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El Congreso debe refrendar el documento

Santos y 'Timochenko' firman nuevo acuerdo de paz

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos (izq.) y el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’, se estrechan la mano durante la firma del segundo acuerdo de paz, en Bogotá.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos (izq.) y el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’, se estrechan la mano durante la firma del segundo acuerdo de paz, en Bogotá.
Foto: AFP
25 de noviembre de 2016 - 00:00 - Rafael Croda. Corresponsal en Bogotá.

El presidente Juan Manuel Santos y el jefe de las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’, firmaron ayer un nuevo acuerdo de paz y llamaron a todas las fuerzas políticas del país a apoyar su refrendado e implementación en el Congreso.

En una ceremonia de solo 40 minutos en el Teatro Colón, del centro de Bogotá, y ante unos 800 invitados, el Mandatario colombiano y el comandante guerrillero llamaron a quienes rechazaron el acuerdo original a sumarse a este nuevo pacto, el cual contiene gran parte de las modificaciones que ellos propusieron.

Santos dijo que espera que el acuerdo sea refrendado la próxima semana por el Congreso y anunció que convocará a todos los partidos políticos y a las organizaciones sociales a un gran acuerdo nacional para la implementación de la paz.

Según el cronograma detallado por el Presidente, cinco días después de la refrendación del acuerdo las tropas de las FARC comenzarán a concentrarse en 27 puntos del país donde una misión de Naciones Unidas verificará el cese del fuego. Este proceso deberá estar concluido a finales de diciembre.

La dejación de armas comenzará a principios de marzo de 2017 y terminará durante los primeros días de mayo. “Las FARC, como grupo armado, habrán dejado de existir”, dijo el Presidente.

Y señaló que eso les permitirá transformarse en un partido político legal. “Ese es el objetivo de todo proceso de paz. Que los que estaban alzados en armas las abandonen, reconozcan y respeten las instituciones y las leyes y puedan participar en la contienda política en la legalidad”, afirmó Santos.

El acto de la firma de la paz, que se caracterizó por su austeridad y solemnidad, estuvo marcado por el tono conciliador que imprimieron el presidente y ‘Timochenko’ a sus discursos, y por los llamados de ambos a la reconciliación nacional y a la construcción de un nuevo país.  

El jefe guerrillero ofreció a los adversarios de las FARC su respeto, un ramo de olivo y una invitación fraternal a convivir en la diferencia. “No habrá más violencia entre colombianos por razones políticas”, señaló, y dijo que la palabra debe ser “la única arma que nos permitamos usar los colombianos”.

Pero los llamados de Santos y ‘Timochenko’ a la reconciliación fueron recibidos con escepticismo por el expresidente Álvaro Uribe y su partido, el Centro Democrático, principales promotores del ‘No’ al pacto original en el plebiscito del 2 de octubre.

Uribe dijo que el llamado a un pacto nacional para implementar los acuerdos de paz es inviable porque el nuevo texto contiene puntos que no fueron modificados, como la opción de que los jefes de las FARC paguen delitos graves con penas alternativas y de que participen en política.

El expresidente, incluso, señaló que por ello el Congreso –donde la coalición política de Santos tiene mayoría- no debe refrendar el nuevo acuerdo sino que esto debe hacer mediante un nuevo plebiscito.

Advirtió que si esto último no se hace, los promotores del ‘No’ convocarán a un referendo por medio de firmas para que los colombianos decidan con su voto si el nuevo acuerdo debe ser refrendado.

Todo indica que la confrontación política entre el uribismo y el gobierno en torno a los acuerdos de paz seguirá siendo un factor polarizante en el país, de cara a las elecciones presidenciales de 2018.

‘Timochenko’, quien luego de firmar el nuevo acuerdo pronunció un discurso de 12 minutos, dijo que tras el ‘desencanto’ de la derrota del acuerdo original en el plebiscito del 2 de octubre, las FARC hicieron un “histórico esfuerzo” por ayudar a construir un consenso nacional a favor de la paz.

En ese sentido, señaló, “enriquecimos y modificamos el acuerdo anterior teniendo en cuenta todas las inquietudes de los promotores del ‘No’”. Y dijo que este nuevo pacto tiene todo el respaldo de la comunidad internacional y nadie en Colombia debe quedar fuera de él.

En un mensaje que sorprendió a los asistentes al Teatro Colón, el jefe guerrillero saludó al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y dijo que espera que el futuro Mandatario pueda jugar un destacado papel en la promoción de la paz en el mundo y en el continente. ‘Timochenko’ puso el acento crítico en el repunte de los asesinatos de dirigentes sociales en Colombia, donde el pasado fin de semana tres de ellos fueron victimados por presuntos paramilitares.

“No más asesinatos de dirigentes sindicales, agrarios o populares, de reclamantes de tierras, de activistas sociales, de opositores políticos de izquierda”, planteó, y pidió al gobierno dar una respuesta efectiva a este aumento de la violencia que desafía a la paz.

El comandante en jefe de las FARC reiteró su petición de perdón a las víctimas del conflicto, en especial a las que esa guerrilla causó dolor.

La ceremonia en el Teatro Colón, ubicado a unas cuadras de las sedes de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de Colombia, inició con la interpretación a capela del Himno Nacional colombiano por parte de la cantaora de ritmos afrocaribeños Cecilia Silva Caraballo.

El presidente Santos estuvo acompañado en el estrado por su equipo de negociadores de paz, mientras que ‘Timochenko’ por los seis jefes guerrilleros que integran, además de él, el Secretariado del grupo insurgente.

Aunque todos los congresistas fueron invitados al acto de la firma del nuevo acuerdo de paz, los 39 legisladores del uribista Centro Democrático no acudieron.

Este acuerdo de paz, el segundo que se firma en un plazo de dos meses, aspira a poner fin a una guerra de 52 años que ha dejado 220.000 muertos, 25.000 desaparecidos y seis millones de desplazados, más del 10% de la población del país. (I)

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