Mitt Romney tenía previsto aceptar ayer la nominación como candidato presidencial republicano con un discurso ante la Convención Nacional en Tampa (Florida), en el cual tenía el reto de demostrar que es capaz de sustituir al presidente Barack Obama en la Casa Blanca.

Romney estaba seguro de convencer, a los pocos indecisos que todavía quedan, que es la persona que mejor puede cumplir con los duros retos que enfrenta Estados Unidos, especialmente en los temas de economía, desempleo y   bienestar social, que son los que más importan a los votantes, y hacerlo sin alienar a las minorías –los hispanos y   afroestadounidenses- ni a las mujeres y los ancianos que por ahora se decantan a favor de Obama.

En tanto, su compañero de fórmula, Paul Ryan, comenzó con mal paso su carrera hacia la Casa Blanca al pronunciar un discurso contra Barack Obama plagado de errores y desinformaciones.

En la convención, Ryan criticó el miércoles al mandatario demócrata por “prometer salvar una planta de General Motors en Wisconsin y luego dejar que la factoría clausurara, con los consecuentes despidos”.

Sin embargo, Obama jamás prometió una cosa así y la planta fue cerrada en diciembre de 2008, en el gobierno de George W. Bush, recordaron medios de prensa.