Sarkozy y Merkel negocian plan de rescate para Grecia
Alemania y Francia trataban de limar diferencias ayer y aunar posiciones con vistas a alcanzar una respuesta a la crisis de la deuda griega y evitar su contagio a otros países, antes de la crucial cita de hoy en Bruselas (Bélgica).
Al mismo tiempo, la ministra española de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, y su colega francés, Alain Juppé, alertaban de que si los líderes del Eurogrupo no alcanzaban un acuerdo en la cumbre estará en juego el futuro de la propia Unión Europea (UE). “Nos jugamos el futuro de Europa”, enfatizó Jiménez, quien reclamó la solidaridad de todos los países para lograr un segundo rescate a Grecia que calme a los mercados.
La reunión de dirigentes de la zona euro, que empezará a las 13:00 (hora local), tratará por un lado de concluir el segundo plan de préstamos prometidos a Grecia para evitar la bancarrota, por un monto similar al primer paquete de ayuda de hace un año (110.000 millones de euros), pero sobre todo que la crisis no se propague a Italia y España.
La canciller alemana, Ángela Merkel, se reunió ayer con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, con quien también tenía previsto cenar para elaborar una posición franco-alemana común, declaró el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert.
Sarkozy tenía previsto pasar la noche en Berlín y viajar hoy directamente a Bruselas para reunirse con los dirigentes de los países de la Unión Monetaria.
Un acuerdo franco-alemán ha sido estos últimos meses la antesala de un compromiso europeo, en medio de la crisis persistente de las finanzas públicas. Merkel está muy confiada en que la cumbre europea tendrá buenos resultados, manifestó Seibert.
Sin embargo, la canciller había avisado la víspera de que no cabía esperar un “avance espectacular” en la reunión del jueves.
París y Berlín pretendían encontrar una solución a la participación de los bancos en el segundo plan de ayuda a Grecia, la manzana de la discordia que ha hecho fracasar hasta ahora todas las negociaciones.
Alemania reiteró ayer esta exigencia eminentemente importante. Sin ello, el Gobierno alemán teme que ni el Parlamento ni la opinión pública de su país acepten prestar más dinero.