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The Guardian emite destrucción de archivos de Snowden

The Guardian emite destrucción de archivos de Snowden
03 de febrero de 2014 - 00:00

El periódico inglés The Guardian publicó este viernes un video que muestra a varios de sus editores destruyendo discos rígidos con información confidencial provista por el extécnico de la CIA Edward Snowden, frente a dos agentes de los servicios secretos británicos GCHQ.

En la grabación, los editores aparecen con herramientas y perforadoras eléctricas destruyendo esa tecnología en el subsuelo del edificio del Guardian, en el centro de Londres.

Ese episodio fue el resultado de una serie de presiones impuestas por la oficina ministerial de Downing Street al periódico inglés, para que destruyera la información confidencial provista por Snowden acerca de las actividades de los servicios secretos británicos.

Los detalles fueron revelados en un nuevo libro, titulado “The Snowden Files: The Inside Story of the Worlds Most Wanted Man” (Los documentos de Snowden: La historia secreta del hombre más buscado del mundo), escrito por el periodista del Guardian, Luke Harding. El libro, que será publicado la semana próxima, describe cómo el periódico británico tomó la decisión de destruir sus propios Macbooks luego de que el gobierno amenazó de forma explícita al diario con imponerle una prohibición de publicación a través de la corte.

En dos reuniones muy tensas en junio y julio de 2013, el secretario del gabinete británico, Jeremy Heywood, advirtió al editor del Guardian, Alan Rusbridger, para que devolviera los documentos de Snowden. Heywood, enviado personalmente por el premier David Cameron, amenazó al editor con detener la publicación de los artículos basados en material filtrado de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA) y su homóloga británica GCHQ. En un momento de la reunión, Heywood dijo: "Podemos hacer esto por las buenas, o podemos ir a la corte". "Muchos en el gobierno piensan que ustedes (el The Guardian) tendrían que cerrar", agregó.

Fuentes de Downing Street admitieron que al gobierno británico le costó mucho hacer frente a las masivas revelaciones de Snowden, y al hecho de que el norteamericano de 29 años logró filtrar material secreto de las agencias de Inteligencia británicas mientras trabajaba para la NSA en Hawaii. Snowden ni siquiera era un empleado a tiempo completo de la NSA, sino un trabajador contratado de forma privada, uno de 850.000 estadounidenses con acceso a información ‘top-secret’ de las actividades de Inteligencia del Reino Unido. “Cuando nos enteramos de todo, nos miramos y dijimos: Dios mío!”, indicó una fuente de Downing Street al diario.

Cinco semanas después de conocerse las primeras filtraciones de Snowden, el gobierno británico desconocía la escala de las revelaciones, e inicialmente pensaba que se trataba de una pequeña filtración de documentos.

Un grupo reducido de editores y reporteros examinó los archivos de Snowden en una habitación del Guardian, en las oficinas del barrio londinense de King’s Cross. Ese material se encontraba en cuatro ordenadores portátiles. Ninguna de esas computadoras habían sido conectadas al Internet o a cualquier otra red.

El periódico implementó también otras medidas de seguridad, como guardias las 24 horas al día, múltiples contraseñas y la prohibición de conectar esos ordenadores a aparatos electrónicos.

La respuesta del gobierno a las filtraciones fue inicialmente lenta, pero con el correr de los días comenzó a poner cada vez más presiones al Guardian para que desistiera de publicar los documentos secretos.

Rusbridger incluso le dijo a las autoridades del gobierno que la destrucción de los informes de Snowden no impediría que se publicaran artículos sobre las actividades ilegales de los servicios secretos, ya que las filtraciones no solo se hicieron al Guardian, sino también a otros periódicos, entre ellos el estadounidense New York Times y el alemán Der Spiegel.

El editor les explicó además que Glenn Greenwald, el periodista del Guardian que había entrevistado a Snowden en Hong Kong, había filtrado material en Río de Janeiro.

Días después, Oliver Robbins, consejero de seguridad del Primer Ministro británico, amenazó al Guardian con una demanda judicial. "Si no devuelven (el material de Snowden) tendremos que hablar con otras personas (en la corte) esta tarde", amenazó Robbins a Rusbridger, y agregó que el gobierno quería los discos rígidos para realizar "tareas forenses".

Finalmente el diario aceptó destruir los discos rígidos para evitar que se revelara cómo Snowden realizó las filtraciones y se diera a conocer la fuente del Guardian, como también los reporteros que trabajaron en esa investigación.

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