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Ecuador, 24 de Diciembre de 2024
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Lugares declarados Patrimonio cultural son usados con fines militares

Sirios viven en penuria tras 3 años de conflicto

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Parte de la población se alimenta con comida para animales, algunos se contentan con cáscaras de frutas y verduras: la degradación de las condiciones de vida en Siria, en particular en las zonas sitiadas por el Ejército, ha alcanzado una dimensión inimaginable hace tres años, cuando inició el conflicto armado.

Mientras que la guerra parece eternizarse, se multiplican las imágenes sobrecogedoras de niños demacrados y miles de personas esperando desesperadamente ayuda.

Yarmuk, Homs, Ghuta: estas ciudades o regiones se han convertido en sinónimos de miseria y penuria, en particular por el cerco impuesto por el régimen de Bashar al Asad, que combate contra grupos insurgentes vinculados a la red terrorista Al Qaeda.

Según un informe publicado el pasado martes por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), un millón de niños se encuentran en zonas sitiadas o en otras de difícil acceso, mientras que unos 5,5 millones del total se han visto afectados por la guerra en Siria.

“Privados de ayuda, viviendo entre escombros y luchando para poder encontrar alimentos, numerosos niños sirios están sin la menor protección, ayuda médica o apoyo psicológico, y casi no tienen acceso a la educación”, según este informe.

La distribución de ayuda humanitaria es bloqueada en las regiones rebeldes del noreste del país por grupos armados hostiles a las organizaciones internacionales. Según el Programa Alimentario Mundial, al menos 500.000 personas no pueden recibir alimentos.

El campo de refugiados palestinos de Yarmuk, en el sur de Damasco, era un barrio popular y comercial que contaba con 170.000 habitantes.

A finales de diciembre de 2012 se convirtió en un campo de batalla y desde junio del año pasado está sometido a un cerco inhumano.

Unos 40.000 civiles palestinos y sirios viven allí en condiciones abyectas: el 60% sufre desnutrición, afirma Amnistía Internacional (AI), y al menos 120 personas han muerto de hambre, según una ONG siria.

“En el léxico de la inhumanidad del hombre hacia su prójimo se agrega ahora un nuevo término: Yarmuk”, explicó a la AFP Christopher Gunness, portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (Unrwa), que ha hecho circular una foto por el mundo que muestra a los habitantes de esa ciudad esperando alguna ayuda.

“La gente se ha visto obligada a comer alimentos para animales y las mujeres mueren al parir por falta de atención médica”, añadió Gunness.

Para Sahar, habitante del campo de 56 años, “esta penuria es un insulto a nuestra dignidad”.

Tanto para ella como para otros miles de civiles que cayeron en una especie de ratonera, una comida es un recuerdo lejano.

“Hace algunos días, unos vecinos lograron entrar (al campo) berenjenas y arroz procedentes de Babbila”, una localidad ubicada apenas a 5 kilómetros del lugar, señala la mujer. “Sentí que revivía”, aseguró enjugándose las lágrimas. “Casi hemos olvidado lo que quiere decir cocinar”.

Numerosos testimonios recogidos por la AFP en Yarmuk y otras partes reflejan la situación de degradación en un país que antes era por completo autosuficiente.

“Las personas mueren en sus casas y las ratas las devoran, incluso antes de que los vecinos las encuentren”, explicó Jassem, un habitante de Yarmuk.

“El kilogramo de harina pasó de costar 50 a 750 libras sirias (entre 0,30 y 5 dólares), el litro de diésel de 20 a 1.700 libras (entre 0,13 y 11 dólares), explicó Tarek, un maestro en la región de Ghuta Oriental, considerada antes de ser sitiada como “el vergel de Damasco”, contactado vía Skype.

“Cavamos pozos como se hacía antes, pero el agua está muy contaminada”, continuó Tarek, que da clases en los sótanos por temor a los bombardeos, utilizando velas o linternas para alumbrarse.

En la sitiada ciudad de Homs, unos 1.500 civiles, al límite de sus fuerzas, fueron evacuados por la ONU el pasado febrero.

A comienzos de marzo, la Comisión de investigación de la ONU, sobre la violación de los derechos humanos en Siria, informó que “más de 250.000 personas se encuentran sitiadas” en el país, y “tienen que elegir entre el hambre y la rendición” al Ejército o los combatientes rebeldes.

Esta cifra se añade a un balance humanitario terrible: más de 140.000 muertos, más de nueve millones de refugiados o desplazados, más de 2,2 millones de niños sin escolarizar y más del 50% de los hospitales y escuelas del país están destruidos o seriamente dañados.

Piden proteger patrimonio
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; la directora general de la Unesco, Irina Bokova; y el mediador internacional para la guerra civil siria, Lajdar Brahimi, hicieron un llamado contra la destrucción del patrimonio cultural sirio.

Varios lugares que son Patrimonio de la Humanidad han sufrido “daños considerables” y en algunos casos “daños irreversible”, afirmaron Ki-moon, Bokova y Brahimi.

Cuatro de esos lugares son utilizados con propósitos militares o han sido campos de batalla: la fortaleza medieval del Crac de los Caballeros; Palmyra; Alepo y su ciudadela y, finalmente, la iglesia de San Simeón y las antiguas aldeas del norte, señalaron.

Añadieron que la destrucción de este patrimonio “afecta gravemente a la identidad y la historia del pueblo sirio y de toda la humanidad”.

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