Protesta saca de palacio al gobernante de Egipto
El Cairo, Egipto.-
El mandatario de Egipto, Mohamed Mursi, tuvo que abandonar ayer el palacio presidencial debido a la presión de miles de manifestantes que se congregaron en los exteriores de la casa de Gobierno.
Un responsable de la seguridad egipcia aseguró que el presidente dejó el palacio luego de cumplir con su jornada, pero bajo resguardo debido a que los protestantes intentaron tomarse las instalaciones.
Asimismo, el Ministerio del Interior informó que el número de manifestantes ha aumentado y que algunos de ellos “lograron levantar las alambradas en la avenida El Mergani, pero las fuerzas de seguridad han ejercido la contención y se han trasladado a proteger los accesos al palacio desde fuera”.
Por último, los cuerpos de seguridad pidieron a todas las fuerzas políticas participantes en la manifestación que “expresen sus posturas de manera pacífica”.
Según constató la agencia de noticias EFE en el lugar, pese a que las marchas convocadas transcurrieron de manera mayoritariamente pacífica, los agentes antidisturbios lanzaron gases lacrimógenos contra los que intentaban acercarse a las puertas del edificio.
Los manifestantes llegaron desde distintos puntos de la capital hasta las inmediaciones del palacio, ubicado en el barrio cairota de Heliópolis, coreando lemas que exigían la salida del presidente y ondeando banderas de Egipto.
En un comunicado, varios grupos y formaciones políticas, entre las que se encuentran el Partido Egipcios Libres, el Partido Socialdemócrata Egipcio y los movimientos 6 de Abril, Kifaya y Jóvenes de Maspero, solicitaron que las marchas sean “pacíficas”.
El gobernante de Egipto desató una ola de protestas cuando el 22 de noviembre se adjudicó temporalmente poderes extraordinarios, a través de un decreto con el que buscaba evitar que un sistema judicial aún dominado por personas asignadas por su predecesor Hosni Mubarak impida la compleja transición política en Egipto.
El presidente islamista, que enfrenta la crisis más grave de su mandato de seis meses, no ha mostrado señales de ceder ante la presión de los colectivos locales e internacionales.