Una vez finalizado el tiempo de campaña política de los 13 aspirantes a la alcaldía de Lima, la suerte parece estar echada, pues en los 2 últimos meses las encuestas han arrojado un resultado constante que, con la cercanía de la elección, se ha impuesto como una verdad que no acepta especulación.

Según estos sondeos, mañana un 54% del electorado limeño decidirá apoyar el regreso de Luis Castañeda al sillón de la alcaldía. Muy por debajo de ese porcentaje se ubicarán los 12 candidatos restantes y sus propuestas, cuestionamientos y ofertas, pasarán a ocupar esa parte de la memoria colectiva que tanto se parece al olvido. Entre ellos, se ubicará también Susana Villarán, actual alcaldesa de Lima, quien en un intento por afianzar una serie de modificaciones estructurales y sociales en la ciudad, llevadas adelante por su administración, decidió hace   más de 4 meses intentar una reelección sin lograr más del 13% de apoyo a su causa.

En Perú se calcula que apenas el 20% de electores busca información previo al ejercicio del voto. El resto, parece seguir la avalancha que representa la voz popular y que en calles, plazas, oficinas, comercios y demás, se encarga de dar por ganador a quien va adelante en las encuestas.

De eso se encargan también los medios de comunicación que toman partido por uno u otro aspirante y se ensañan en atacar a los demás. “Gran parte de la campaña política pasa por lo que dicen los medios sobre los candidatos. La gente ve en la información un termómetro de lo que está pasando en la realidad  y es así como se hacen una idea de a quién apoyar y a quién rechazar. Lo complicado de esto es que los medios con mayor difusión no siempre dicen la verdad cuando hablan de tal o cual candidato”, indica Daniel Rengifo, analista comunicacional.

No solo la omisión de “la verdad” juega a favor o en contra de los candidatos en campaña.

También lo hace la fragmentación de la misma, que, por ejemplo, lleva a debatir por quién será el próximo alcalde, pero no por quiénes serán los regidores, es decir, quienes legislarán el actuar del alcalde en sus cuatro años de poder, dijo.

“Se ha dicho casi nada sobre los regidores, además los medios se han encargado de invisibilizarlos, al punto que gran parte del electorado no sabe que cuando vota por un candidato a alcalde, también vota  por los candidatos a regidores”, añade Rengifo.

La última vez que Castañeda estuvo en el poder, gran parte de los 40 regidores, que en total forman el consejo de Lima Metropolitana, pertenecía a su partido.

De ellos 5 todavía mantienen juicios graves en los que son acusados de delitos que van desde la omisión de información hasta el lavado de activos. Todo lleva a pensar, sin embargo, que si es electo mañana, el exburgomaestre contará, una vez más, con una mayoría aplastante en el consejo.  

En el último debate televisivo, suscitado la noche del pasado domingo, Castañeda y Villarán, las dos figuras con más proyección en esta campaña, no brillaron con luz propia. En parte porque el resto de candidatos, a su turno, se encargó de reprocharles errores y denuncias, algo habitual en quienes se saben perdidos, y en parte porque sus intervenciones giraron en torno a sus lugares comunes: Castañeda, asumiéndose como ganador, agradeció a los limeños por su apoyo; Villarán, resistiéndose a la derrota, puso su honestidad de por medio.

“Hemos hecho el doble de obra, en la mitad del tiempo, sin robar un sol”, sentenció la alcaldesa, buscando apelar a un sentido de transparencia que nada le significó en el aumento de respaldo popular.

Unos días antes del debate, Datum, encuestadora local, mostró una medición que podría representar la poca utilidad de aquellas palabras de Villarán: el 49% de limeños está dispuesto a elegir un candidato que “roba, pero hace obra”.

Gerardo Távara, secretario general de la Asociación Civil Transparencia, señaló que una muestra así indica que la tolerancia de los ciudadanos hacia actos de corrupción es elevada, lo que debería preocupar no solo a la sociedad civil, sino al Estado y sus instituciones.

Bajo esa perspectiva, cualquier apelación que se pretenda a la honradez y honestidad no forman parte de lo que el electorado busca en un candidato.

Por esa misma vía se podría suponer que todas las denuncias que recaen sobre los candidatos están deslegitimadas en el significado que representan. Solo así se entiende cómo Castañeda, el candidato favorito de esta elección, es acusado, entre otras denuncias, de formar parte de una red de lavado de dinero proveniente del narcotráfico y, paralelamente, se dispone a ocupar el cargo de alcalde.

Susana Villarán, quien enfrentó un proceso de revocatoria a su mandato del que salió victoriosa, difícilmente demuestra resignación ante este panorama.

Sus recorridos se intensificaron en las semanas recientes y sus declaraciones, restadas de euforia, han seguido apuntando a una consigna que la ha mantenido de pie frente a la alcaldía de Lima: “hemos hecho reformas que ya son irreversibles”.

Pero para el poder, esa convicción representa poco, pues Castañeda, adelantándose a los acontecimientos, ha anunciado la revisión continua de las reformas y, en algunos casos, la anulación de las mismas.

“Votar a ganador”, es una frase recurrente en tiempos de elecciones en Perú, esta vez parece ser una frase que anticipa el regreso de pasadas administraciones.