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En 2008 fueron afectados 90 kilómetros cuadrados de manglares protegidos

Shell y sus mentiras por el derrame de petróleo en Nigeria

Los derrames de petróleo en la región Ogoniland (sureste de Nigeria) también contaminaron las fuentes de agua potable. Foto: www.publico.pt/Akintunde Akinleye.
Los derrames de petróleo en la región Ogoniland (sureste de Nigeria) también contaminaron las fuentes de agua potable. Foto: www.publico.pt/Akintunde Akinleye.
16 de noviembre de 2014 - 00:00 - Leonardo Boix, corresponsal en Londres

La anglo-holandesa Royal Dutch Shell, una de las mayores multinacionales del mundo con intereses en los sectores petrolífero, de gas natural así como del refinado de gasolinas, mintió al haber admitido que desconocía que uno de sus principales oleoductos en Nigeria estaba por caducar antes de haber derramado más de 500.000 barriles de crudo en una región de deltas del sur de ese país.

Dos catastróficos derrames de crudo ocurridos en 2008 afectaron unos 90 kilómetros cuadrados de manglares protegidos en el sur nigeriano.

Shell, que es una de las cuatro más grandes del sector petrolífero junto con BP, ExxonMobil y Total y que en 2009 fue considerada como la empresa con mayor caudal monetario del mundo, desestimó las acusaciones en su contra, que indican que “sabiéndolo continuó utilizando ese oleoducto que no estaba en condiciones para su funcionamiento”.

Sin embargo, una serie de correos electrónicos, cartas y reportes internos presentados como evidencia en una corte de Londres, revelaron que empleados de alto rango de Shell habían expresado preocupación antes de los derrames en Nigeria, acerca de que los oleoductos en esa área estaban cerca de caducar y que necesitaban ser reemplazados para evitar una catástrofe por pérdida de vidas, daños medioambientales y problemas financieros.

Los derrames ocurrieron en Bodo, un pueblo en la región de Ogoniland, donde decenas de habitantes entrevistados por la organización Amnistía Internacional (AI) reportaron haber sufrido dolores de cabeza y problemas de visión como efecto del incidente.

Luego de los derrames de Shell, el precio del pescado -un alimento básico en la dieta diaria de esa población-, se multiplicó por diez, de acuerdo a la AI.

Además, los habitantes de Bodo que se dedicaban a la pesca como principal fuente de trabajo buscaron otros empleos, en muchos casos sin éxito.

Los derrames de petróleo en la región de Ogoniland también contaminaron fuentes de agua potable, al filtrarse a las napas acuíferas, según un reporte del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP).

Toxinas halladas en las napas de Ogoniland incluían bencinas, las cuales se sabe pueden provocar cáncer, entre otras enfermedades.

Los dos derrames ocurrieron en el mismo oleoducto, la Tubería Trans-Níger, operada por Shell, y que transporta crudo desde sus pozos hasta la terminal de exportación en Bonny, en la costa nigeriana. El oleoducto transporta por día cerca de 180.000 barriles de petróleo.

En 2013, Shell produjo 265.000 barriles de crudo diarios desde Nigeria, un 8,3% de los 3,2 millones de barriles de crudo por día que vende de sus negocios petroleros globales.

Esta área en Nigeria es una de las más lucrativas para la petrolera anglo-holandesa, ya que el costo de producción de un barril de petróleo en África era el año pasado de $ 14,43, mientras que en Europa y Estados Unidos era de $ 17,66 y $ 21,57,  respectivamente.

Shell disputa la cantidad de petróleo derramado en Ogoniland y afirma que gran parte de los derrames fueron consecuencia de “robos” y “sabotaje”.

En septiembre de 2006, dos años antes de los derrames, una carta de Basil Omiyi, director de operaciones de la subsidiaria de Shell en Nigeria, SPDC, y que estaba dirigida al gobernador del Estado de Rivers State, reveló que el oleoducto estaba en una situación “de máxima e inmediata preocupación”.

Omiyi también indicó en la misiva que Shell no había inspeccionado esa tubería en años debido a las dificultades para acceder al sitio. “Existe el peligro y la probabilidad de una rotura en este oleoducto en cualquier momento, que en caso de ocurrir, podría tener serias consecuencias para la vida, el medio ambiente y economía del país”, agregó.

Además, un estudio interno realizado en 2000 por SPDC y por el grupo Shell Global Solutions International, el brazo de asesoría de negocios de la petrolera, concluyó que “el resto de la vida útil de las tuberías de petróleo del SPDC es muy corta, mientras que grandes secciones de la misma conllevan grandes riesgos y peligros”.

En un memorando interno de Shell fechado en diciembre de 2009 luego de los derrames en Nigeria, la firma dijo que estaba “expuesta a riesgos corporativos debido a que los oleoductos en Ogoniland no han sido mantenidos apropiadamente y su integridad no fue evaluada por más de 15 años”.

Ahora, los abogados que representan a los habitantes de Bodo afectados por el derrame de Shell, indicaron que la decisión de seguir utilizando esas tuberías, sabiendo que estaban en mal estado, es “shoqueante”.

“El resultado de ello fue una catástrofe medioambiental para la comunidad de Bodo y la mayor pérdida de hábitat natural en los manglares en la historia de derrames de crudo. Los 40.000 habitantes de esa región dependían fundamentalmente de la pesca, y su forma de vida y bienes han sido destruidos desde entonces y por años venideros”, declaró Martyn Day, abogado del bufete londinense Leigh Day que representa a los demandantes.

El jurista explicó también que a partir de la evidencia presentada en la corte de Londres “Shell ha demostrado una muy preocupante falta de cuidado a la hora de operar sus oleoductos en el Delta de Níger”.

En 2009, Shell se vio obligada a pagar $ 15,5 millones en un acuerdo fuera de las cortes, tras haber sido acusada de complicidad por abusos de derechos humanos en Nigeria. La causa surgió tras denuncias de familiares de nueve activistas anti-petróleo, incluido el autor Ken Saro-Wiwa, que fueron ahorcados en 1995 por la entonces junta militar en Nigeria. Shell negó en su momento cualquier falla y dijo que los pagos compensatorios eran parte de “un proceso de reconciliación”.

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