianas empresas privadas, eliminadas en 1968.
En otro acierto, este Gobierno reformó una ley para dar más incentivos a los inversionistas e inauguró el megapuerto del Mariel (45 km al oeste de La Habana), una zona franca llamada a convertirse en el principal polo industrial de Cuba. Sin embargo, el promedio anual de inversión extranjera solo alcanzó los $ 418 millones desde 2013, muy por debajo de las expectativas de $ 2.500 millones al año.
A finales de 2015, Cuba logró renegociar su deuda con 14 países del Club de París, congelada desde 1980, con una condonación de $ 8.500 millones. La isla, que a cambio se comprometió a pagar $ 2.600 millones en 18 años, espera con eso acceder a créditos. También reestructuró sus obligaciones con Rusia y México. Asimismo, autorizó la compraventa de autos y viviendas.
Hasta 2014 se registraron compraventas de 80.000 vehículos y de 40.000 viviendas, según autoridades. El todavía incipiente sector inmobiliario ha supuesto un alivio para el déficit habitacional, además de contribuir al desarrollo de pequeños negocios.
En el área tecnológica, el Gobierno permitió, aunque restringido, el acceso a internet.
Hasta junio operaban en el país 370 zonas wifi, 630 salas de navegación y más de tres millones de líneas celulares. De forma experimental se instalarán 38.000 líneas ADSL (de abonado digital) a particulares en lo que resta de año. Aun así, el país sigue entre los de más baja conectividad en el mundo.
Tras 48 años de gobierno de Fidel, Raúl y el PCC limitaron a diez años (dos mandatos de cinco) la permanencia en un cargo. Raúl ya anunció que dejará el poder en 2018.
Defensor del régimen
“No podría aparecer ante el enemigo como un hombre de alma caritativa”. Así justificó el apodo de ‘temible’ en una entrevista excepcional que le concedió al diario Sol de México en 1993.
Castro ha sido implacable. Estuvo detrás del juicio de 1989 que llevó al paredón al general Arnaldo Ochoa, fusilado junto con otros tres oficiales por narcotráfico, y en 2009 expulsó del círculo de poder a dos protegidos por Fidel, el vicepresidente Carlos Lage y el excanciller Felipe Pérez, “por ambiciones desleales”; también excarceló a decenas de opositores por mediación de la Iglesia católica.
Sin embargo, tras decir la frase: “Cambiar todo lo que deba ser cambiado” fue considerado como práctico. Castro pregonó su apertura a las reformas, siempre que no tocaran el régimen de partido único.
En plena tensión con Estados Unidos, preparó a la población para responder con tácticas de guerrilla a una eventual invasión. “El suelo ardería bajo sus pies”, advirtió. Pero a finales de 2014 dio un giro al anunciar el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Washington.
En 2016 fue el anfitrión de Barack Obama y ese año ayudó a firmar la paz con la guerrilla más antigua de Colombia (FARC), a la que la Cuba apoyó en sus inicios.
De la mano de Castro, Cuba entró en una etapa de flexibilización. Además, eliminó las restricciones de viajes para los cubanos e impulsó la inversión extranjera.
“Raúl Castro ha sido flexible en cambios de políticas, pero no de la arquitectura del sistema. En lo político, nunca ha cuestionado el unipartidismo; y en lo económico, la adopción de mecanismos de mercado ha sido parcial”, señaló Arturo López-Levy, autor del libro Raúl Castro and the New Cuba: a Close-up view of change. (Raúl Castro y la nueva Cuba: una visión cercana del cambio.)
Reservado, pero enérgico
De discursos breves y voz firme, el implacable líder combina la administración del poder con la reserva sobre su salud. Raúl Modesto Castro Ruz nunca le disputó el protagonismo a Fidel.
En noviembre anunció al mundo la muerte de su hermano. Años antes, fue testigo de excepción de la agonía de Hugo Chávez. Raúl guarda los detalles de ambos decesos. “Es hombre de poder porque es hombre de secretos”, dijo el empresario mexicano Mario Vásquez Raña, que lo entrevistó en 1993.
Por otra parte, su hijo Alejandro es un oficial muy influyente, pero ni él ni los héroes revolucionarios que aún viven podrían jamás tener su autoridad. Previsor como es, Castro ya dispuso el sitio donde será enterrado: en Santiago (oriente) junto a los restos de su fallecida esposa Vilma Espín. (I)